Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Carlos García Jiménez

BAJO EL ALA DEL SOMBRERO

*Restauración de cuencas, otro pendiente de Ingrid y Manuel

A 10 días del primer año de los trágicos hechos de Iguala, siguen faltando 43.

Hace dos años, en varias entidades del país, Ingrid y Manuel tomó por sorpresa a muchos. Siendo el 15 de septiembre domingo, y además día festivo –por el Grito de Independencia–, estos eventos meteorológicos fueron minimizados, no obstante que días antes ya eran noticia nacional. Desde el gobierno federal, las alertas no se transmitieron a los gobiernos estatales y municipales ni a la población con el rigor que ameritaban esos eventos que juntos ya se movían en categoría destructiva; en Guerrero, que fue la entidad más afectada, la embriaguez, la resaca y la inoperancia gubernamental ante la situación de emergencia, fue una constante.
Los huracanes dejaron tras de sí pérdidas humanas, puentes colapsados, caminos truncados, desabasto de alimentos, casas destruidas, inundaciones en centros poblacionales, alteración de servicios básicos (agua, electricidad, educación y salud), afectación de la actividad agropecuaria, y –raramente mencionado– el deterioro de las cuencas o lechos de los ríos. Los efectos destructivos se extendieron a la casi totalidad de los municipios de la entidad, y a dos años de distancia aún siguen sin atenderse muchos pendientes.
Si durante la etapa de emergencia, en donde lo fundamental era salvar vidas, dotar de alimentos y rehacer los servicios básicos, esto no se atendió con oportunidad y eficacia, tampoco, meses después, en la etapa de reconstrucción, se atendió adecuadamente el restablecimiento de las comunicaciones, la reconstrucción de viviendas y la reactivación productiva; y menos aún se manifestó un mínimo interés por impulsar acciones de restauración de las cuencas hidrográficas destruidas que, ante la ausencia de obras de conservación de suelos y reforestación, fueron la causante directa de la crecida destructiva de los ríos.
La omisión y negligencia gubernamental, expresada hace dos años frente a Ingrid y Manuel, siguen cabalgando. Y aun no se percibe una política pública que con visión estratégica y coordinación interinstitucional, asuma anticipadamente los riesgos ambientales. La restauración de cuencas hidrográficas es el principio y fin de las acciones de mitigación de los riesgos ambientales; es un pendiente que no ha sido retomado suficientemente por las instancias gubernamentales, ni a propósito de los huracanes que provocaron inmensas pérdidas humanas y materiales hace dos años; ni por la reciente sequía atípica que provocó pérdidas de más del 50 por ciento de la producción agropecuaria, y que aún sigue sin atenderse.

