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Compartirán el músico Mario Lavista y el cineasta Nicolás Echevarría sus vivencias con los huicholes

*Ambos son mancuerna en el cine con cintas como María Sabina, El niño Fidencio,  Cabeza de Vaca y Eco de la montaña, que se proyectará hoy en El Colegio Nacional

Érika P. Bucio / Agencia Reforma

Ciudad de México

Mario Lavista, el cinéfilo, es devoto de Federico Fellini. Encuentra en él a uno de los grandes artistas del siglo XX que tuvo como colaborador a uno de los grandes músicos del cine: Nino Rota.
Su propio camino en el cine data de 1973 cuando escribió la música para una película de 20 minutos, Judea, Semana Santa cora, de Nicolás Echevarría. Recurrió a sonidos y timbres producidos únicamente por el sintetizador de música electrónica del Conservatorio Nacional. Esos sonidos electrónicos a veces tratan de imitar el sonido ambiental de la fiesta de los coras, de ciertos animales. Casi puede asegurar que es la primera película mexicana con música electrónica. Y desde entonces son mancuerna en el cine, con cintas como María Sabina, El niño Fidencio y Cabeza de Vaca.
Echevarría ha llegado al punto de editar escenas a partir de la partitura de Lavista y el compositor confía ciegamente en el instinto musical del cineasta.
“He tenido la fortuna de hacer música de película sin ser un músico profesional de cine, en el sentido que lo fueron Raúl Lavista (su tío), Manuel Esperón, (Antonio) Díaz Conde. Soy un intruso”, responde Lavista.
Su más reciente colaboración es el premiado documental Eco de la montaña (2014) que se proyecta hoy a las 19 horas en el Aula Mayor de El Colegio Nacional (Donceles 104, Centro), acompañado de un diálogo entre Echevarría y Lavista.
El cineasta tuvo noticia de un mural hecho por el artista huichol Santos de la Torre con más de 2 millones de chaquiras en la estación Palais-Royal, acceso al Museo de Louvre, en París. Por el material de archivo, supo que no fue invitado a la inauguración con el entonces presidente Ernesto Zedillo.
Echevarría fue a buscar a Santos hasta su rancho en Mesa del Venado, en la Sierra Madre Occidental. Lo encontró viviendo sin agua y sin electricidad.
Decidió que aquello sería el prólogo de un documental. Abordaría la relación entre arte y religión de los huicholes y le comisionó a Santos un nuevo mural que serviría como guión para la película.
“A través del mural (Santos) explica la cosmogonía del pueblo huichol, sus lugares sagrados más importantes. Al mismo tiempo debía visitarlos para pedir permiso para realizar el mural, incluyendo Wirikuta, en San Luis Potosí”, relata Echevarría.
¿Qué música correspondía escribir a Lavista? En el documental, lleno de rituales, hay muchas escenas con música huichola. Optó por la discreción para crear atmósferas sutiles, fiel al consejo de su tío Raúl: la buena música de película es la que no se oye.

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