Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Héctor Manuel Popoca Boone

Diálogo social

A la memoria de Rocío Mesino, a dos años de su asesinato irresoluto

Si Guerrero en general y Acapulco en particular, están al borde de una crisis de humanidad, –por la intensidad y frecuencia con que la violencia se presenta– el efecto suscitado en la ciudadanía es un temor expansivo. Es aprehensión que provoca incertidumbre y una sensación de indefensión personal, familiar y colectiva, en el marco de la interrogante constante sobre lo que nos pasará hoy, en los días inmediatos y en los tiempos por transcurrir.
El miedo, su enraíce social y su tácita aceptación en nuestro medio circundante, nos lleva a la inmovilidad y a la parálisis ciudadana. Al mismo tiempo cunde la desconfianza, amplia, a todo lo que nos rodea y a las circunstancias en que nos desenvolvemos. Así, nos vamos aislando los unos de los otros. Predomina el silencio y la incomunicación dialogante en los ámbitos de lo social, laboral, cultural, de esparcimiento, etc.
Entre más se intensifica la violencia ejercida sobre la sociedad, el miedo se transforma en algo más grave y agudo que es el terror. Es la situación natural para el sometimiento total de la voluntad ciudadana a los designios de los malandros. La sociedad adquiere un estatus de pasmo y autismo. La colectividad deja de auto estelarizarse, ausentándose cada vez más de ser la protagonista principal en la búsqueda de la verdad y la justicia como puntos referenciales para lograr la armonía, la benevolencia, solidaridad y la equidad colectiva, para una mayor libertad con paz duradera.
El estar paralizado física y mentalmente, nos lleva a una situación de pérdida sustancial de nuestra libertad, individual y grupal. Ésta es coartada en extremo por la violencia social. Ya no nos trasladamos al lugar deseado, en el tiempo estimado y con los compañeros que deseamos para realizar nuestras faenas diarias. Ya no podemos manifestar lo que nuestro libre albedrío indica, por el riesgo de desaparecer al estar huérfanos de protección vital.
De ahí, la imperiosa necesidad de empezar a caminar por el sendero que impida el amedrentamiento de una brutalidad desatada y generalizada. Necesitamos abrir un cause donde mostremos nuestro repudio contundente a ser una sociedad permanentemente violentada.
Sin la menor duda, la principal violencia que actualmente padecemos, es la generada por la delincuencia organizada; con sus actores, acciones, víctimas y efectos colaterales que lastiman en grado sumo a la ciudadanía y confrontan a las instituciones, cuando éstas no están ya infiltradas por la corrupción aupada en la impunidad. Comprobado está que la violencia genera más violencia; quedando la ciudadanía atrapada sin salida, de manera indefensa y perpleja, ante ésta crueldad imperante de doble naturaleza. La alienación de los victimarios, es indistinta en su impune accionar, tanto en la esfera institucional como en la delictiva.
Estamos ante la presencia de una espiral ascendente de violencia potenciada a su máxima expresión de maldad y horror, cuyas víctimas principales, son los ciudadanos inocentes que ven segadas sus vidas, sin deberla o temerla. La importancia de iniciativas ciudadanas como Guerrero es primero, nos invitan a tomar consciencia y reflexión para levantarnos, desentumirnos y ponernos a caminar. Pasar de ser una ciudadanía pasiva e inmovilizada, a una ciudadanía proactiva y propositiva que desde el ámbito de la familia, de las redes sociales, organizaciones civiles y los espacios urbanos y rurales que habitamos, nos propongamos la vigencia de la verdad como divisa para comunicarnos, la justicia como manera de bien relacionarnos y la paz como el óptimo ámbito para la sana convivencia cívica.
Vayamos al rescate de nuestra libertad perdida. Los esfuerzos como el de Guerrero es primero son muestra palpable que no estamos solos, que somos más que dos y que nos hemos echado a andar en un fructífero diálogo, realizado con humildad y sencillez –porque no siempre es fácil construirlo sin imposiciones de ninguna especie– desde los ámbitos de la sociedad civil, los recintos universitarios y de la consejería interreligiosa guerrerense. En hora buena.

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