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Gaspard Estrada

África, un continente por descubrir

El continente africano está casi siempre ausente de la agenda mediática internacional. Las pocas veces en las que se le menciona, la prensa pone de relieve problemas de pobreza alimentaria (hambrunas, desabasto de alimentos), guerras, o golpes de Estado, como fue el caso hace algunas semanas en Burkina Faso. En pocas palabras, África no existe, y cuando existe, es para mal.
Sin embargo, la propia solución política encontrada en Burkina Faso, donde una comisión de mediación de presidentes de África del Oeste (liderada por los de Senegal, Macky Sall, y de Benin, Boni Yayi) logró restablecer el poder civil anterior sin tener que pedir un apoyo militar a los países europeos, muestra que las cosas están cambiando –progresivamente, sin duda– en esa región del mundo, contrariamente a los estereotipos.
En primer lugar, este continente está cada vez más dirigido por líderes políticos surgidos de procesos electorales plurales. En 2015, Nigeria, Togo, Burkina Faso, Costa de Marfil y Guinea Conakry fueron o irán a las urnas. Hace algunos meses, Nigeria, el país más importante del continente por su número de habitantes –más de 100 millones–, vivió una alternancia política en un escenario donde el entonces presidente de la República, Goodluck Jonathan, reconoció su derrota en las urnas. Ahora bien, es cierto que la existencia de “democracias electorales” en Sudáfrica, Kenya, Nigeria, Benin, Senegal o Costa de Marfil, no menosca el hecho de que varios países de la región se encuentran dirigidos por regímenes autocráticos, donde las dinastías familiares se perpetúan en el poder. Sin embargo, hasta en esos países es posible notar algunos cambios. Tomemos por ejemplo el caso de Gabon. Durante 41 años, este país petrolero fue dirigido por Omar Bongo, el decano de los presidentes africanos francófonos (junto con Alfred Houphouet-Boigny, primer presidente de Costa de Marfil). En 2009, a raíz de su fallecimiento, su hijo Ali Bongo fue candidato a la Presidencia de la República, ganando aquella elección a pesar de sospechas de fraude. Hoy, a algunos meses de las elecciones presidenciales, este último no ha dudado en contratar a los encuestadores estadunidenses más caros del mercado internacional de la consultoría política para estar seguro de ganar con un amplio margen y evitar de esta manera una carencia de legitimidad en las urnas.
En segundo lugar, contrariamente al resto del mundo, África está creciendo. Es por eso que muchas de las grandes empresas transnacionales están invirtiendo fuertes sumas de dinero para ampliar sus operaciones en el continente, saliendo de los mercados africanos más consolidados (Sudáfrica, Nigeria, Egipto), para desarrollarse en países con muy altas tasas de crecimiento, como Etiopía, Angola o Mozambique. A pesar de la caída de los precios de las materias primas (fuente principal de divisas de los países africanos), el consumo de las familias ha ido creciendo paulatinamente, a la par que las condiciones de vida han mejorado de manera general – que se traduce en una caída importante de la mortalidad infantil, de la tasa de desnutrición y en un aumento de la esperanza de vida. Por otra parte, el continente africano se ha digitalizado de una manera muy rápida, hasta convertirse en el continente donde las transferencias bancarias vía teléfono celular son las mayores en el mundo.
Es por todas estas razones –mejora institucional gradual y de las condiciones de vida, entre otras– que este continente se ha vuelto atractivo en particular para países como China, India y Brasil que han venido desplazando a los países europeos y a Estados Unidos, que habían sido los poderes fácticos hegemónicos hasta ahora. El camino sigue siendo largo antes de poder llegar a un verdadero desarrollo sustentable para todos los africanos, pero las mejoras son visibles, hasta para una mirada desde lejos a esta realidad.

* Analista del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

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