Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Anituy Rebolledo Ayerdi

Acapulco, música y poesía XII

Acapulco y Elvis

Nos recuerda una amable lectora que, además de Diversión en Acapulco, el divo Elvis Presley interpretó en la película de ese mismo nombre otra canción referida a este puerto. Se titula No se puede decir no en Acapulco y fue creada por un trío de famosos músicos y letristas formado por Sid Feller, Dee Fuller y Lee Morris.
No se puede decir no en Acapulco está contenida en el álbum de la propia película de 1963 y lanzado en diciembre de ese mismo año ocupando los primeros lugares de ventas . Otras canciones: Guadala-jara, El torero fue una dama, Vino dinero y amor y Bossa Nova Baby. Hela aquí:

No se puede decir no en Acapulco
porque cada latido del corazón dirá que sí
Acapulco
donde los amantes cantan, no hablan,
y bailan en lugar de caminar juntos
El puerto de las noches estrelladas
y rasgueo de guitarras

No se puede decir no en Acapulco
porque el romance florece
y el amor está en el aire
así que bésame tierna y dulcemente
Siente querida esta magia envolvente
y no digas no porque
no se puede decir no en Acapulco

Acapulco y la ópera rock Hair

Hoy la luna brilla junto al sol
y Júpiter eclipsa a Orión
la paz gobernará al planeta
y el amor será la ley

Acapulco se tiñó de amarillo bilis y fue zarandeado por alguna prensa escandalosa de dentro y de fuera. Castigaban esta vez la osadía del puerto al ofrecerse como escenario para el estreno latinoamericano de la ópera rock Hair. Una alegre e irreverente obra musical que abordaba el entonces escabroso tema del jipismo y su lema contagioso de “amor y paz”.
Obra triunfadora en Estados Unidos y en Inglaterra y cuya presentación en Acapulco sería la primera en español y sin ninguna censura. Un logro histórico si se recuerda que el país era gobernado por un mocho poblano, autor tres meses atrás de la matanza de estudiantes en Tlatelolco. Sin embargo, no había que cantar victoria.
Apenas anunciado el estreno de Hair y sin tener mayores referencias de la obra, la beatería y las buenas conciencias rebautizarán a Acapulco como una moderna Sodoma tropical: impúdica, licenciosa, libertina y depravada. Ecos que tendrán sonoras réplicas locales al conocerse, de oídas, que los actores del musical, hombres y mujeres, cantaban y bailaban sin ropa alguna. Totalmente desnudos, pues, encuerados, chirundos y para decirlo acapulqueñamente: ¡en pelotas, comadrita! ¡Avemaríapurí-sima, comadrita!

Quiero que me llegue
hasta la cintura
arriba, abajo
en todas partes tengo
hair, hair, hair
crece, crece
nada me embellece más
hair.

Para el empresario de Hair, Alfredo Elías Calles, de la familia caudillesca, los primeros réditos del espectáculo beneficiarían al puerto con la difusión universal de su nombre. Económicos no los esperaba jugosos aunque sí suficientes para salir tablas. Había pagado caros derechos de autor, la papeleta de actores se cubría en dólares, todos extranjeros menos Yipi Pintos, de aquí mismo, y muchísimos gastos para el montaje y la publicidad. “Y conste que no sumo las gordas propinas para la gente del gobierno”.
Elías Calles había corrido con suerte al toparse con Jacobo Jaco Avayou, jovial empresario cinematográfico del puerto, quien le ofrece su cine Acapulco, sin techumbre, en la calle Plan de Ayala casi esquina con Cuauhtémoc. Las instalaciones se remozan, se les dota de sanitarios nuevos y adquieren un nuevo nombre: Teatro Acuario. Terminará como cine porno.
Hair llama la atención mundial a partir de su nacimiento en 1967 y lo hace por amalgamar una música pegajosa con la filosofía hippie. Se le tendrá como precursora de una revolución cultural, particularmente en la música, el teatro y en el pensamiento juvenil de finales de los años 60. Los desnudos se suceden en la representación cuando una tribu hippie canta y danza en torno a sus sentimientos, alegrías y temores. Escena que solo verán en Acapulco los asistentes a la función de “gorrita café”, dedicada a las autoridades, a la prensa, a las celebridades y a los críticos. Hair será para estos últimos el fenómeno musical de la época. Una explosión de creatividad que cantó a la libertad de expresión e hizo del espectador un actor más.
Si bien los temas de la ópera rock serán aplaudidos alrededor del mundo, dos de ellos llegaron para quedarse: Acuarius y Deja que entre el sol. La banda sonora se mantendrá en la lista de éxitos durante los tres años siguientes a su estreno. Hoy a veces se escuchan, siempre convocados por la nostalgia lacrimosa.

