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“Ya no queremos más delincuencia en Acapulco”, piden los Ramírez, del DF

Salvador Serna

 

 

Y se vinieron a la playa de Caleta con todo y perro.

La familia Ramírez, originaria de la colonia Jalalpa, de la delegación Álvaro Obregón en el Distrito Federal, llegó al puerto de Acapulco hace una semana para divertirse a lo grande.

En una viejita camioneta Ford modelo 1980, se transportan los 18 integrantes de la familia Ramírez que, a decir de los caballeros, no toman alcohol, “pura agüita, somos puros deportistas”, se jacta Mauro César Ramírez.

Y es el mismo Mauro quien controla, apoyado en una fortísima cadena, a la mascota de la familia, un perro Dogo de Burdeos. Se llama Hosch y tiene 8 meses de edad, pero debido a su impresionante musculatura parece un verdadero perro de pelea como de 3 años de edad.

“Para nada, para nada, Hosch es bien tranquilo y bien mansito, si quieres te lo presto para que te lo lleves a pasear”, bromea Mauro César y muestra la cadena, mientras que a Hosch se le ve inquieta por irse a descansar a la playa de Caleta.

De cómo enfrentan los gastos en plenas vacaciones de verano, las mujeres de la familia Ramírez no entran en muchos detalles, pero comparten algunos consejos, “pues comemos de todo. Compramos comida en la playa, en los restaurantes y hasta en los Oxxos y pues claro el gasto va variando, pero nunca nos salimos del presupuesto, a veces son mil pesos, a veces 500 pesos. Lo importante es que todos comemos y hasta Hosch también alcanza, es parte de la familia”.

Sin duda alguna, los integrantes más pequeños disfrutan de las travesuras del perro, cuya apariencia engaña hasta al más bravucón. Pero a la hora de los juegos, las niñas y niños se la pasan muy bien, aunque no todos pueden jugar con Hosch porque el más pequeño de los infantes pues aún reclama los brazos de mamá.

“Ya fuimos a La Quebrada, a la Isla de La Roqueta, al Zócalo. La neta Acapulco está muy bonito. Hace 2 meses y medio venimos y nos las pasamos a todo dar y pues aquí estamos de nuevo, disfrutando de las vacaciones de verano”, comenta Mauro César.

Mientras transcurre la entrevista, los vigilantes privados del hotel Playa Linda miran con recelo y reserva al perro de la familia, como previniendo que no los vaya a sorprender con un brinco inesperado y les atrape con sus poderosas mandíbulas y gruesos colmillos. Por lo que los vigilantes mejor retroceden y le hablan al gerente “para que se ponga abusado con el perro” dijo Pedro Chávez, el vigilante más nervioso.

“Pues ya nos vamos. Nos quedaremos en la playa. Sólo quiero decirle a la gente de Acapulco que se porte bien, que ya estuvo bueno de tanta maldad, los turistas no queremos más delincuencia porque Acapulco está muy bonito”, finalizó el dueño del perro Hosch, que se despidió de nosotros con un súper ladrido que hizo brincar a los vigilantes del hotel Playa Linda.

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