Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

El valor de la historia

Armando Escobar Zavala

 “La libertad fue proclamada. La igualdad fue olvidada”. Los cinco soles de México. Carlos Fuentes.  

La administración lopezrosista se ha caracterizado por la ineficiencia y la ambición política. A pocos meses de iniciado su gobierno, miles de acapulqueños han hecho una semejanza metafórica de una frase histórica: “Nunca votaron tantos por tan poco”. En lugares distintos, Carlos Zeferino Torreblanca Galindo y Alberto López Rosas pasarán a la historia. El primero por haber sacado al PRI del gobierno municipal, en tanto que el segundo, ceteris paribus, trascenderá por haber regresado la administración a un partido opositor del sol azteca, gracias a la ineficiencia y la frivolidad. Por cierto, no terminamos de entender la adicción a las encuestas y a la publicidad del compañero López Rosas.

Es lamentable que después de la fiesta cívica del 6 de octubre, hayamos entrado a un aburrimiento electoral en las campañas a diputados federales pese a su relevancia en el escenario nacional. Esto tiene su razón de ser. Al impertinente presidente municipal –él se definió así en campaña, no es un adjetivo mío– le ganó la ambición de controlar Acapulco. A diferencia de Zeferino quien se apartó del proceso del partido que le postuló, el hijo putativo de La Laja metió hasta las patas para imponer candidaturas, por lo que el actual proceso electoral es, más que un proceso por la democracia, un acto de legitimación de la imposición. ¿Se puede legitimar la ilegalidad? Le hemos dado la vuelta a la página en poco tiempo. En corto lapso hemos desprestigiado la alternancia para seguir haciendo lo mismo que el otro invencible PRI.

Hemos comprobado que la dirigencia municipal del Partido de la Revolución Democrática juega el triste papel de apologista o jilguero oficial de su jefe político: el presidente municipal y no ha sido capaz, por ineptitud o complicidad, de encontrar las palancas para moderar el poder presidencial municipal. Después de todo, o ante todo para decirlo correctamente, esta última debe ser la naturaleza del partido.

Lo que parece más preocupante es que el futuro que se insinúa en campaña no ofrece ninguna cuerda para imaginar la superación de nuestros atascos. No lo hay por doble cuenta. En primer término, no se encuentra la militancia perredista identificada con los candidatos impuestos por el Comité Ejecutivo Nacional y en segundo lugar, vemos que las propuestas de los candidatos están plagadas de lugares comunes. ¿Qué quiere decir la propaganda política con eso de que “es tiempo de los jóvenes, de las mujeres o de los niños”? Entonces, ¿ayer era el tiempo de qué? ¿Y mañana de que será tiempo? Sabia virtud de manosear el tiempo. Hemos extraviado la bondad de las intenciones por la demagogia. En otras palabras, la dirigencia del PRD quiere conducirnos a ciegas por los senderos de intereses ajenos a los programas y principios que fueron la génesis de este partido, pese a que ellos pongan a la democracia entre la vida y la muerte. De la propuesta han construido híbridas ofertas de campaña, cayendo en la demagógica frase: “Seguiremos avanzado”. En qué o para dónde.

Me pregunto si no se trata de una herencia de la vieja cultura política. Parecemos estar condenados a una pesadilla nietzscheana, la del eterno retorno de lo mismo. Recordemos, agrega Roger Bartra, que la clase política se cocinó en el guiso mediocre del priísmo. Es el caso del actual alcalde de Acapulco, matriculado en la escuela de la nueva política, de la política moderna de José Francisco Ruiz Massieu. Por cierto, si aquella era moderna, ¿cómo se llama la actual y cómo nos llamará a nosotros el porvenir? Debo reconocer que el priísmo ha tenido mejores escuelas.

No es demasiado tarde. En las pasadas elecciones, con su voto miles de acapulqueños volvieron a derrotar a la tiranía del partido tricolor, pero ganó la tiranía perredista. Fuimos huérfanos de vuelta. La fiesta cívica desdibujó el proyecto de partido. En palabras del historiador Enrique González Pedrero, Acapulco se convirtió en el municipio de un solo hombre y no exactamente el más inteligente. Esta es nuestra paradoja. Un partido político es como una anunciación. Es tan importante por lo que logra como por lo que se promete. Su vigor puede medirse por sus caídas pero también por su capacidad para levantarse, para enmendar sus errores y reanudar su marcha. Es este el reto del PRD. Está obligado a todos a recordar que es todo lo que ha sido, pero también todo lo que le falta ser y hacer. Lo que falta por obtener también será fruto de la demanda social y cultural.

El PRD tiene una urgente agenda en México, y estoy convencido de que ser mayoría en el Congreso no debería ser la prioridad, si con ello debemos de sacrificar los principios. La verdadera agenda de reformas políticas y sociales no se construirá desde el Congreso, eso es demagogia o tomadura de pelo. La agenda nacional requiere del concurso activo y actualizado de la sociedad civil y debo señalarlo, de lo mejor de la militancia perredista. Afirmemos el valor supremo de la historia.

Que no se apodere de nosotros el pesimismo, sedimentemos el camino aunque parezcamos irrespetuosos y pongamos fin a las transformaciones epidérmicas y a todo aquello que tenga que ver con la negación de la democracia. Alteremos, si tenemos que alterar, la disciplina partidista. ¿Quién se encapricha en negar que este partido es fruto del estoicismo y de la indisciplina?

 

  1. Saludo la honestidad y congruencia política de las compañeras legisladoras Gloria Sierra y Yolanda Villaseñor, cuyo gesto dignifica el Poder Legislativo. Estoy seguro que miles de guerrerenses aplauden su decisión de haber renunciado a la vergonzosa complicidad.

Transcurrido mas de un siglo desde la muerte de Benito Juárez y el final de su gobierno, son más vigentes sus palabras: “Bajo el sistema federativo los servidores públicos no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad… No pueden improvisar fortunas ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir en la honrosa medianía que proporciona la retribución que la ley señale”.

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