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Gaspard Estrada

La elección de Jeremy Corbyn en el laborismo británico y la izquierda europea

La elección, el pasado fin de semana, del nuevo líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, se asemejó a un pequeño terremoto en las filas de la izquierda europea. Hasta entonces, los laboristas nunca se habían caracterizado por elegir a un líder que tenga un discurso radical contra el sistema financiero y contra las desigualdades fruto de un sistema económico excesivamente dependiente de este último, tal como vive el Reino Unido hoy en día. Este hecho ha adquirido una relevancia particular en Europa, en un momento político delicado para los partidos y movimientos auto-proclamados de izquierda en la región, y más generalmente, en el mundo.
En efecto, desde el fin de la segunda guerra mundial y la publicación del Informe Beveridge en 1946, que marcó la creación de la socialdemocracia europea, el escenario político de la izquierda en esta región se dividía entre, por un lado, los partidos oriundos de las luchas sindicales y obreras de finales del siglo XIX (como el Partido Laborista del Reino Unido), y por el otro, de los partidos comunistas o afines al bloque soviético. A raíz de la caída del muro de Berlín, la mayoría de los partidos de izquierda no comunistas en el mundo entraron a una profunda reflexión sobre su doctrina ideológica. En América Latina, el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil creó, de la mano de la mayoría de los partidos de izquierda de la región, el Foro de Sao Paulo (FSP), que fue el vértice de la reflexión política de la izquierda latinoamericana, que desembocó en la construcción de un discurso abiertamente anti-neoliberal. Por el contrario, el debate político-ideológico existente en Europa después de la caída del muro de Berlín siguió el camino inverso, en el sentido de que el fin de la Unión Soviética y los regímenes europeos bajo su férula fue percibido como una victoria ideológica. Por ende, el “mercado” pasó a ser visto como un elemento no sólo importante, sino esencial en la construcción del discurso de la izquierda no comunista europea. El ex director de la London School of Economics (LSE), Anthony Giddens, dio una columna vertebral a esta orientación política, al publicar en 1998, en coautoría con Tony Blair, el ex primer ministro británico, y por ende, líder del partido Laborista, el libro La tercera vía: la renovación de la socialdemocracia. De ahí surgió toda una generación de líderes políticos europeos como Blair, Gerhard Schroeder en Alemania, Lionel Jospin en Francia y Romano Prodi en Italia, que dirigieron sus países en un –raro– momento en el que los partidos progresistas fueron mayoritarios en la Unión Europea. Paradójicamente, estos líderes usaron esta mayoría política para impulsar el papel del mercado dentro de la construcción política de la Unión Europea, al tiempo que los movimientos políticos más a la izquierda se veían condenados al ostracismo político.
Sin embargo, la llegada de la crisis económica en 2007-2008 cambió sustancialmente la correlación de fuerzas tanto en el espectro derecha-izquierda en Europea, como en el debate ideológico propio de la izquierda. En primer lugar, la mayoría política de la fuerzas progresistas dio paso a una nueva mayoría política conservadora, encarnada por la canciller alemana Angela Merkel (que llegó al poder en 2004). En segundo lugar, los efectos extremadamente duros en términos sociales de la crisis económica europea pusieron en entredicho la pertinencia del modelo económico que ha sido aplicado durante los últimos treinta años, incluso por los gobiernos de los partidos de la socialdemocracia europea que habían sido, en parte, sus formuladores. A partir de ahí, los partidos de esta corriente política han tenido muchas dificultades en articular un discurso convincente, que les permita ganar elecciones y mantenerse en el poder. A pesar de la llegada de François Hollande al poder en Francia, en 2012, la Unión Europea no ha sido reorientada política ni económicamente.
Es en este marco que movimientos políticos de izquierda que no encontraban una representación política real dentro de los partidos “tradicionales” europeos han venido creando tanto partidos como un discurso marcadamente volcado a la lucha contra las políticas de austeridad, con resultados desiguales hasta ahora. Podemos, en España, Syriza, en Grecia, son dos de los principales exponentes de esta nueva realidad política. Sin embargo, ningún partido “tradicional” había decidido dar un giro en su discurso con relación a la política de austeridad. Ahí radica la novedad política de la elección de Jeremy Corbyn, sabiendo que es de ese partido que surgió la matriz del pensamiento político predominante en la socialdemocracia europea. Sólo el tiempo nos dirá si este cambio se verá reflejado en hechos políticos concretos, y sobre todo, en una reorientación política de la Unión Europea.

* Analista del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC) con sede en París.

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