Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Anituy Rebolledo Ayerdi

Acapulco, música y poesía XIII

Acapulco y El Chunco

Raymundo Martínez, El Chunco, fue un carpintero del barrio de La Guinea que no sólo sabía de garlopas y escofinas sino también de música, poesía y teatro. Manifestaciones gozosas para él ya como oficiante o simple diletante. Sus canciones y poemas alcanzarán las más altas calificaciones en las tertulias literarias promovidas por él mismo en barrios y colonias del puerto.
El sueño del Chunco fue crear una red cultural que incluyera toda la geografía del municipio de Acapulco. Lo intentará con sus propios medios pero pronto abdicará ante el sistemático desprecio oficial por la cultura. Sin exageración tremendista, no han faltado en Guerrero gobernantes émulos de un famoso general revolucionario. El mismo que desenfundaba su pistola cada vez que escuchaba la palabra cultura.
Raymundo Martínez era el prototipo del acapulqueño sin instrucción formal pero con sensibilidad a flor de piel y una gran entereza. Ambas le permitían alternar el duro trabajo de su oficio con el recreo del espíritu. Muerto hace una década, El Chunco no dejará como herencia legajos polvosos presumiendo su elevado espíritu. No lo hizo porque en vida la había entregado a sus amigos, a la gente común como él.
Toño Clavel, quien fuera popular trovador del mismo barrio de La Guinea, iniciaba sus actuaciones en foros populares con la canción. Romance en el palmar, del carpintero. Tampoco la cantarán mal Alfonso Nieves y Carlos Díaz Bello, un dueto tan ocasional como bohemio.

Romance en el palmar

Contemplando mi madrigal
palmeras besadas por la brisa
las olas viene y van
suavemente sobre la arena
y las gaviotas abren sus alas

A lo lejos se ven los veleros
y sobre los cerros
las olas van a reventar
formando franjas blancas

Yo quisiera ser la brisa toda
para acariciar tu cuerpo juncal
linda acapulqueña
para que nunca olvides
un romance en el palmar.

Acapulco y las Marino

Acapulco a Go Go, dirigida por el villano Arturo Martínez, fue filmada en el Tequila a Go Go de Acapulco. La primera discoteca de América Latina dotada con un sofisticado equipo de sonido procedente de Alemania, cuya fidelidad impresionaba. El establecimiento será también vanguardista en materia de jaulas encristaladas, en cuyo interior danzaban lascivamente hermosas fieras bípedas. Elba Aponte hizo época contorsionando su cuerpo de pantera al ritmo del Bule Bule.
Tomarán más tarde la estafeta de Elba las tres bellas morenas Marino de Mozimba: Maritoña, Marina y Mililia. Orgullosas hijas del bordador de tangos y MC (como se anunciaba al Maestro de Ceremonias de los espectáculos) Vicente Ché Marino. El único argentino simpático llegado al puerto para quedarse y formar una familia acapulqueña.
Lilia Marino, La Reina de Acapulco, será imprescindible en los espectáculos en su faceta de cantante de voz clara, entonada, emotiva y muy sensual. Será ella el gran atractivo en su propio negocio dedicado a las especialidades culinarias, particularmente el ritual del pozole cada jueves. El escribano posee un cidí de Lilia titulado Mis favoritas y ellas son Nosotros, Júrame, Noche de ronda y Solamente una vez. Otras: Atolito con el dedo, de mi compadre Tadeo Arredondo; Gracias a la vida, Y háblame, Tú me acostumbraste y Cantando, de la francesa Mercedes Simone. (Si no fuera tan perseguida y penada la piratería –particularmente en Acapulco–, ofrecería copias baratas)

Acapulco y Martín Urieta

Adiós Acapulco se titula la ofrenda de Martín Urieta Solano, el compositor lanzado a los cuernos de la Luna con su canción Mujeres Divinas, un diálogo etílico entre un misógino y un hipócrita. Digo.
El también famoso intérprete –con voz más rasposa que lija del cero–, fue reconocido por su Adiós con la medalla municipal al Mérito Civil, otorgada por el Ayuntamiento encabezado por Rogelio de la O Almazán (1994-1996). Otras canciones suyas: Qué de raro tiene, Jaula Dorada, La vida es una copa de licor y Bohemio de corazón. Creación esta última del paisanito calentano Gerardo Reyes.

