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Camisas y gorras amarillas en un “acto no electorero” del programa para adultos mayores

Ricardo Castillo Díaz

Una playera de algún precandidato del PRD por aquí, otra más allá. De entre las cabezas blancas, una cubierta con gorra amarilla, de esas que hace más de un año repartiera un aspirante perredista a gobernador.

Son los beneficiarios del programa de ayuda a adultos mayores del Ayuntamiento presidido por Félix Salgado Macedonio, que para seguir con la evidente política de borrar todo vestigio de lopezrosismo, deja de ser el programa Ayuda para Adultos Mayores (AMA), para convertirse ahora –“¡muera el rey!”– en Programa de Asistencia para Servir al Adulto Mayor (Pasam).

No es electorero, no. Eso dice la secretaria de Desarrollo Social municipal, Fabiola Vega, saco amarillo de lino, blusa negra. Y aunque hoy sólo se entrega el dinero a los que viven en el distrito local 05, en cada mesa de recepción de documentos se asegura que la credencial de elector es sólo un requisito indispensable de identificación.

Aquí en la unidad deportiva Vicente Suárez, la bocina registra un fino retumbo con la orquesta de Glenn Miller, que hace la espera más leve con De buen humor.

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De negros chalecos antibalas como armadura, cuatro policías que de ecológicos ya no tienen más que el tono olivo del uniforme, aguardan en distintas posiciones sobre la avenida Constituyentes, casi frente a donde estuvo la parroquia La Sagrada Familia, que el huracán Paulina se llevó.

Poco después de las 10 de la mañana Salgado Macedonio desciende de la Grand Cherokee gris a cargo de su eterno chofer Tomás. En apariencia relajado, el alcalde bromea con los reporteros, a quienes aclara que no cuenta con un fuerte dispositivo de seguridad, en alusión a la foto principal de la edición de ayer de El Sur. Luego luego, al tema de la narcoviolencia, lo que hace suponer que es la principal preocupación.

“Los invitados por el regidor (del PRD) Gelasio García Javier, fuimos dos: el encargado de la Secretaría de Protección y Vialidad (Salvador Vargas) y yo”, dice al referirse al recorrido del sábado en la colonia 20 de Noviembre, donde fue captado con media docena de policías a su alrededor. El jefe policiaco, asegura Félix Salgado, acudió con varios de sus agentes para atender demandas sobre la seguridad del lugar.

Quiere que se sepa que la policía está para cuidar a los ciudadanos, no al presidente municipal. “¿Aclarado?”, pregunta antes de avanzar. Queda claro. Los agentes ecológicos que custodian la unidad deportiva como que soban sus poderosos fusiles Micro Galil. Ellos mantienen sus posiciones al tiempo en que la comitiva de Salgado Macedonio ingresa al centro deportivo a paso veloz.

Aquí cerca del alcalde, uno se convierte en blanco fácil de la zozobra. El chillido de las balatas de un viejo camión urbano que frena para subir pasaje, alimenta el breve instante de tensión.

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Con toda su humanidad, que no es poca, María de los Ángeles González Añorve contiene a las ancianitas que pretenden ganarle a la fila.

–Abuelita, sin meterse a la cola –pide en uso de sus buenos oficios la directora de Demanda Ciudadana, mejor conocida como Gela.

–Es que no estoy en la lista, mi’ja –le explica la que se pretende beneficiaria.

–Espérese, espérese. Siéntese ahí tantito, no nos deja ni respirar –suplica la ex líder de seccionales del PRI en Renacimiento y ex regidora por Convergencia, que ahora forma parte del gobierno municipal del PRD.

De larga camisa por fuera, como casi siempre, con una minicamarita digital de 7 centímetros por 4 colgada al cuello, González Adame se desespera: “A ver usted, ¡no madre! Aquí adelante no se mete nadie. ¿No ve que eso le estoy diciendo aquí a la abuelita?”.

Cerca de allí, entre las filas, circulan botellitas de plástico. Hay agua Evián para todos. Las mangas largas de la azulada camisa del coordinador de Programas de la Sedesol, Alejandro Cervantes Rocha, escurren de calor.

