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La literatura japonesa ocupó un lugar privilegiado en Octavio Paz: Aurelio Asiain

Julieta Riveroll / Agencia Reforma

Ciudad de México

Octavio Paz escribió más sobre los escritores japoneses que sobre los de Cuba o Puerto Rico, pese a la proximidad de estos países a México, y tradujo más a poetas japoneses que a ingleses o italianos, aseguró el editor y crítico Aurelio Asiain durante la conferencia magistral en la que abordó la relación entre el Nobel y la cultura del país asiático.
“La literatura japonesa ocupó un lugar privilegiado en la atención de Octavio Paz”, dijo Asiain. Aunque no por ello jugó un papel central para el autor de Piedra del Sol, precisó ante el público que acudió ayer a la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
“La estancia en el país fue muy breve, estuvo poco más de cuatro meses, y el contacto con sus letras fue tardío y limitado. No aprendió el idioma y vivió en Tokio en una condición, la de diplomático, muy poco propicia para conocer de cerca un país, sobre todo uno tan celoso de su intimidad”, agregó.
Fue en julio de 1952 cuando Paz visitó por primera vez Japón, donde enfrentó condiciones difíciles debido a líos burocráticos, a un sueldo que no le alcanzaba, como le confesó en una carta a Alfonso Reyes, y a desavenencias conyugales.
“En el contacto con la cultura japonesa, la obra poética de Octavio Paz alcanzó su definición. Él mismo lo dice en el prólogo a los tomos poéticos de sus Obras Completas, tras hablar largamente de su experiencia surrealista”, señaló el también ensayista y miembro del Consejo Editorial de Letras Libres.
Uno de sus primeros recuerdos de infancia es un jardín tipo japonés en la casa de su abuelo, Irineo Paz, pero será hasta 1945 cuando descubra la literatura japonesa al redactar un escrito, a solicitud de unos amigos de Columbia University, para despedir a José Juan Tablada, introductor en México del haikú.
“Esa lectura (de los poetas japoneses) resulta tan estimulante que su discurso luctuoso significa la entrada de Tablada en el canon mexicano contemporáneo. Es la primera vez que alguien describe a Tablada como nuestro primer poeta moderno”, afirmó el autor de República de viento (1991).
Paz solamente tradujo un libro entero japonés Sendas de Oku, con ayuda de Eikichi Hayashiya, joven funcionario de la Embajada de Japón que hablaba bien el español, que tenía una sólida cultura y que se desempeñaba también como escritor y traductor.
El último encuentro de Paz con Japón tuvo lugar en 1983, cuando volvió ya no como diplomático sino como escritor famoso, y significó una vía de autoconocimiento, una lección de moral más que un placer estético.
“Una y otra vez, Japón fue para él un país ejemplar”, concluyó Asiain, quien reconoció que la cultura de esta isla influyó en la voluntad de condensación del Nobel, así como en la escritura de poemas en los que se alternan voces.
“Las versiones de poesía japonesa de Paz no son menos escrupulosas, no son meras traducciones de traducciones, sino que son el fruto de consultas, conversaciones y discusiones”,  comentó el editor, poeta, ensayista, traductor y crítico Aurelio Asiain.

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