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Piden auxilio vecinos de Huitzapula Norte, Atlixtac, que perdieron casas y todas sus cosas en el deslave

*El hundimiento de tierra destruyó 22 casas, la iglesia, su comedor y el curato, el tablero de basquetbol, arrastró postes del cableado eléctrico y carros de los pobladores. Piden que Protección Civil evalúe situaciones de riesgo, “tenemos que irnos o no, allá abajo tenemos miedo de que siga, y si llueve tenemos más peligro”, reclaman

Carmen González Benicio y Antonia Ramírez

Huitzapula Norte, Atlixtac

“Vi cómo se partió mi casa, sentí miedo y tristeza”, contó Faustino mientras su mirada buscaba algo que pudiera rescatar “porque nos fuimos sin nada, estábamos almorzando cuando la tierra se empezó a mover, oímos mucho ruido y salimos corriendo”.
Faustino tiene 10 años y ahora vive con familiares que le dieron alojamiento porque su casa se destruyó el 3 de octubre en la colonia Monte Sinaí, de la comunidad me’phaa de Huitzapula Norte, en Atlixtac.
Hablamos con Faustino en el lugar donde yacía su casa de adobe y lámina destruida, que se partió a la mitad, donde sobresalían las maderas de soporte, los utensilios de la cocina como ollas de barro, y el carro, fuente de trabajo de su padre, que estaba de lado y semienterrado en la tierra con varios envases de los refresco que vendía.
Dijo que había regresado porque le preocupaban sus libros de cuarto grado de primaria, que por las prisas no pudo sacar, y por su hermano mayor, quien expresó en me’phaa lo que había pasado, lo que Faustino intentaba traducir al poco español que maneja.
Ambos, mientras hablaban, rebuscaban entre los escombros cosas que pudieran llevarse; no encontraron los libros ni otras cosas, pero sí se llevaron la preocupación de qué haría su papá para reconstruir su casa, si el terreno donde estaba, “no está bueno, está rajado y se hunde, dónde viviremos con mis hermanitos”, preguntó preocupado.
En esa situación estaban otras 22 casas, la iglesia, su comedor y el curato, el tablero de basquetbol del espacio acondicionado como cancha, cuyo suelo era de tierra cubierto con zacate, pero que desapareció en las grandes cuarteaduras que dejó el hundimiento de tierra.
Se observó una decena de postes del cableado eléctrico sepultados por la tierra o las viviendas de donde sólo emergían los cables rotos; y unos cinco carros semienterrados.
En varias partes del terreno se observaron cultivos de maíz, frijol, garbanzo que quedaron en medio de las grietas.
Los vecinos cercanos al lugar subieron a verificar las afectaciones de la colonia, y ahí manifestaron su preocupación de que esto avanzara y llegara a sus casas, por lo que exigieron que las autoridades les dijeran la verdad, “tenemos que irnos o no, allá abajo tenemos miedo de que siga y si llueve tenemos más peligro”, comentaron.

El recuento

Un vecino que vive frente al cerro, donde estaba la colonia Monte Sinaí, contó que hacía días que no llovía, pero había periodos en los que la lluvia se mantuvo dos días, y que seguramente eso ocasionó el hundimiento, porque desde hace años en algunas partes hay derrumbes.
“Cuando me levanté, empecé a ver que algo ocurría; se oía ruido y la tierra bajaba poco a poco, algunos empezaron a salirse”, eran entre las 3 y 4 de la mañana, recordó.
Dijo que para el almuerzo, como a las 8 de la mañana, se veía que la gente salía; algunos se llevaban pocas cosas, y el hundimiento y los ruidos continuaban.
“Es malo para la gente porque ya no tienen a dónde irse a vivir, ya no tienen terrenos a dónde puedan hacer sus casas, y bueno que haya pasado temprano, porque si hubiera sido en la noche hubieran muertos muchos sin darse cuenta”, comentó.
Contó que desde su casa veía cómo iba avanzando el deslave y las grietas sobre el terreno, cómo las casas cedían, algunas sin dejar rastro.
Recordó que estaba al pendiente porque la tierra bajaba a la barranca que atraviesa el poblado, “ese es el pendiente que tenemos, que se llene y se venga de este lado, porque nos afectaría”, dijo.
La barranca causa a los pobladores incertidumbre por la acumulación de agua que pudiera, en algún momento, desbordarse, ya que la fuerza afectaría las casas de la parte baja de donde, dijeron, “algunas familias ya se salieron”.
Otros vecinos que caminaban a sus casas provenientes de la iglesia, todavía con velas y flores en sus manos después de la celebración al santo patrón de la comunidad, San Francisco de Asís, dijeron que estaban bordeando el cerro porque el camino que usaban se había perdido en el deslave, “tenemos que subir porque vivimos más arriba y ahorita no tenemos luz”.
Al respecto, el vecino Agustín Hernández Pacheco dijo que el deslave inició en la madrugada, y que él se dio cuenta porque estaba en el centro del poblado, como organizador de la fiesta religiosa, cuando iba subiendo a su casa observó que el camino tenía cuarteaduras que se iban haciendo más grandes y se escuchaban fuertes ruidos.
Le pareció notorio que el deslave avanzaba, optó por sacar a su esposa y sus dos hijos, con algo de ropa y cobijas, y dejarlos en el campo, lejos del lugar que durante todo el día fue hundiéndose hasta colapsar, romper los cables de luz al caer los postes. Esto duró todo el día, y casi a las 9 de la noche el panorama ya era de desastre.