Cuencas hidrográficas

Para entender un poco más acerca de la importancia de las cuencas y su papel en la mitigación de los riesgos ambientales, es necesario precisar que una cuenca hidrográfica es una unidad territorial en la cual el agua que cae por precipitación pluvial se reúne y escurre a un punto común o fluye a un río, lago, o el mar.
En razón de los flujos de agua, el territorio nacional está organizado por cuencas en diferentes escalas. Guerrero está ubicado en la cuenca del río Balsas, misma que comparte con otras siete entidades de la parte central del país. Esta gran cuenca se segmenta en otras tantas subcuencas y microcuencas, distinguidas cada una por algún sistema de río o laguna.
En virtud de la importancia de estos reservorios de agua para la vida y el desarrollo de las poblaciones, la Ley de Desarrollo Rural Sustentable de Guerrero establece en su artículo 45: “La Secretaría de Desarrollo Rural, en coordinación con las dependencias respectivas del ámbito federal y municipal, fomentará el manejo y uso sustentable de los recurso naturales y el desarrollo de las actividades productivas, auspiciando como una política rectora la realización de estudios de ordenamiento ecológico territorial y la planeación con enfoque de cuenca, subcuenca y/o microcuenca hidrográfica, considerando esto a escala estatal, regional, municipal, comunitaria, y de predio”
Ante la ausencia de acciones relevantes en esta materia, dicho precepto es ley muerta. Más aun cuando frente al cambio climático y la presencia reiterada de fenómenos naturales destructivos, no existen acciones preventivas ni a corta, ni mediana escala. No obstante, es importante mencionar algunas acciones relevantes que si bien no están generalizadas ya anticipan lo que puede convertirse en una acción amplia y duradera:
Agricultura campesina y ecológica. Basada en el principio de diversidad y eliminación de insumos químicos contaminantes, esta forma de producción permite combinar cultivos de ciclo corto que sirven para el autoconsumo (maíz, frijol, chile, etcétera) con cultivos de mediano y largo plazo (árboles frutales y maderables). De esta forma se preservan los suelos y el agua al combinar plantas con estructuras radiculares que amarran el suelo y aprovechan la humedad del temporal lluvioso.
Programas de conservación de suelos y agua. Impulsados como componentes de algunos programas de la Comisión Nacional Forestal y Semarnat, fomenta la práctica de realizar obras de conservación de suelos y agua en terrenos agropecuarios y forestales. Zanjas-bordo, zanjas-trinchera, muros de piedra acomodada, presas y represas, son algunas de las prácticas tecnológicas que se promueven es esta vertiente.
Programa de Restauración Integral de ecosistemas. Impulsado en este año por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semaren), a propósito de los efectos destructivos de los huracanes de hace dos años, este programa contiene la realización de obras de restauración de suelos y reforestación en la parte alta y media de algunas cuencas hidrológicas de municipios asentados en la región sierra, en donde nacen los ríos. De esta manera se busca recuperar la cubierta vegetal, detener la erosión de los suelos y retener agua; y por consiguiente se pretende rehacer los ecosistemas perturbados por la deforestación, las prácticas agropecuarias inadecuadas y los efectos destructivos de la naturaleza.
Fortalecer estas iniciativas, ampliarlas y convertirlas en políticas de Estado es el reto que tanto gobiernos como ciudadanos deberían asumir en respuesta al mensaje que dejaron Ingrid y Manuel. Pues ya pasaron dos años sin que se anuncie al menos la intención de que se impulsarán acciones que mitiguen las causas destructivas del exceso y escasez de agua.
Hoy, como hace dos años, nuestros gobiernos aún no asimilan la lección de Ingrid y Manuel. Enfrente ya está el huracán social de los 43 normalistas desaparecidos, de los otros desaparecidos y la evidencia cada vez más clara de omisión e impunidad institucional. Además, la inseguridad pública, el crecimiento de la pobreza, los boquetes financieros en las arcas públicas, la perspectiva de un decrépito presupuesto público para el 2016…y todavía, a la vieja usanza –como hace dos años–, seguimos perdidos en los festejos del Grito de Dolores.
A pleno sol… ciudadanos, autoridades comunitarias y organizaciones sociales de Coyuca de Benítez denunciaron públicamente al presidente municipal, Ramiro Ávila Morales, por su actitud omisa a reiteradas solicitudes de información acerca de cómo ejerció el presupuesto 2015 del Ramo 33 destinado a obras públicas comunitarias. En rueda de prensa realizada ayer en la entrada del prácticamente abandonado edificio del Ayuntamiento, una comisión numerosa de representantes ciudadanos señalaron la falta de obras en sus comunidades u obras a medio construir, por lo que solicitan los expedientes técnicos de las mismas. Tras el reclamo social, luego de una reunión con el oficial mayor y el secretario general del Ayuntamiento, el alcalde vía telefónica se comprometió a realizar una reunión de trabajo para el próximo 21 de septiembre en la que se espera que ahora sí presente un informe desglosado del ramo 33, y –junto con el presidente municipal electo– anuncie la reinstalación del Comité de Planeación para el Desarrollo Municipal (Copladmun).

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