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Acoge el Centro Cultural Acapulco el trabajo de tres fotógrafos contemporáneos

Redacción

El sábado se inauguró la exposición Gerardo, Antonio y Patricia en las Rejas Solares del Centro Cultural de Acapulco, de los fotógrafos contemporáneos Gerardo Montiel, Antonio Turok y Patricia Aridjis miembros del Sistema Nacional de Creadores y jurados del cuarto Concurso Estatal de Fotografía Cultural Guerrerense.
Los tres artistas, que coincidieron en la exposición 45 miradas mexicanas en China en 2007, de nuevo “por azar” se encuentran reunidos en una misma muestra en Acapulco.
Unas 50 personas asistieron a la inauguración en la que estuvieron presentes Antonio Turok y Patricia Aridjis, quienes charlaron con el público en un ambiente distendido.
Tras el corte de listón y el discurso de la directora de Galerías y Arte del IGC, Jeanette Rojas Dib, los artistas e invitados realizaron un recorrido por la muestra.
De las decenas de fotos propuestas por cada fotógrafo, el Instituto Guerrerense de la Cultura eligió para esta presentación ocho fotografías de cada uno, más un autorretrato especialmente ex profeso para esta exposición.
La obra de Gerardo Montiel Klint se divide en dos series, Places (2002) y Volutas de humo (2006) más su autorretrato (2012).
Klint nos transporta al mundo del sueño, la imaginación y la memoria al construir un nuevo espacio de filtración a través del cual se asoma el mundo material. La recreación de imágenes provenientes del inconsciente como experiencia estética más profunda, revela una cosmogonía en la que conviven los opuestos, revelando una visión maniquea del mundo que el artista proyecta en su obra. De la serie de fotos presentadas por este artista nacido en la ciudad de México en 1968, representa un ambiente cargado de miedos, de imágenes fantasmales, espacios vacíos e intranquilos. Se ofrece al ojo del espectador el escenario aterrador de la desolación, analogía del “oscuro sótano del alma”.
La misma desolación se deja entrever en las fotografías de Antonio Turok, a pesar de que no es su tendencia habitual. Fotodocumentalista, Antonio Turok no se impone ningún formato predeterminado, aunque la fotografía análoga tenga para él “otro sabor”. Sin embargo la técnica es un pretexto, un medio, nunca un fin en sí. Si la idea es buena, la foto también; todo es cuestión de azar, de estar en el buen lugar en el buen momento.
El universo fotográfico de Antonio Turok nunca es el mismo: un San Cristóbal de Las Casas ocupado por zapatistas; un Empire State pesadillesco tras los ataques del 11 de septiembre 2001 o la rabia magisterial en las protestas de la CNTE en Oaxaca, todos ellos escenarios reales que adquieren un nuevo matiz desde el ojo del fotógrafo. Aprovechar la oportunidad pura en su fulgor, el acontecimiento fugaz, el destello del kairós.
Cualquier manifestación del arte es una búsqueda interior, un camino personal aunque no necesariamente un método sicológico. No apela a ningún recurso sicoanalítico como es el caso por ejemplo de la obra de Klint. Lo que tiene que surgir primero es la belleza de la imagen.
Turok es conocido como un retratista cuyo tema de predilección es la condición humana; sin embargo en esta ocasión nos presenta obras desérticas, desoladas. La idea es que precisamente a través de la orfandad de lugares, pueblos y ciudades nos remite a una presencia humana que fue y ya no es. En sus imágenes se leen las historias de las personas que vivieron y abandonaron este espacio. Es como una lectura en negativo de una realidad escondida a través del fenómeno del espejismo entre un lugar y su gente.
Arrullo para otros de Patricia Aridjis, es la otra serie presentada en esta exposición. En ella nos cuenta las historias de las nodrizas encargadas de cuidar los hijos de otras mujeres.
Siempre despreciadas por sus orígenes, por su condición social, por su falta de educación, las niñeras viven eternamente a las sombras de la felicidad de otros, sirviendo a familias cuyo nivel de vida es diametralmente opuesto al suyo.
Se lee en la serie de fotografías el encuentro entre estos dos mundos antagónicos, pero sobre todo se revela la condición de estas mujeres que ocupan un papel fundamental en las familias, aunque siempre relegadas al umbral.
Esta ocultación se manifiesta directamente en las fotos que a veces nos enseñan más de los niños que de la niñeras. Esta mirada es una manera de reflexionar en cuanto al sitio que las niñeras ocupan en tales lugares que son a la vez trabajo y vida.
Considerándose ella también como fotodocumentalista, Patricia Aridjis está muy interesada en los temas de género. Así, la idea del artista de representar contrastes sociales la llevó a considerar representativo de las diferencias de clases el personaje de la niñera como figura icónica de una condición social marginada.
Más allá de la fotografía, a un nivel más personal, aparece una forma de convivencia. De la experiencia fotográfica vivida por el artista, nace una relación mas íntima con estas mujeres a través de sus historias, verdadera empatía palpable en la creación artística.

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