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Critican la distinción que hace la Semujer entre feminicidio y muerte violenta de mujeres

Zacarías Cervantes

Chilpancingo

La diferencia legal entre feminicidio y muerte violenta de las mujeres, y esto último vinculado con el crimen organizado, es una manera de no reconocer las fallas de las políticas públicas para frenar la privación de la vida de una mujer que, por su condición sexual, siempre será más vulnerable, y su muerte, en la mayoría de los casos será por el sometimiento al poder del hombre, opinó ayer el director del Taller de Desarrollo Comunitario (Tadeco), Javier Monroy Hernández.
El representante de ese organismo opinó al respecto ayer después de que el viernes la Procuradora de Justicia, Martha Elva Garzón Bernal, pidió a los medios de comunicación que sepan diferenciar bien entre lo que es un feminicidio y una muerte violenta de la mujer y aprovechó para informar que son mucho menos los feminicidios que las muertes violentas de mujeres.
El viernes, la procuradora Garzón, en una plática con reporteros explicó que de acuerdo con las reformas al Código Penal en el que ya se reconoce el delito de feminicidio, aprobadas el 22 de diciembre del 2011, el delito de homicidio calificado cometido en agravio de las mujeres “es aquel en donde el sujeto activo (homicida) no tiene nada que ver con la pasivo (víctima)”, y como ejemplos citó la delincuencia organizada y por cuestiones de venganza.
Mientras que el delito de feminicidio es aquél que “aborda la discriminación contra mujeres y la violencia de género, considera situaciones que expresan y reproducen relaciones asimétricas de poder, que desarrollan mecanismos  para perpetuar la subordinación y la exclusión de las mujeres de la vida política, civil, económica, social y cultura, así como del ejercicio pleno de sus derechos”.
Y basándose en esta definición legal, las estadísticas de la Procuraduría sólo reconocen que en el 2011 se cometieron 5 feminicidios y en el 2012 uno, pero que, además todos los casos ya se encuentran resueltos y que los responsables se encuentran detenidos.
En tanto que los casos de muertes violentas de mujeres, (que no son feminicidios) han ocurrido 138 en el 2001 y 66 en el 2012, en estos casos la Procuraduría reconoce que solamente el 30 por ciento de estos han sido resueltos.
El director del Tadeco, organismo que hasta el año pasado, antes de que el Ayuntamiento le retirara su módulo de la Plaza Primer Congreso de Anáhuac, llevaba un registro de ejecuciones y desapariciones forzadas o levantones, dijo que la muerte violenta de la mujer, siempre estará marcada por una concepción patriarcal y ocurrirá por la supremacía del hombre hacia ella.
Agregó  que en el asesinato de una mujer estará presente, en la mayoría de los casos, la condición de diferenciación entre el hombre y la mujer y la prevalencia del machismo, sea cual sea las circunstancias.
Dijo que se añade que siempre se sentirá menos la muerte violenta de una mujer que la del hombre”.
Explicó que esto es lo que se está interpretando en la diferenciación legal entre feminicidio y muerte violenta de la mujer, “cuando ninguna muerte violenta de la mujer debiera estar exenta del menosprecio o ser de menor importancia”, dijo Monroy.
Sin embargo agregó  que, efectivamente, es difícil encontrar la frontera entre lo que es un feminicidio y lo que no es, pero que tampoco eso puede justificar que en los casos de muertes violentas por considerar que no son feminicidios tengan  menor importancia y se deje de lado su investigación, puesto que en la mayoría de los casos siempre va a estar presente que su muerte ocurrió por ser mujer.
Pero la concepción del gobierno de lo que es feminicidio y lo que no es, obedece a una postura para tratar de ocultar sus deficiencias en sus políticas públicas para frenar la muerte de mujeres, y que esa es la causas de que se diga que es menos el número de feminicidios, que el de muertes violentas de mujeres.
Dijo que así el gobierno culpa de estas muertes a los individuos y no a las deficiencias en las políticas públicas, “no reconoce su incapacidad y oculta sus fallas”, dijo.
Agregó que lo mismo pasa con el resto de los homicidios en general y de los levantones, al relacionarlos de inmediato con la delincuencia organizada para que así haya una justificación para no investigarlos, con el argumento de que se trata de una responsabilidad que escapa a su competencia porque corresponde a la federación.
Monroy denunció que en este periodo de guerra contra el narcotráfico no solamente ha crecido el número de feminicidios, sino que, también, efectivamente, las muertes de mujeres por la delincuencia organizada, pero explicó que muchos casos no se conocen porque las mujeres, a diferencia de los hombres, no mueren en los enfrentamientos, sino en el contexto de las venganzas y extersiones.
Y luego finalizó que, cualquiera que sea la cirucunstancia de su muerte, la mujer por su condición sexual, siempre será más vulnerable.

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