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Sus recuerdos y el trabajo de toda su vida, lo que les arrebató el incendio: comerciantes

Mariana Labastida

El incendio del lunes no sólo le quitó a los comerciantes de la Nave de Ropa del Mercado Central el trabajo de toda su vida, sino también recuerdos como a doña Adelita, a quien el fuego le destruyó la maquina de coser que su esposo le regaló en los años 60, y que era con la que hacía algunos de los trajes que vendía.
“Empecé de puñitos”, recordó don Humberto, quien llevaba 43 años vendiendo ropa y que en su desesperación, al ver que la mercancía de los siete locales que tenía se quemaba, intentó entrar a pesar del fuego y fue detenido por sus propios compañeros.
Entre alambres retorcidos y chamuscados, cortinas rotas y pedazos de block, Humberto Salgado Brito junto con sus hijos intentaban desmantelar parte de los locales para rescatar lo que se pudiera.
Recordó que a los 14 años empezó a vender ropa en la mano, que después se compró un diablito donde colgaba la ropa que ofrecía y a los tres años logró hacerse de un local en El Parazal, “el ahora famoso Tepito”.
Con la voz entrecortada, el comerciante recordó: “me estaba desvaneciendo de la impresión cuando llegué a la nave y vi que mis locales eran consumidos por el fuego, aun así me metí pero no pude hacer nada porque la lumbre estaba sobre mi negocio, esa es una impresión que no le deseo a nadie”.
Agregó que a las 3 de la mañana le hablaron por teléfono para avisarle del incendio, que desde su vivienda en la colonia Morelos pudo ver la cortina de humo que salía del mercado y bajó con su familia con la intención de rescatar parte de su mercancía, pero no pudo.
Don Humberto, un hombre con estudios básicos, encontró en el comercio de ropa la manera de mantener a sus padres que eran campesinos y sus dos hermanas.
Relató que en el año 69, junto con otros comerciantes fue reubicado en el Mercado Central, “me tocó una esquinita”, dijo señalando el lugar del primer local que tuvo en la nave, el cual se fue extendiendo con la adquisición de otros hasta llegar a siete, que es el número de espacios que tenía antes del incendio.
“Ayer por la mañana se me acabó el trabajo de 43 años”, dijo con la voz quebrada, pero se repone al expresar que “gracias a Dios tengo muchas ganas de trabajar, yo lo que quiero es trabajar”.
Pidió al gobierno del estado que les ayude con la construcción de sus locales; “no les pido que me den, sino que nos ayuden a arreglar, del trabajo, de eso yo me encargo”.
Sabe que tendrá que comenzar nuevamente con el negocio que empezó hace 49 años, que será difícil pagar las deudas y que tendrá que hablar con sus proveedores para que lo esperen; “yo soy persona de familia, humilde pero trabajadora”, dijo y por eso está seguro de que junto con su esposa Antonia podrán reiniciar con el negocio.
Al final de la entrevista, don Humberto bromea un poco: “yo les dije que sí se hiciera otro mercado, que yo quería estrenar otro mercado”, en referencia a la reconstrucción que había propuesto el gobierno del estado en la Nave de Ropa.
Con el incendio, no sólo se fue mercancía y el trabajo de toda una vida de los comerciantes, sino artículos personales que no podrán recuperarse, como en el caso de Adelita Rabadán Salgado, quien con lágrimas en los ojos recuerda que en el incendio perdió su máquina de coser “fue lo primero que me regaló mi esposo, eso es lo que estoy sintiendo”. Junto con su herramienta de trabajo se fueron todos los trajes regionales, vestidos y atuendos de niño Dios que vendía, con una inversión estimada en 800 mil pesos.
“Llegamos aquí y ya no nos dejaron entrar, nada más milando como el chinito porque no había pipas de agua, no había nada, la impotencia de no poder apagar el fuego porque no había agua, nada más viendo cómo iba consumiéndose todo y sin poder hacer nada”, recordó sobre la madrugada del lunes.
Al igual que don Humberto, doña Adelita pidió que los ayuden las autoridades, “ya sabemos luchar, ya nos hemos levantado varias veces, ya sabemos qué hacer, vamos a levantarnos todos porque sabemos trabajar, sabemos sobrellevar la carga”.

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