Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

PLAZA PUBLICA

Aguascalientes  

Miguel Ángel Granados Chapa  

Oscar González Rodríguez es un político serio, cuyo trayecto público le permitió ser en breve tiempo dos veces subsecretario de Estado y, como diputado federal, significarse como presidente de una importante comisión legislativa y como promotor del grupo Reflexión, que pretendió que los legisladores pensaran con su propia cabeza. Por eso no puede entenderse que haya renunciado a la candidatura priísta al gobierno de Aguascalientes sólo porque una llamada anónima lo puso en conocimiento de una conjura en su contra, surgida del seno mismo de su partido, desde la secretaría general, la segunda posición en el mando del PRI.

González Rodríguez está, o estuvo vinculado a Roberto Madrazo, que lo hizo vocero del comité nacional tricolor durante algunos meses del año pasado y comienzos de éste. Esa liga permitiría suponer que el lance del candidato renunciante contra Elba Ester Gordillo fuera el lance de Madrazo, necesitado de una coyuntura para deshacerse del lastre que para sus vuelos significa el que cogobierne el PRI con una adversaria peligrosa siempre, pero más dolida como está por su defenestración en la Cámara de Diputados. Cabe pensar, por lo tanto que, esté o no consciente de ello González Rodríguez, Madrazo aproveche la ocasión para librar de una vez por todas la madre de todas las batallas por el control del PRI y la candidatura presidencial próxima.

El jueves pasado el candidato (subsecretario de Pesca y de Recursos Naturales bajo María de los Ángeles Moreno y Julia Carabias) renunció inopinadamente a su postulación al gobierno de Aguascalientes. Explicó que había oído por teléfono la grabación de un telefonema en que Elba Esther Gordillo y Felipe González González, gobernador panista de esa entidad, pactaban un intercambio de favores: el voto magisterial se orientaría hacia el PAN y en la nueva administración albiazul el grupo de Gordillo controlaría el Instituto de Educación local.

Es inverosímil que un pacto de ese alcance se exprese telefónicamente, y menos si la presidenta del SNTE estuvo en Aguascalientes y hubiera podido concertarlo en un encuentro directo y discreto con el mandatario estatal. Sería además lógico que el convenio, de haberlo, se estableciera con Luis Armando Reynoso Femat, candidato panista a la gubernatura, y no con quien deja ese cargo. Por añadidura, González Rodríguez solamente oyó la grabación, no la recibió de quien se la hizo escuchar; y la falta material de esa pieza dificulta verificar si se trata efectivamente de una interferencia como las que el año pasado afectaron a Gordillo, o si es un montaje, destinado a engañar al candidato, o a construir la ocasión para demandar la renuncia de Gordillo o su expulsión.

Porque esa es la condición fijada por González Rodríguez para retomar la candidatura: que se vaya la lideresa magisterial de su cargo de dirección priísta. Para no enfrentarse directamente con ella, Madrazo rehusó hacer suya la pretensión del dimitente, y la derivó al consejo político estatal, que ya acordó demandar la salida de Gordillo y sostener la candidatura de González Rodríguez.

Éste se había encontrado poco antes de su insólita renuncia con la que ahora aparece como causante de ella. Si creemos lo dicho por la profesora el viernes pasado, cuando salió al paso de la acusación del ex candidato, a instancias de éste sostuvieron “varias conversaciones”, en las cuáles él mostró “análisis estadísticos” que “le daban la plena seguridad de que obtendría el triunfo” y ella le expresó “plena simpatia” por su candidatura, así como su “apoyo en calidad de secretaria general del CEN del PRI”. Gordillo aseguró que las versiones sobre su pacto con el gobernador “no encuentran sustento alguno en la realidad”, y decidió cerrar el capítulo, para “no abonar al escándalo político”.

Pero aun sin ese fertilizante, allí está el escándalo político, que podría derivar en la circunstancia excepcionalísima de que el PRI quedara ausente de la liza electoral en un estado. Si, no obstante su negativa, Gordillo en efecto pone a disposición de otro partido el voto magisterial, ninguno de los posibles reemplazantes de González Rodríguez podría remontar la desventaja que esa traición significa, y ni siquiera habría alguno que se expusiera tan ostensiblemente a ser derrotado. De modo que el dilema está planteado: o se va la secretaria general o el PRI pierde por segunda vez Aguascalientes, por default o por nocaut.

Aunque el PAN no las tiene todas consigo (pues el senador Benjamín Gallegos objetó la victoria de Reynoso Femat, con descalificaciones que usualmente se lanzan sólo contra el adversario de otro partido), ya antes de esta contrahechura priísta era notoria la ventaja blanquiazul, que lo llevaría a consumar una nueva victoria. Después de la gubernatura hace seis años, el PRI perdió en el 2000 las dos senadurías y las tres diputaciones. Y si bien el año pasado recuperó el primero de los tres distritos, en uno de los restantes el candidato derrotado fue el propio González Rodríguez, que eso no obstante consiguió la postulación de la que ahora parece apartarse.

Nacido el 3 de septiembre de 1951, González Rodríguez se formó en el Tec de Monterrey, y se doctoró en economía en la Gran Bretaña. Miembro de la CNC y al mismo tiempo de las tendencias tecnocráticas y neoliberales de su partido, buscó conciliar esas posiciones en una tercera vía que conserva el modelo de economía abierta pero lo mitiga con estrategias que corrijan las deformaciones del mercado.

468 ad