El albergue y sus necesidades

El deslave y hundimiento de tierra provocaron que, “algunos (vecinos) se subieron al cerro para vivir, porque perdieron su casa, otros están con familia y otros están en la escuela primaria Aquiles Serdán”, informaron los vecinos que se acercaban para ver el desastre.
En la escuela abierta como refugio están las familias que salieron de sus casas después de perderlas; fueron ubicadas en unas aulas con el apoyo de Protección Civil, y luego los militares del 93 Batallón de Infantería con sede en Tlapa, echaron a andar su plan DN-III para auxiliar a los pobladores en contingencia, comentó un militar.
Médicos y enfermeras acudieron a atender a la los vecinos y empleados del Ayuntamiento de Atlixtac.
El 4 de octubre se proveyó el espacio con energía eléctrica, después de que la mujeres cocinaban en el patio con leña, y en el interior de los salones se alumbraban con velas; algunos petates les sirvieron de cama, mientras empezaron a llegar algunas colchas.
Vecinos que se quedaron en el albergue pidieron ayuda de los vecinos, entre otros, utensilios para cocinar, ya que pocos alcanzaron a sacar sus ollas, platos o tazas.
El vecino Agustín Hernández Pacheco pidió, “necesitamos agua y alimentos, y ropa para la gente que salió afectada, las casas están inservibles, por ahora tendremos comida en el comedor comunitario, pero no hacen falta otras cosas y las casas están inservibles”, dijo.
Agregó que por ahora “se calmó un poco… porque la tierra que cayó ya chocó con otra parte del cerro, el riesgo que tenemos ahora es el agua que se está estancando, porque la tierra lo está deteniendo”, dijo.
Agregó que sacó de su casa a un lugar donde no corrieran riesgo a sus dos hijos, una niña y un bebé, pero no alcanzó a sacar más que unas ropas y cobijas.
Dijo que son más 100 vecinos los que ahora padecen el frío, que se quedaron sin casa, por lo que pidieron ayuda al gobierno ya que requerirán un terreno para hacer su casa nuevamente.
Otro vecino, Paulino Sánchez Cornelio dijo que llegó al albergue porque la lluvia derrumbó su casa, “y todas mis cosas se fueron dentro de la tierra, con trabajo saque a mi familia, mi ropa”.
Agregó, “no hay casa, todo se cayó, se acabó todo y ahora necesitamos tierra para hacer nuestra casa, porque no hay más tierra, donde vamos hacer más casa, no hay más tierra, quedamos viejo, tristes y sin casa, al menos Dios nos ayudó a salir”.
Dijo que necesitan que los apoyen con viviendas, pero primero es necesario conseguir un terreno, porque ya no hay, y que lo inmediato son víveres, ropa, utensilios de cocina, mientras esperan en el albergue la respuesta de las autoridades.
Los vecinos insistieron en la necesidad de que se emita un dictamen de Protección Civil sobre los riesgos o qué zonas están frágiles, para salirse del lugar.
Antes de que se supiera del deslave, en una comunidad cercana asesinaron a tres vecinos, por lo que se sentía un ambiente tenso, porque “los tiroteos seguían”, en la comunidad de Ocopexco, donde, supuestamente habían asesinado a un niño.
El conflicto entre las comunidades es agrario, y por eso las mismas autoridades municipales llamaron a andar con precaución por la zona.

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