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Vidulfo Rosales Sierra

El PRI exhibe su colmillo fascista

El día 16 de los corrientes aparece una nota del reportero Hugo Pacheco publicada en El Sur que dice: Se lanza el PRI en el Congreso contra actos vandálicos y critica que el gobierno se cruce de brazos. Un diputado priista subió a tribuna para exhortar al gobernador que proteja, custodie y preserve los archivos públicos estatales.
Para motivar su propuesta argumentó que Guerrero es uno de los estados con mayor pobreza, marginación, falta de acceso a la educación, inseguridad y conflictividad social. Por eso dijo que el gobierno está deslegitimado para aplicar la Ley, encarcelar, perseguir y reprimir las protestas (lo que incluye matar y desaparecer).
El legislador priista siguió diciendo: que esos pobres y marginados sin acceso a la educación e inconformes con la inseguridad, “son transgresores escudados en banderas políticas y en pretendidas reivindicaciones sociales que saben que las posibilidades de ser castigados son ínfimas”. Ningún diputado de la izquierda domesticada subió a refutar lo anterior. El exhorto se aprobó sin mayor discusión.
La anterior pareciera una posición marginal, sin mayor trascendencia, sin embargo no la es. Por el contrario, el legislador encarna la verdadera vocación de su partido. Esa visión caciquil y violenta que silencia de muy diversas formas a los que disienten. En su espectro político no cabe la libertad de expresión que se manifiesta en una sociedad multicultural, disímbola, conflictiva, donde se debate y cuestiona al poder público. Cree firmemente que a los inconformes con la pobreza, injusticia, falta de educación, salud e inseguridad hay que acabarlos con la fuerza y las armas del Estado, porque además son una minoría que causa incomodidades a las mayorías que no pueden llegar a su trabajo.
Pero no solo es la visión del PRI caciquil sino de todas las fuerzas de la derecha que hoy se empeñan en dar el golpe final a los oprimidos, imponiendo todas las reformas estructurales que permitirá a los dueños del capital acceder a los territorios y recursos naturales de los pueblos indígenas y campesinos y desmantelar las conquistas laborales de los trabajadores, para que los dueños del dinero sigan acumulando riquezas sin la carga de pagar prestaciones al empleado ni enfrentar una huelga. A la par, el estado, afina su maquinaria represiva, los cuerpos de seguridad se profesionalizan y preparan, se legisla para declarar ilegal la toma de una calle, pintar una pared y el uso de armas letales en manifestaciones públicas y se adopta un discurso de odio contra la masa empobrecida e inconforme que protesta en las calles, usando a los medios de comunicación al servicio del Estado o la tribuna del poder público.
En este esquema se enmarca el exhorto del diputado. Pero veamos si tales afirmaciones resisten un análisis más profundo, para ellos solo expresaré dos razones por cuestiones de espacio.
La primera, como el mismo legislador lo reconoce, nuestro Estado presenta los niveles más altos de pobreza y marginación, violencia e inseguridad, impunidad, falta de acceso a la justicia y a los derechos sociales como salud, educación, vivienda y alimentación.
A estas alturas debemos abrir un debate, análisis y discusión para ver cómo se revierten estos problemas. Por qué razones han fallado las políticas sociales implementadas por los distintos gobiernos, dónde han quedado los recursos millonarios que en cada sexenio se destinan para revertir la pobreza.
Qué políticas se diseñarán para abatir la violencia e inseguridad y como se fortalecen los órganos de procuración y administración de justicia para que todos podamos acceder a la misma. Cómo combatiremos la impunidad y qué medidas se toman para afrontar las más de quinientas desapariciones en Guerrero.
Tales cuestionamientos y preocupaciones no están en el radar y mirada del diputado, el ve los efectos y no las causas de la inconformidad social. Privilegia el uso del garrote y el fusil para acallar a los parias. Así como Hitler creyó que los judíos eran culpables de las desgracias de Alemania y por eso los mató, hoy desde la tribuna del Congreso se llama al Estado a enderezar el tolete y fusil contra el pobre e inconforme que protesta en las calles. Porque para el legislador, el principal problema es la protesta de los inconformes no las causas que la generan.
La segunda, el derecho a la libertad de expresión y protesta es el conducto mediante el cual se ejercen el de la vida, la integridad física, salud, educación, alimentación y demás. Cuando estos últimos se incumplen, se incuba una inconformidad que para mostrarla y obligar a la autoridad a atenderla se ejerce el derecho a protestar. Ahora bien para a los que gritan y piden represión les preguntamos ¿cuál es el parámetro legal para limitar las anteriores prerrogativas y privilegiar las de libre tránsito y de propiedad? ¿Por qué al que le mataron su hijo o le desparecieron un familiar, al que no tiene para ir al médico y se le niega ese servicio, quien sufre extorsión y sus reclamos no son atendidos por los aparatos de justica ni por ninguna otra autoridad y que tiene el último recurso de la protesta, lo tenemos que declarar transgresor y delincuente porque cerró una vía de comunicación o tomó un edificio público para hacerse escuchar? ¿Cuál es la base legal que faculta a la autoridad para limitar los primeros derechos y hacer prevalecer los segundos sin mayor discusión y análisis?
Los relatores de libertad de expresión tanto de la ONU como de la CIDH en varios informes y análisis han puesto la discusión sobre la mesa y esgrimen algunas líneas que dan respuesta a las interrogantes anteriores. Expresan que los derechos a la vida, la integridad física son prerrogativas fundamentales que deben prevalecer sobre cualquier otro. Sin duda alguna son derechos en tensión que no es fácil resolver. Se requiere una discusión exhaustiva y responsable. Un diálogo democrático y plural.
Vociferar como lo hizo el diputado priista en la tribuna del Congreso local y como lo hace otras voces de derecha, es irresponsable y peligroso. Su pobre argumentación es muy superficial y constituye una clara tendencia al fascismo, no tiene nada de legal ni derechos humanos y sí un tufo de ideología ultraderechista. Ayer los nazis mataron en nombre de la pureza y superioridad racial. Hoy piden hacerlo en nombre del orden, del comercio, del turismo y progreso. Es decir, ayer eran los fundamentalistas de la raza aria, hoy los de libre mercado.

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