Adiós Acapulco

Antes que salga
del puerto mi velero
el canto más sincero
le quiero dedicar

A mi Acapulco
refugio de viajeros
manchita de luceros
que duermen en el mar

Hoy me despido
del bello paraíso
me voy porque es preciso
del sueño despertar

Si por mi fuera
al cielo le pidiera
que aquí cuando yo muera
me permita reposar

Estoy a punto de partir
muy lejos de Acapulco
buscaré mi porvenir
cómo quisiera regresar
volver a ver sus playas
sus palmeras y su mar

Estoy a punto de zarpar
si lejos de Acapulco
se apresura mi final
quiero que me hagan sepultar
aquí donde es el reino
del paisaje universal

Por dondequiera
se ven enredaderas
floreando en sus laderas
de magia tropical

A mi morena besé
por vez primera
allá por la Costera
su avenida principal

Cuando ilumina la
la luna en la bahía
es una romería
de luz y de color

Puerto querido
que hoy dejo tan florido
no eches al olvido
que yo fui tu trovador.

Acapulco y Tata Nacho

Acapulqueños son los nietos de Ignacio Fernández Esperón (1894-1968), hijos de José Estrada y Susana Fernández, hija, por supuesto, del autor de Adiós mi chaparrita y Así es mi tierra. El célebre compositor mexicano conocido popularmente como Tata Nacho, fue una figura familiar en el puerto caminando por la playa o extasiado con los atardeceres en La Quebrada. Otras composiciones suyas: La Borrachita, Menudita, Nunca, nunca, nunca, La Rondalla y Otra vez.
Acapulco y Juan Arteta

Juan Arteta llegó exiliado a México incorporado a la Banda de Música Madrid, conocida durante la Guerra Civil Española como la Banda del Quinto Regimiento del heroico y legendario comandante Enrique Lister. La dirigía el maestro Rafael Oropeza, un músico de gran talento que al poco tiempo de su llegada presenta los pasodobles: Mujer mexicana y Carlos Arruza.
Cuando el conjunto se desintegre, sus componentes, todos músicos de carrera, se incorporarán a diversos grupos mexicanos. Unos irán a agrupaciones de Bellas Artes y otros a orquestas de baile animando los muchos salones existentes en la ciudad capital. Este último fue el caso del trompetista Juan Arteta, llamado al conjunto de Juan S. Garrido. El director chileno que mejor le cantará a la institución nacional del palenque. Su Pelea de gallos (¡Viva Aguscalientes mmmm, que su feria es un primor!) es tonada celestial para los galleros. Sus paisanos le reprocharán no haber cantado a los plenilunios de su natal Valparaíso, pero sí a una Noche de luna en Jalapa. Y es que seguramente no conoció Acapulco.
Pasados los años, un buen día el centro nocturno Playa Suave (hoy Catedral Gótica all Herrumbe, con la señal de la Z), anuncia la presentación de la sensacional orquesta “española” de Juanito Arteta y su trompeta de oro (el mismo). Músico muy dotado, Arteta arreglará su repertorio al ritmo de moda de las Big Band estadunidenses, incorporando no sin atrevimiento ritmos tropicales. Se ganará de inmediato la admiración y simpatía de las parejas de jóvenes y viejos bailarines. Entonces echará raíces declarándose “acapulqueño por querencia”, ¡coño!

Acapulco y Tapia Colman

Cuando Simón Tapia Colman llega a México huyendo de la Guerra Civil Española ya es, no obstante su juventud, un violinista y compositor de gran prestigio. Nacionalizado mexicano, se incorpora a la vida musical del país a la que honra y enorgullece en 1956. La BBC de Londres estrena mundialmente su obra Leyenda gitana y será el primer músico mexicano con tal honor.
Cuando Tapia Colman se asienta en Acapulco alterna sus negocios con la música. Entonces formará un coro mixto con acapulqueños entonaditos. Las primeras audiciones del Coro Acapulco sorprenden, entusiasman y enorgullecen a los viejos residentes. La comparación surgirá sin menoscabo con el famoso coro de Los Madrigalistas, seguido a través de la radio.
Las voces de Gloria y Silvia Tapia Alcázar destacarán en el conjunto no por ser hijas del director sino por musicólogas. Silvia, por ejemplo, ganará con el nombre artístico de Prisma el Festival OTI de la Canción (1986), en su fase nacional. Su canción: De color de rosa.
Alma Rebolledo de Pano, integrante de aquél grupo, recuerda entre los trabajos memorables de Tapia Colman un arreglo coral al son guerrerense El Palmero, incluido en el catálogo del músico

Palmero sube a la palma
sube a la palma palmero
y de los coco más grandes
hazle su carga al arriero

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