Acuario, acuario
alegría y tolerancia
armonía y confianza
no queremos más engaños
no más sueños destrozados
hoy nacemos para amarnos
nuestra era es la de acuario
acuario, acuario

El estreno de Hair en Acapulco, el 4 de enero de 1969, sin disiparse totalmente la cruda del año nuevo, quiso ser un remedo tropical de las noches encandiladas de Broadway. Fallido por absurdo y algo más. Una manada de cuches buscando comida en la calle del estreno, los golpes del taquero de la esquina con su jauría particular, los fogonazos acústicos de la rockola del bar Piratas, enfrentito, y los pregones decibélicos de los vendedores de tamales, elotes y los muy atrevidos del afrodisiaco “yombina, la que no sabe fallar”.
Aquel entorno no impedirá que algunos invitados vistan de pipa y guante como si asistieran a una ópera de a deveras en el Palacio de las Bellas Artes. Los habrá enguayaberados y el mayor número como recién levantados, sin rasurar ni peinar, ajados y oliendo a chuquío. Ahí estaba Enrique Rocha, Rochón o Vampiro, luciendo un pantalón verde coraje con el torso desnudo. “Estos ratas acapulqueños me despojaron vilmente de mi finísima camisa”, mentirá tratando de justificar la naquez de su excentricidad.
También por ahí: el actor Yul Brynner tocada la pelona con un sombrero calentano eficacísimo para el anonimato; el productor gringo Mike Buttler preguntando por Manolo Arango, “el hombre del billete grande”, a quien descubrirá como el mecenas de la función. Alfredo Díaz Borja –“¿ yo que pedo con Tlatelolco?–,” ligado desde entonces al rock mexicano. Irma Serrano La Tigresa insistirá en comprar los derechos de la obra para interpretarla ella misma. “Yo sí tengo nalgas y chamorros”, dirá en alusión a Pixie Hopkins, la delgadísima estrella principal.

Hachis
mariguana
opio
LSD, peyote
hongos mágicos
mescalina y la nicotina
cannabis sativa
alcohol y betún
jarabe para la tos
aspirina y valium
qualudes y poppers volcánicos
pieles de plátano
s.e.x.o
uuuuuuu

La escena final de Hair será la que despierte la santa moralina de la autoridad municipal, traducida en sellos de clausura en la puerta principal del teatro, en las taquillas, en los camerinos y hasta en los baños. Escena que, según el libreto original, se presentaría con el escenario y la sala a oscuras. Recomendaciones transgredidas por la astucia sicalíptica del productor Elías Calles. Este dotará a cada actor de una lámpara sorda dizque para dirigir sus rayos hacia el público, pero a la hora del frenesí dancístico se alumbrarán entre ellos en plena desnudez. No faltarán señores de nariz respingada que abandonen el teatro, indignados y alarmados por los grados de inmoralidad alcanzados en Acapulco. “¡Ya no hay pudor, Rebequita!”, se quejarán más tarde con la matriarca del famoso prostibulario acapulqueño.
Haya venido de Bucareli o del Arzobispado, la clausura de Hair con todo y teatro Acuario fue boleto del alcalde Israel Nogueda Otero quien, para librarse de señalamientos de mojigato y represor, enarbolará el Bando de Policía y Buen Gobierno. Un intocado documento decimonónico especializado en reprimir a los “miones” callejeros.
Quienes adjudicaron el ukase a la Secretaría de Gobernación, a cargo del presidenciable Mario Moya Palencia, aportaron los móviles posibles. La presencia en la función de Gustavo Díaz Borja, hijo del presidente Díaz Ordaz, sin permiso de su padre, por supuesto, y en la misma línea la asistencia de La Tigresa Serrano, amarchantada con Berger, un personaje de Hair. Para redondear el drama palaciego, en alguna parte de la obra algunos actores portan carteles protestando por la matanza de Tlatelolco. ¡Y todos son extranjeros, señor Presi-dente! ¡Échenlos del país!, ladra el Zeus Tonante, una orden cumplida cabalmente.

Cunnilingus y besar
¿verdad que no se ve mal?
masturbarse es genial
santa orgía
Kama Sutra hasta el final
Donna

–A partir de la clausura nos convertimos en delincuentes –contó Alfredo Elías Calles a la revista Piedra Rodante. “Mi alarma llegó a sus extremos la madrugada siguiente. Decenas de agentes civiles, armados con pistolas y metralletas, tomaron por asalto la casa donde vivían concentrados los actores de Hair. A punta de cañón, con lujo de violencia e insultos los despertaron y se los llevaron”.
“Al día siguiente asistí con mis abogados a la oficina de Migración donde nos pasaron a una antesala. De pronto se abrió una puerta y entraron seis gorilas que arremetieron a golpes en mi contra. Me bajaron a patadas y me arrastraron hasta un automóvil sin placas . Allí conocí el pánico, brother”.

Yo creo que sí hay Dios
no creo en Claude
ni en mí, ni en mí
canta nuestras canciones
no tienen fin
canta junto a mi con fuerza
deja que entre el sol
que entre
el sol.

(Fragmentos de las canciones originales de Hair)

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