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Eleva a figura de culto británica oro ganado por el ciclista Bradley Wiggins

DPA

Londres

El singular “look” de Bradley Wiggins ya se había hecho muy popular entre los británicos con su victoria en el Tour de France de ciclismo, pero el oro olímpico que logró ayer en Londres 2012 lo elevó a imagen de culto.
El ciclista se convirtió ayer en toda una personalidad del deporte británico al imponerse en la prueba contrarreloj en carretera con un tiempo de 50:39.54 minutos, con 42 segundos de ventaja sobre el alemán Tony Martin, plata, y 1:08 minutos sobre su compatriota Christopher Froome, bronce.
Wiggins, que partía como el gran favorito, se instaló así para siempre en la alta aristocracia del deporte de su país, al añadir el oro de ayer a los tres que ya tenía en pista. Suma además siete medallas en Juegos Olímpicos, lo que lo convierte en el deportista más prolífico de su país por encima del legendario remero Steve Redgrave.
La reina Isabel ya no tendría otro remedio que conceder de inmediato el título de “Sir” al excéntrico delgaducho de las patillas, el hombre que ha conseguido que el Reino Unido, un país sin apenas tradición ciclista, muera por subirse a una bicicleta.
“No puedo expresarlo en palabras. Es realmente increíble. Acabo de ganar el Tour de France. Es magnífico”, dijo Wiggins.
Hace apenas diez días, el ciclista del Sky estaba vestido de amarillo sobre el escalón más alto del podio de los Campos Eliseos de París, después de convertirse en el primer británico en conquistar la carrera por etapas más importante del mundo.
Wiggins, que se ha convertido en toda una celebridad en el Reino Unido, compensó así la decepción sufrida por el público local el sábado en el primer día de competencias, cuando el potente equipo británico no pudo llevar a Mark Cavendish a la victoria en la prueba de fondo.
El campeón no acusó el infrutuoso esfuerzo que realizó entonces para intentar controlar la carrera y llevar al sprinter a las primeras posiciones, y su victoria nunca peligró en el circuito de 44 kilómetros a las afueras de Londres.
Miles de aficionados se apostaron a lo largo del trazado en las calles de Surrey, un suburbio de casas bajas a unos 20 kilómetros del centro de Londres.
Cientos de ellos llebaban pegadas en sus mejillas las patillas recortables ofrecidas por el diario The Sun. “I love my wigg”, se leía en un cartel hecho a mano por un grupo de hinchas ingeniosos que portaban una peluca (“wig” en inglés) imitando el pelo del ídolo local.
Con el español Alberto Contador suspendido por doping, Wiggins se ha convertido a sus 32 años en la nueva imagen de un ciclismo que quiere ser limpio y creíble. Su victoria en Hampton Court Palace, frente a la que fue residencia real en el siglo XVI, supone su entronación definitiva como nuevo rey.
Antes, y después de cuatro días de competencias, el Reino Unido había conquistado su ansiado primer oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012: Helen Glover y Heather Stanning ganaron el doble par de remo por delante de Australia y Nueva Zelanda.

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