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Ambientalistas de Mesoamérica exigen la creación de una agenda ecológica

DPA Ciudad de Panamá

 

Más de 600 ambientalistas que participan en Panamá en el II Congreso Mesoamericano de Areas Protegidas recomendaron este lunes que la metas de desarrollo del milenio estén subordinados a una agenda ecológica de los Estados.

El secretario ejecutivo de la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD), Marco Antonio González, manifestó que frente a los indicadores de pobreza, marginalidad y degradación de los suelos, es necesario promover la sostenibilidad para reducir la vulnerabilidad de los países.

González sostuvo que la respuesta clave es la prevención. Añadió que ello implica el manejo adecuado de bosques, reforestación, protección de zonas marinas y costeras, y la decisión de no ceder ante la privatización de beneficios y la socialización de graves y costosos daños ambientales.

Estudios oficiales indican que en Mesoamérica desaparecen, en promedio, unas 44 hectáreas de bosque por hora y sólo son reforestadas unas cuatro hectáreas (unas 35 mil hectáreas por año), lo que es insuficiente para contener los perjuicios causados a los ecosistemas por la presión de actividades humanas.

Pese a ello, González resaltó que en América Latina es digna de encomio la labor de Cuba, Costa Rica y Uruguay, que en los últimos años aumentaron la superficie boscosa, como resultado de políticas ambientales de protección y recuperación de zonas degradadas.

La administradora de la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM), Ligia Castro, dijo, a su vez, que “si deseamos un ambiente distinto, necesitamos un ambiente diferente” al modelo de despilfarro que ha perdurado durante décadas en Mesoamérica.

Castro recalcó que la existencia de áreas protegidas, que son al mismo tiempo agredidas por explotaciones forestales, revelan la importancia de crear una cultura ambiental, en la que el ambiente equivale a un espejo de la realidad y los riesgos.

El planteamiento ambientalista de Panamá fue compartido por el presidente de a Comisión Nacional de Areas Protegidas (CONAP) de México, Ernesto Enkerlin, quien abogó por esfuerzos conjuntos para encarar los nuevos retos ecológicos en la región.

Enkerlin destacó que la experiencia de México demuestra que las áreas protegidas ya no corresponden a definiciones de hace unos 20 años, en las que se aseguraba que eran espacios con el propósito de evitar la presencia humana en esos territorios.

El investigador advirtió que el concepto ha variado, debido a cambios en los patrones climáticos y perturbación de los sistemas que requieren la intervención de diversos actores, para ayudar a preservar los recursos naturales vulnerados o amenazados.

Recalcó que las comunidades son también responsables de proteger los ecosistemas. Al respecto, sugirió el diseño de programas de conservación e incentivos a la población rural, como el pago por servicios ambientales, en los que se cuantifica el agua generada por el bosque, en vez de destinar fondos a la extracción de maderas.

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