Una empleada municipal toma la conducción del acto y da paso a la presentación de las personalidades que nos acompañan. Uno de sus anuncios evoca el tiempo de gloria que tuvo el PRI, aquellos días en que nos bendecía por lo menos con una generosa obra pública. “Gracias también por su presencia a Ana María Ocampo, que trae la representación personal del regidor Celso Sánchez Castillo, quien se disculpa porque no pudo venir”. La representante del representante saluda con la mano en alto. Al pueblo agradecido no le dejan otra opción más que aplaudir.

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En su moreno antebrazo izquierdo lleva por siempre tatuada a Lucy. Subrayado el nombre, para no olvidarlo por doloroso que sea.

El guarura de Félix Salgado –“antes se llamaban pistoleros”, escribió alguna vez José Emilio Pacheco– presiona un poco el chícharo negro hacia dentro del oído. Bien presentable, viste guayabera de manta blanca, pantalón beige, zapatos color miel, y con todo y su esclava de oro en la muñeca derecha, se ve amistoso. No se ve que se coordine con los policías que rodean a los adultos mayores que escuchan el discurso del alcalde. Pero no deja de mirar a su alrededor.

El acto de arranque del programa se desarrolla en un pasillo de la Vicente Suárez, que queda entre la cancha de beisbol y los vestidores de la de futbol. Tres policías en una esquina, apenas perceptibles debajo de un árbol, y otros tres enfrente, en dirección a las graderías.

Rumbo a la salida trasera –o el segundo acceso, como pudieran defender los vecinos de la colonia Morelos–, camino a la calle Quetzal, dos ecológicos se refrescan con bolis de uva y grosella, de los de a 2.50 pesos, marca Bon Ice. En amena charla se recargan sobre la culata de su cuerno de chivo, de reducido cargador de 20 tiros, el cual seguramente apenas contará cuando mucho con diez balas.

Tan acostumbrados nos tienen ahora a la violencia y las armas, que al ver la punta del fusil recargado en el piso pareciera que los policías descansan sobre un objeto cualquiera en forma de bastón.

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“DISTRITO 5”, se lee en la cartulina pegada en una de las rejas de la unidad deportiva, como advertencia para los adultos mayores inscritos en el programa y que viven en otro lugar.

Nadie de los responsables del programa atina a dar una explicación convincente de que no tiene que ver con ninguna una estrategia electoral. Si hubiera sido el caso, Alberto López Rosas por lo menos guardaba las formas.

“Lo que pasa es que lo hicimos por distrito porque cada uno tiene su parque o centro deportivo donde lo podemos entregar”, argumenta Fabiola Vega, secretaria de Desarrollo Social.

–¿Cómo? ¿Ese es el criterio de que el programa se entregue por distrito local electoral? –se le insiste a la funcionaria.

–Sí, mi niño, mira: distrito 5, unidad deportiva Vicente Suárez, y entregamos el recurso hoy; distrito 16, unidad deportiva Teniente Azueta, de la colonia Jardín Azteca donde nos toca el miércoles; distrito 17, parque de la colonia La Laja, donde iremos el jueves; distrito 18, unidad deportiva El Coloso; ahí vamos el viernes. Y distrito 28, unidad deportiva Jorge Campos, donde estaremos el miércoles de la próxima semana.

–(¿?)

–En el caso del distrito 13 no tenemos unidad deportiva pero ahí vamos a entregar el recurso en el Centro Comunitario, que inauguramos este martes, estás invitado. A los del distrito 26 se los entregaremos en el mercado de la 20 de Noviembre, el martes de la semana entrante.

Una ancianita espera junto a nosotros con una playera blanca con trazos amarillos de las que repartió Irma Figueroa, como aspirante del PRD al Senado. A lo lejos se ve una gorra con propaganda de Ángel Pérez Palacios, que trae un hombre que con dificultad avanza. Hermilo, tu planilla 7. Vota el 17 de marzo, la estampa por la espalda en una camiseta de amarillo descolorido. Decididos levantemos Guerrero, dice otra, si le seguimos.

“Todos con su credencial de elector en mano, por favor”, suplican desde el sonido, que suspende por unos segundos la música que el gobierno municipal supone para viejitos. Se corta justo cuando se escucha un tema de la orquesta del afamado jazzista de fines de los treinta y principios de los cuarenta, Tommy Dorsey.

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