Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

“Acapulco está bien pero hay mucho ambulante”, dice la familia Aguilar, del DF

Salvador Serna

En el mar, la vida es más sabrosa, en el mar todo es felicidad.
En el mar, la diversión se escapa en cuestión de segundos, por lo que hay que aprovechar, porque en el mar, la vida es más sabrosa, pero a veces en el mar…no todo es felicidad.
Al parecer, ese es el sentir de la familia Aguilar, defeños y americanistas de corazón.
Contentos porque el sábado, sus águilas del América golearon por 4-0 al Querétaro, “por todo eso, pues amerita unas chelas aquí en playa Tamarindos”, dijo ayer Felipe Aguilar.
Al saludo con el típico ¿Cómo estás carnal? y a medio regañadientes, los Aguilar aceptan conversar, “pero no mucho porque estamos muy cansados de tanto descansar”, dicen bromeando.
A la pregunta de rigor de qué les parece Acapulco, el señor Pedro Aguilar contesta directo: “pues bien, nada del otro mundo, venimos a desestresarnos y a disfrutar la victoria del mejor equipo de México, el América ¿No viste el partido? Estuvo muy bueno”.
Mariscos, refrescos y cervezas acompañan a los Aguilar, quienes reconocen que se regresan a la delegación Cuajimalpa, este mismo domingo por la noche, “porque queremos aprovechar las vacaciones al máximo. Vamos a ir primero a ver el show de los clavadistas en La Quebrada, dicen que empieza a las 9 de la noche y de allí nos vamos directo hasta el deefe por la mera carretera federal”, explica Carmelo Aguilar.
“Acapulco está bien, pero hay mucho vendedor ambulante, pregunte y pregunte, y por eso nuestro sentir, son demasiados vendedores y no nos dejan descansar, insisten mucho por poco dinero”, señala Sonia Aguilar.
De repente, todos los Aguilar se ponen de pie y se zambullen en el mar por algunos minutos. Después regresan y argumentan que está un poco fría el agua, pero que así tibia está bien, indica contradiciéndose a sí mismo, Pedro Aguilar.
Pocos niños acompañan a los Aguilar, en realidad solamente uno, Jaime Aguilar se llama y anda en su rollo infantil, sin hacerle mucho caso a sus mayores. Parece que el pequeño Jaime es el único que luce completamente feliz en playa Tamarindos porque no se queja ni se enoja, solamente le dice a su mamá que se apure a recoger las cosas porque ya quiere regresar de inmediato a la escuela, porque de plano “ya me aburrí de tanto asolearme y jugar solo, no vinieron mis primos y así no sabe la playa”.

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