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La dirigencia estatal del PRI despide al líder de la CTM Torreblanca Gómez

Acuden también el alcalde López Rosas y el senador Armando Chavarría

 

Asisten unas 200 personas, entre líderes y familiares. Muy poca, ausente casi, la base sindical

Aurelio Peláez Era la 1 y cuarto de la tarde cuando el gobernador René Juárez Cisneros, el alcalde de Acapulco Alberto López Rosas, el candidato del PRI al gobierno del estado, Héctor Astudillo Flores, el presidente de este partido, Héctor Vicario Castrejón, y el senador perredista Armando Chavarría Berrera, coincidieron en el velorio del líder de la Federación de Trabajadores del estado de Guerrero (FTEG), José Luis Torreblanca Gómez.

A los actos funerales comenzaron a desfilar desde la mañana dirigentes de sindicatos del puerto. El cuerpo de Torreblanca Gómez, quien falleció este jueves en la ciudad de México, llegó a la funeraria Cipreses poco después de las 3 de la mañana. Desde las 10, comenzó el velorio.

La CTM, los cetemistas, daban la despedida a su líder estatal, quien falleció en forma inesperada. Por ahí desfilaron dirigentes de sindicatos de la hotelería y la gastronomía, como César Landín, Félix Liera, Felipe y Lucino Loyo; los dirigentes de estibadores, Federico Marcial, y de transportistas, Jesús Bernal; el dirigente de taxistas y actual delegado estatal de transportes, René Morales; el presidente de la Junta de Conciliación y Arbitraje, Jesús Aparicio, y el delegado del Infonavit, Eduardo Montañés.

Como a las 11 llegaría la secretaria de Turismo estatal, Guadalupe Gómez Maganda, quien estaría cerca de tres horas en la funeraria, por los rumbos de la Laja, en espera del gobernador.

A las 12 y 50 llegaría la plana mayor el PRI estatal. En una misma camioneta, el candidato a gobernador, Héctor Astudillo, y el dirigente en Guerrero, Héctor Vicario. Con ellos llegaron Erika Luhrs, la secretaria general, Miguel Mayrén, líder del sector popular, y Moisés Carbajal, el del campesino, así como María Inés Huerta, la lideresa de las mujeres.

Llegarían atrás Oscar Hernández, el dirigente en Acapulco, y Alma Clarisa Rico, la secretaria general, así como los regidores José Guadalupe Perea, Hipólita Hernández, Rogelio Villanueva, y antes Mateo López y Jesús Gómez Nava.

“Descansa en paz, líder”, se leía en el medallón de un auto, en letras escritas con tinta blanca para zapatos.

En el transcurso de la mañana fueron llegando coronas de flores. La calle de acceso a la funeraria se fue llenando de autos. En el lugar, había unas 200 personas, entre líderes y familiares. Muy poca, ausente casi la base sindical.

Después de la llegada de la dirigencia priísta, prácticamente solo, acompañado de su jefa de prensa en Acapulco y de su chofer, llegó el senador perredista Armando Chavarría. “Es Chavarría”, dicen los sindicalistas al verle llegar, quien no ven en el personaje a un extraño, enemigo o contrincante del sindicalismo o del priísmo.

Diez minutos después llegaría el gobernador René Juárez, y tres minutos más tarde el alcalde Alberto López Rosas, quien asistió con el procurador de la Inversión, Antonio Palazuelos. Todos coinciden además con la hora de una misa dentro de uno de las salas de la funeraria, de manera que los políticos apenas se hablan. Veinte minutos después salen Astudillo, Vicario y Mayrén; a la media hora López Rosas, y a los 40 minutos René Juárez, quien platica con la esposa, hijos y familiares de Torreblanca.

A esa hora se ve a Rodolfo Escobar Avila, el líder de la sección 12, cuyo caso –el paro en el hotel Continental Emporio, que derivó en la decisión del cierre del mismo por parte de los empresarios, y antes el del estallamiento a huelga en el Hyatt que también provocó una amenaza de cierre de la gerencia– fueron los temas que fue a tratar Torreblanca con el líder nacional de la CTM Leonardo Rodríguez Alcaine a la ciudad de México, en donde sufrió el infarto.

A las 2 de la tarde, casi todos los políticos se han retirado. Quedan los líderes sindicales. Entonces, de algún lado surge el rumor de que llegaría a la funeraria Rodríguez Alcaine, lo que hace regresar a reporteros y algunos dirigentes y retrasa el comienzo del traslado del cuerpo para su sepelio. Una hora después, alguien logra contacto con los auxiliares del octogenario líder de la CTM, quien desmiente la versión de sus asistencia. Empieza entonces la marcha.

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