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Del periodismo que floreció en novela: la trayectoria literaria de Elena Poniatowska

Justicia y memoria son los ejes de la escritora nacida en París en 1932 y radicada en México, desde los 9 años, ganadora del Premio Seix Barral, en 2011, y, desde luego, del Cervantes 2013

 

Hace 10 años, Elena Poniatowska reveló en Monterrey el origen de su novela El tren pasa primero, basada en la vida del Demetrio Vallejo y de la lucha que encabezó paralizando al país del medio siglo: cuando la escritora le preguntó a un estudiante si sabía quién había sido él y el chico le respondió “¡ni idea!”, supo que debía escribir su vida, aunque fuese bajo el personaje Trinidad Pineda Chiñas, trazado desde la ficción.
“Por eso comencé a sacar del polvo las entrevistas que le hice a Vallejo en la cárcel”, confesó la autora de 83 años. “Empecé a escribir algo de la vida de Demetrio (como reportera), pero cuando iba a leerle lo que llevaba escrito levantaba los ojos y lo veía durmiendo. Dije: ‘Si él se duerme, esto es un fracaso; más se van a dormir los lectores’. Guardé todo. Lo dejé por la paz y ya no lo publiqué”.
Hasta que todo floreció en una novela.
Justicia y memoria son los ejes de Poniatowska. Sea desde el periodismo o la literatura, la autora nacida en París en 1932 y radicada en México, desde los 9 años, ha escrito una obra que, hay que recalcarlo, proviene de sus libretas de reportera.
Así lo reiteró hace días, al presentar en el Palacio de Bellas Artes su más reciente novela: Dos veces única (Seix Barral), basada en la vida de María Guadalupe Marín Preciado, Lupe Marín, quien fuera pareja del muralista Diego Rivera y del poeta y crítico Jorge Cuesta.
Para narrar a esta Coatlicue feroz y, a la vez, eje de la vida cultural de la primera mitad del siglo XX mexicano, Poniatowska partió de la entrevista que le realizó a la propia protagonista en 1976, así como a familiares y testigos de aquellos días insólitos.
Como en Tinísima o Leonora, la nueva novela de la autora de La piel del cielo apuesta por una gran crónica en la que cada línea es un reportaje cultural de altos vuelos y donde predominan los diálogos, las voces.
Esto se debe a que, desde que inició en el periodismo en 1953, los entrevistó a todos. Y apuntó. Así lo dijo:
“Yo escribo a partir de lo que oigo, del material tan rico que viene de las entrevistas. Es muy difícil hacer una división entre ficción o realidad, puedo decir que ‘en el aire las compongo’, y lo que no sé, lo suplo”.
“Por ejemplo, nunca conocí a Tina Modotti, nunca pude saber cómo hacía el amor, cómo lloraba o cómo se desesperaba o cómo pegaba en los muros papelitos para darse fuerza después de que le asesinaron a su amante Julio Antonio Mella, pero lo imaginé todo a partir de mis limitaciones, a partir de mí misma”.
“En el caso de Lupe Marín, la entrevisté, y con esa base, esa fundación u obra negra, levanté también la vida de Leonora Carrington, a quien también entrevisté cuando era joven y ya después viejita. Algunos escritores escriben a partir de sí mismos, de su mamá, de su papá, de quienes se enamoraron, de las patadas que dieron o que les dieron, o del nacimiento de sus hijos”.
En su caso, no es así. Si la novela, apunta, es una biografía inmensa de cada ser humano, su literatura es un fresco atado como vela a las voces que suben de la calle, de las entrevistas, de sus crónicas.
Lo apuntó en un texto repartido a los reporteros en la presentación: “Soy periodista. Mi oficio consiste en escuchar y retener, ir y volver, mirar y contar. Me gusta mucho oír y que me informen, apuntar rápido, rápido en una libreta Scribe, ‘reportear’”.
“También me encanta recortar al prójimo. Cada día, como un carpintero, como un barrendero vuelvo a lo mismo. Recojo. Recojo voces. Recojo caras, recojo manos, recojo ficciones, recojo prodigiosas mentiras que son la verdad de cada uno”.
Agrega en el texto: “Desde los 21 años trabajo como burro. ¿Sirve de algo? ¿Ha servido para algo?”. Se le pide una respuesta.
“Uno siempre se pregunta eso, ¿no? Sobre todo ahora en este país que no está en jauja, por lo que que vivimos en el abandono. Yo soy privilegiada: tengo casa, un perro, gatos, libros, nietos, pero ahora uno no sabe a dónde va a dar este país”.
“En el periodismo, este pensamiento te acompaña todo el tiempo: no sabes cómo te va a ir, si vas en la última plana, si te cortan la nota en la mejor parte, la que sudaste. Pero, sí, valió la pena. Sigue valiendo la pena”. (Daniel de la Fuente / Agencia Reforma / Monterrey).

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