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“En el mar la vida es más sabrosa” para la familia Pitayo, del DF, que pasó Año Nuevo en Acapulco

Salvador Serna

Para muchos, en el mar la vida es más sabrosa.
Con esa filosofía bajo el brazo, 16 integrantes de la familia Pitayo García, originaria de la delegación Gustavo A. Madero en el Distrito Federal, aterrizó en Acapulco desde el pasado viernes 30 de diciembre para disfrutar del último fin de semana del año viejo y recibir el año nuevo con el calor de la familia.
“Yo tengo 20 años ininterrumpidos de venir a vacacionar a Acapulco porque Acapulco es Acapulco. Aquí estoy con mi esposo Jorge, algunos de mis hijos y muchos de mis nietos, así como nueras y sobrinos. Nos encanta Acapulco y este primer día del año vamos a estar todo el día en la playa El Morro hasta que anochezca”, dijo ayer la señora Alicia Pitayo mientras se arreglaba su viejo par de anteojos.
La familia pernoctó la noche del año viejo en playa Icacos para presenciar el espectáculo de los fuegos pirotécnicos en el cielo de la bahía de Santa Lucía: “celebramos en la playa, llevamos la cena ya preparada y ahí estuvimos todos viendo toda esa maravilla de luces”, afirmó Sofía Torres, nuera de doña Alicia.
Confesó que se fueron a dormir temprano a la casa de 2 pisos que rentaron en el fraccionamiento Costa Azul y que comenzaron el primer domingo de 2012 desayunando en familia y de inmediato, transportados en tres camionetas, se trasladaron a playa El Morro para instalarse justo en la franja de arena del restaurante bar Coco Loco.
Cervezas, refrescos, botanas y esporádicas discusiones con los meseros que no se apresuraron para darle la mesa grande prometida, doña Alicia y su familia se apoderaron de 2 grandes sombrillas y 8 sillas para descansar en la dorada arena y los integrantes más pequeños se fueron a juguetear con las olas, bajo la atenta vigilancia del tío Chepe.
“Otros familiares se fueron al yate El Palao para disfrutar de un paseo matutino por la bahía de Acapulco. Los demás no quisimos ir porque luego nos dan ganas de vomitar. Los niños prefirieron quedarse a disfrutar el último día de vacaciones en la playa, así que hay que darle gusto al gusto, porque en el mar la vida es más sabrosa y todo es felicidad”, aseguró doña Alicia, avecindada en la colonia Lindavista, en la parte norte de la ciudad de México, muy cerca de la Basílica de Guadalupe.
Karlita, Emilio, Bruno, Yatziry y Fernanda le dieron rienda suelta a su imaginación y con las “herramientas” de plástico ( pala, cubeta, rastrillo y cuchara ) adquiridas en el mercado de artesanías más cercano. A los pocos minutos y por el sofocante calor de las 3 de la tarde, los pequeños familiares fueron a zambullirse con las pequeñas olas que reventaban en la orilla, con la finalidad de refrescarse. En tanto el tío Chepe seguía vigilándolos.

A comer…

Llego la hora de la comida.
Y la familia Pitayo pone a consideración las opciones para saciar la ansiedad de las tripas. El abuelo Jorge decide que se aproveche la cortesía y gentileza de los meseros del restaurante Coco Loco para negociar buena parte del menú a la carta.
Terminado el debate de precios y raciones culinarias con el mesero Fortino, los Pitayo orden 2 platos de camarones a la diabla, 3 ceviches estilo acapulqueños, 7 órdenes de quesadillas de pescado, 3 de tostadas de almeja y como plato fuerte, la tradicional varillada de mariscos que incluye el indispensable pescado a la talla.
“Conseguimos un buen descuento con el mesero. Este es el tercer día que venimos aquí y ya era hora de que fueran recíprocos con nosotros, somos buenos clientes. Nos van a regalar todas las órdenes de quesadillas. Así da gusto venir a comer a la playa”, asegura doña Alicia.
En 20 minutos terminan los Pitayo de saciar el paladar y de inmediato ingieren cervezas para el “desempance”.
En tanto, los adolescentes prefieren ir a caminar en grupo rumbo al hotel Playa Suites para tratar de “ligar” a otro turista, de preferencia extranjero, o de perdida un residente.
Con más confianza, Alicia Pitayo confiesa que su nieto preferido es Guillermo, que apenas tiene 8 meses de edad: “lo traen en brazos a mi nietecito, míralo ahí está en la orilla de la playa con mi hija y mi yerno. Está bien bonito. Le pusieron Guillermo por lo del portero del América. Es que ahí en la colonia Lindavista la mayoría somos americanistas. Lo malo que es el estadio Azteca nos queda bastante lejos hasta el sur de la ciudad. Nosotros vivimos en la parte norte del D.F., así que mejor vemos en familia los partidos por televisión, es más barato. Pero eso sí, el ambiente en vivo del estadio es incomparable es como ir al cine, y el cine se ve mejor en el cine…je,je,je”.
Constantino, el hijo primogénito de doña Alicia, subraya que este lunes 2 de enero a partir de las 11 de la mañana todos los familiares emprenderán el camino de regreso a la ciudad de México, admitiendo que mínimo serán 7 horas de transitar por la Autopista del Sol.
“Teníamos el plan de regresarnos este domingo por la tarde, pero son 9 horas porque la autopista está terriblemente congestionada por lo que el riesgo de un accidente es mucho más. Por los niños decidimos irnos mejor hasta el lunes 2 de enero. Yo avisé en el trabajo que me presento hasta el día 3, cuando mis hijos regresan a clases. Y bueno, se regresa a la realidad cotidiana de la escuela, el trabajo, los gastos y todo eso. Acapulco nos permitió descansar, y seguiremos viniendo. Nos gusta Acapulco y a mi mamá le encanta. Llego el tiempo de regresar” finalizó.

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