Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Rogelio Ortega Martínez

Sergio Fernando, la bohemia y la trova están de luto

Conocí a Sergio Fernando en el verano de 1971, en Acapulco, específicamente en el bar El Muelle del Sanborns Centro. Me impresionó su forma de ejecutar la guitarra, su voz potente, grave y armoniosa; su carácter y su temperamento. Creí, por sus formas, que era norteño, luego supe por él que era de la Costa Grande de Guerrero, oriundo de Petatlán; vestido de negro y de botas siempre, pantalones acampanados a la usanza de la época y camisa de manga larga. Nos volvimos, con varios amigos que estudiábamos en la Prepa 2, asiduos visitantes del bar y amigos entrañables de Sergio Fernando. Recorrimos Acapulco y todos los lugares donde él cantaba: el bar del hotel Sharada, en el Acapulco tradicional; en La Llave, del hotel Arbela; en el bar Victoria, del hotel Elcano; y en tantos otros sitios de su peregrinar bohemio y trovador. Con él aprendí todo el repertorio de Chabuca Granda, de Atahualpa Yupanqui, de Roberto Darvin, de Alberto Cortez, de Facundo Cabral, de Carlos Puebla, de Paxi Andión, de Víctor Manuel y, por supuesto, entre otros, el de nuestros emblemáticos paisanos: Cheque Cisneros, Tadeo Arredondo y Álvaro Carrillo, que aunque este último nació en Oaxaca, lo asumimos como guerrerense.
Se nos fue nuestro gran bohemio y trovador, amigo amigo, compañero de fiesta, de prolongadas noches de disfrute y largos días de alegría y derroche de anécdotas e historias de vida, de sus viajes y sus afectos: su querida esposa Alba Reina Aguirre, sus hijas y su hijo, su cuñada Blanquita Reina y su cuñado Ramiro, que también se nos adelantó. Se intensificó nuestra amistad y nuestras reuniones frecuentes cuando cantaban y tocaban a dúo con el doctor Raúl Fernández, también originario de Petatlán y herederos los dos del repertorio del gran Cheque Cisneros.
Estamos de luto, del luto y el dolor más profundo, del que duele en el alma y en el corazón, del que la razón se niega a aceptar. Pero también de la intensidad de los grandes recuerdos, del disfrute del paso por la vida. Confieso que la ruta de mi vida habría sido incompleta si en mi paso por ella no hubiera conocido, y sobretodo convivido con Sergio Fernando y Alba Reina. Ambos, pareja pareja. Entrañables. Agradecido de haberme acompañado en mi último cumpleaños el 26 de julio pasado. Él, con su voz y temperamento, Alba, con su poesía y su entrañable amor a Sergio, a los amigos y la fiesta con Sergio Fernando.
Las aguas de todos los mares lloran por Sergio Fernando. Las montañas sienten su partida, las cascadas y los ríos cantan a su vida, sus amigos lo llevaremos siempre en los mejores recuerdos y en lo más sensible de nuestros corazones. Solidarios en el dolor y el luto, estamos contigo Alba y, siempre, como cuando cantaba la emblemática canción que Carlos Puebla compuso al Che Guevara y que siempre la cantaba nuestro gran trovador y bohemio, hoy le digo: Hasta siempre: Sergio Fernando.

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