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Viven aún en la desesperación y el dolor vecinos de La Pintada a dos años de la tormenta Manuel

Francisco Magaña

Atoyac

A dos años de la catástrofe que vivió la comunidad de La Pintada, cuando fue sepultada más de la mitad de la población, el 16 de septiembre de 2013, tras las lluvias provocadas por la tormenta tropical Manuel, el dolor persiste en esta comunidad enclavada en lo alto de la sierra de El Paraíso, Municipio de Atoyac.
Las casas destacan por sus colores desde lo alto de la entrada de la población, contrastan con la soledad y el dolor que contienen sus habitantes al recordar día a día que 71 vecinos y parientes fueron sepultados por un alud, entre ellos los que estuvieron en la caseta telefónica.
El silencio prevalece en la mayoría de las casas y en las calles donde difícilmente se observan niños jugando.
El colorido de las viviendas no logra cubrir el dolor que expresan sus pobladores, quienes a diario, con los pasos pausados cruzan junto a los memoriales que se construyeron en honor a sus muertos en un huerto lleno de cruces y un cubo de piedra esculpida que honra a la comunidad que sigue de pie. Algunos, para no recordar, dan vuelta por otras calles porque no soportan el dolor de recordad a diario a sus parientes fallecidos.
Uno de los familiares, Celia Carranza Ramírez dijo que aun cuando recibió una casa, sin muebles, vive prácticamente de la caridad y con el dolor de no tener a su esposo Bonifacio Juárez Serrano, que ese día fue al centro de la población para los festejo del 16 de septiembre.
Su casa destaca por ser de las más humildes; con pintura que le regalaron, pintó de manera dispareja las paredes ante la falta de una brocha.
Dentro de la casa hay sólo dos sillas viejas y un armario de madera rústica que le regalaron, así como un catre junto a la habitación donde tiene un altar con la foto de su esposo, sin velas, porque no tiene dinero para comprarlas, pero si con flores silvestres.
La vivienda, dijo, les resulta incomoda; muchos vecinos adecuaron cocinas para sus chimeneas, en su caso hizo su cocina con tablas viejas que le regalaron, “a mí no me dieron ningún mueble como a los demás que tienen camas, sala, refrigerador, estufa y hasta lavadora, no se porqué a mí no, dicen que porque yo no perdí mi casa, sólo a mi esposo”.
Vecinos lamentan que muchos en la desgracia abusaron, recibieron hasta doble vivienda y, por ser amigos de los ingenieros, les hicieron sus casas a su modo, incluso hay una que tiene jacuzzi.
Doña Celia recordó que sus cuatro hijos no fueron al centro del pueblo por petición de ella, preocupada porque la lluvia ya era constante, a lo cual su esposo le dijo, “no tengas miedo, esa es agua para vivir”, ella le dijo que no fuera, “pero no me hizo caso”.
Recordó que justo antes del derrumbe del cerro, una de sus nietas se acercó y le dijo, “nos vamos a morir abuelita, porque el cerro está rugiendo”, luego miró la tierra, “y fue cuando de repente escuchá algo que tronó fuerte, quise llegar a la puerta, pero la tierra se sumía, cuando salimos estaban todos espantados, gritaban: en La Pintada ya no hay nada; les dije que había como lumbre que agarro la tierra, les dije nos vamos a morir, La Pintada se está quemando se veía todo rojo”.
Con lágrimas narró cómo vio que la gente salió corriendo a buscar los cuerpos de sus familiares.
Dijo, “para mí es difícil ver cuando la gente anda en su trabajo, como si anduvieran buscando a sus muertos, es difícil vivir aquí para mí; he querido irme, pero mis nietos me dicen que no los deje, que ellos me quieren”.
Señaló que muchos viven en depresión, que incluso, una de sus vecinas se envenenó por el dolor, “así andamos muchos, quedamos asustados; no quiero estar en mi casa, salgo a la calle y es como si viera a mi esposo en ese árbol donde pusieron su cruz, yo lo encontré al mes, entero gracias a Dios”.
Indicó que cuando llueve tienen miedo, pero están a la voluntad de Dios y observan que siguen los trabajos en el cerro, coordinados por el Ejército, que ahora tiene un batallón en la entrada de la comunidad.
Manifiestan vecinos que no saben ni les han explicado porqué se hacen más trabajos, y destacan unos canales en la parte media del cerro, donde, en letreros indican que está prohibido usar celular.

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