Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

No es soldado activo el normalista desaparecido; salió del Ejército en 2013, explica su papá

*Después de la tormenta Manuel, Julio César López Patolzin, uno de los 43 estudiantes, dejó las fuerzas armadas tras sufrir un accidente en el que se lastimó la cadera, informa Rafael López Catarino. Desde que se publicó que era militar su familia ha vivido una campaña de desprestigio, denuncia

Lourdes Chávez

Tixtla

Afable y firme, Rafael López Catarino da la cara por su hijo, Julio César López Patolzin, uno de los 43 alumnos desaparecidos de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, que según la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) era un soldado activo durante los ataques del 26 y 27 de septiembre de 2014.
Con el modo sencillo de un campesino, aclaró que su hijo abandonó las fuerzas armadas en 2013, después de la tormenta Manuel, un año antes de buscar un espacio en la Normal Rural.
En ese lapso de tiempo trabajó con su tía en un molino de nixtamal, porque estaba imposibilitado para hacer labores pesadas, pues se lastimó la cadera en una caída durante la contingencia, fue hospitalizado, pero no le dijo a sus padres para no alarmarnos, hasta que volvió a casa.
“Me dijo, ‘ya no voy a poder andar con mi mochilota (de soldado) en la sierra’, y yo le respondí, no pus si te sientes mal ya no vayas, esperemos a ver si puedes entrar a la Normal”.
Subrayó que él lo animó a buscar un espacio en la escuela, porque antes de entrar al Ejército, Julio César quiso estudiar en la Normal y no lo aceptaron.
Cuando el joven terminó la preparatoria, daban prioridad a aspirantes de otros municipios, e incluso de otros estados de la República, aseguró.
Pero siempre que iban con sus dos hijos mayores a trabajar las tierras, que están 200 metros atrás de Ayotzinapa, y escuchaban practicar a la banda de guerra, Julio César le decía que un día iba a estar tocando ahí, con ellos.

Da la cara por su hijo ante la campaña de desprestigio que ha enfrentado su familia

Ahora que el estigma cayó sobre su hijo desaparecido, no se puede quedar callado, “nos lastima a nosotros, yo tengo que dar testimonio porque, si no qué van a decir…  ¡ah!, ya no quiere decir nada, voy a seguir dando lo que yo sé”.
Con esta determinación está respondiendo a las llamadas telefónicas que recibe de noticieros, y da su testimonio al aire.
Recordó que, cuando se publicó por primera vez que su hijo fue militar, hace dos meses, comenzaron las agresiones verbales a sus familiares, incluso a él en la Normal Rural, de la que se ha distanciado por cuestiones de salud.
A los padres llegó el rumor de que Julio César López había vuelto a su casa, y le reclamaron que esa era la razón de que ya no iba a la escuela, pero el les respondió, “vengan, yo también lo quiero ver, si de verdad les interesa mi hijo, tráigamelo, busquen a los 43”.
A uno de sus sobrinos, maestro, sus compañeros le decían que Julio César era responsable de la desaparición de los normalistas. Esas posiciones dañaron a toda la familia.
Ahora que el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Salvador Cienfuegos Zepeda, dijo en cadena nacional que el nombre de uno de los desaparecidos de Ayotzinapa coincidía con el de soldado registrado en el Ejercito, y que seguramente era el mismo, opinó que si su hijo sigue registrado en el Ejercito, es porque alguien aprovechó su ausencia para cobrar el pago. Ratificó que el normalista se separó del Ejército con más de un año de anticipación, y su mamá lo llevaba a médicos quiroprácticos, “porque se sentía torcido”.
No obstante, entró a la Normal con la esperanza de quedarse porque no se encontraba en los primeros lugares de prioridad, y antes de los ataques, le confió muy contento que ya se había quedado.
“Él era uno de mis hijos que más me apoyaba, si yo no estaba me iba a buscar, me llevaba un taco en la noche, cuando caía el agua (de la lluvia), a las 3 de la madrugada se iba conmino a cortar elote, a las 9 de la noche estábamos lavando jícamas”.
Insistió en mostrar el plantío de flores de terciopelo que sembró este año (para venderlas en días de muertos), rodeado de guías de jícamas y de pepinos, estos últimos no se desarrollaron por las lluvias escasas. Ahí, indicó, trabaja con el mayor, y Julio César, el segundo de sus cuatro hijos.
Su padre recordó que cuando Julio César tenía unos 12 años de edad, entre los surcos le picó un alacrán, lo llevó a casa y le puso todos los remedios caseros de los que tenía conocimiento, lo metió a la cama, encendió la televisión y le dijo que no saliera a la calle porque al aire fresco le haría daño. “Pero regresé, no se fuera a trabar, le pregunté, cómo te sientes, bien (dijo), así quieres estar en la cama y viendo la tele, ¿verdad?”, y ríe de la anécdota.
En la entrada de la casa, una pared completa ocupa un altar de santos y cristos, abajo de las imágenes hay una mesa con imágenes religiosas, flores y veladoras, entre ellas el retrato del rostro del normalista que ha estado presente en decenas de manifestaciones.

No fue atendido en el hospital militar, como se rumoró tras de don Rafael sufrió un preinfarto

Don Rafael indicó que, en este periodo de mucha tristeza sufrió un preinfarto y lo llevaron al hospital Raymundo Abarca Alarcón, con el apoyo del Ayuntamiento, donde trabaja también como chofer  de pipas de agua.
Precisó lo anterior porque entre los rumores ligados a esta campaña de desprestigio, dijeron que fue atendido en el hospital militar.
Informó que alumnos de la Normal llamaron al celular de su hijo la madrugada del 27 de septiembre, y su ubicación era el 27 Batallón de Iguala. Estimó que debe seguir ahí, “porque a los estudiantes les quitaron muchas cosas”.
De la última comunicación personal que tuvo con sus primos, don Rafael reveló que Julio César dijo que iba a apagar el teléfono “porque los iban a golpear”.
En su familia hay maestros egresados de Ayotzinapa, “porque es la única escuela que cobija a los pobres”.

468 ad