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Jesús Mendoza Zaragoza

Por la creación de una ley
de víctimas*

El panorama actual de las víctimas de la violencia.

Siempre ha habido víctimas de la violencia entre nosotros, muchas de ellas han permanecido invisibles las más de las veces, ocultas en los diversos espacios donde viven o trabajan. La violencia en las familias es la más difundida como producto de factores culturales y sociales y tiene diversas facetas desde la violencia verbal, física, sexual, psicológica y económica. Las víctimas más recurrentes son las mujeres y los niños. Otro lugar de victimización es el espacio laboral, donde toma otras formas como el acoso y los abusos en contra de las mujeres, sobre todo. Estas violencias no han sido suficientemente tratadas y se mantienen como un humus que activa otras formas de violencia.
En los últimos años se ha visibilizado en el país otra violencia que ha llegado a niveles dramáticos: la violencia generada por el crimen organizado y por la manera como el gobierno la ha enfrentado al privilegiar la lucha contra el crimen organizado mediante las fuerzas de seguridad. Esta es una violencia que tiene rasgos patológicos y de alto impacto social, pues sus manifestaciones han sido desgarradoras tales como las torturas, los desmembramientos y las decapitaciones, que tienen como finalidad exhibir en toda su crudeza el poder destructor de sus protagonistas y sembrar el miedo en los adversarios y en toda la población.
Por otra parte, desde la perspectiva de la afectación personal por la violencia, hay de víctimas a víctimas. Para comenzar, todos somos víctimas de la inseguridad, puesto que hemos perdido cierto margen de actuación en la comunidad y nos hemos visto obligados a ciertos enclaustramientos obligados. También podemos distinguir a quienes pierden su patrimonio de manera violenta como sucede en los casos del pago de rescate por secuestros, extorsiones, pago de cuotas y robo de vehículos con violencia. Hay otras víctimas que pierden la salud física y/o psicológica como el caso de los secuestrados, mientras que los ejecutados pierden la vida. Otro caso es el de los desaparecidos cuyo paradero es incierto, lo cual provoca inestabilidad en sus familias. Esta tipificación de las víctimas nos hace pensar que en cada caso se da una situación de daño que requiere ser comprendido, atendido y reparado. También podemos hablar de las víctimas directas, que han sido violentadas en alguna de las formas ya descritas y a las víctimas indirectas, que coincide con el entorno familiar y/o comunitario.

Necesidades de las víctimas

A partir de los diversos tipos de víctimas de la violencia se pueden determinar las diversas necesidades que requieren ser atendidas. Podríamos agruparlas en tres.
1ª. Necesidades sicosociales. La víctima suele quedar presa de una situación traumática producida por la violencia recibida. Esta situación implica el repliegue y la paralización de la víctima que queda aturdida por el miedo y, aún, por el terror. La rabia, la impotencia, el miedo y el odio pueden apoderarse de ella y constituir su estado de ánimo, anulando sus capacidades y distorsionando sus percepciones. Estas necesidades necesitan ser atendidas mediante procesos terapéuticos individuales y comunitarios donde se apoye a las víctimas para que procesen su dolor y para que superen la situación traumática. Las víctimas necesitan un entorno humano y social que les devuelva la capacidad de asumir sus responsabilidades: responsabilizarse de sí mismas y de su situación y responsabilizarse de cambiar la situación de violencia para construir la paz. Se trata de un proceso que va desde la victimización hacia la ciudadanización. La cuestión está en acompañar a las víctimas para que superen el dolor y abracen la causa de la paz como salida a su postración.
2ª. Necesidades jurídicas. Una plaga que acompaña a la violencia es la impunidad de los criminales y, en algunos casos, la criminalización de las mismas víctimas, que suelen quedarse en el desamparo jurídico. Las leyes existen en abstracto pero no son aplicadas debido a que, por diversas razones, muchas de las víctimas no tienen acceso a la justicia. Una vez que las víctimas deciden buscar la justicia para sus casos pueden agruparse con otras víctimas para hacer más viable sus exigencias de justicia. En estas condiciones, es indispensable el apoyo jurídico para que las víctimas puedan transitar a través de los procedimientos legales dispuestos y no se desgasten en esfuerzos que no les llevan a ninguna parte por carecer del sustento en las leyes. Por un lado se ha de buscar aplicar la ley y, por otra parte, donde haya vacíos legales, hay que buscar que se hagan leyes adecuadas para el apoyo integral que necesitan. Por ejemplo, el Estado tiene que prever el apoyo institucional y el resarcimiento material, en lo posible. Y pare ello, se necesitan leyes.

La propuesta

Las víctimas de la violencia se convierten en un sector sumamente vulnerable en todo sentido, máxime cuando no cuentan con los recursos para solucionar su situación. Como sector vulnerable necesita contar con el apoyo de la sociedad y del Estado para alcanzar las condiciones que les capaciten para valerse por sí mismas. Por ello, se necesitan construir básicamente dos plataformas que les devuelvan las condiciones de vida normales: la sicosocial y la jurídica. Estas plataformas hacen necesaria la creación de una ley que regule las obligaciones del Estado para que las víctimas tengan acceso a los recursos institucionales que les hagan capaces de superar su situación de víctimas. Esto implica un marco jurídico que tenga en cuenta los tratados internacionales y las leyes constitucionales que sustente los derechos de las víctimas de la violencia.

Razonando la propuesta

Esta atención a las víctimas es urgente e indispensable desde la perspectiva de una elemental solidaridad humana. Una sociedad que se precie de civilizada y de respetuosa de los derechos humanos no puede dejar a las víctimas de la violencia en la indefensión. Y una de las razones de ser de la autoridad pública es, precisamente, la protección de quienes sufren situaciones de abusos y de atropellos.
Por otro lado, urge la atención a las víctimas de la violencia para sanar las relaciones humanas y sociales que quedan seriamente afectadas por los hechos de violencia. Una consecuencia es que el tejido social se va desgarrando y las relaciones comunitarias se van deteriorando. Para evitar que esto suceda se necesita centrar la atención en la situación de las víctimas para responder a sus necesidades de justicia y de reconciliación.
Un elemento decisivo de esta atención a las víctimas es el círculo de victimización que consiste en la postración de las personas que han sido víctimas y que no llegan a ser capaces de superar la situación traumática, situación que tiene efectos de paralización y de encerramiento. Las personas sufren una fijación en su situación de víctimas y no logran superarla, con consecuencias dañinas para ellas, para sus familias y para la comunidad. Este círculo de victimización puede tener un alto costo social, pues las personas que lo sufren no logran reincorporarse a la vida civil y productiva y dejan de aportar al bien común sus capacidades. Otra eventualidad es que de víctimas pasen a ser victimarios en algunas esferas de la vida.
Es necesario que las personas que han sido víctimas de la violencia tengan el apoyo necesario para salir del círculo de victimización y para asumir las responsabilidades que les tocan en cuanto a valerse por sí mismas, a participar activamente en el bien común y a exigir justicia. Este sería un proceso de personalización acompañado de otro de ciudadanización.
La violencia golpea fuertemente a la persona y disminuye sus capacidades. El miedo se posesiona del mundo personal y deteriora facultades como la inteligencia y la voluntad. La persona se experimenta abandonada, impotente, incapaz y puede estallar en la rabia o caer en la resignación, que cuando se estacionan disminuyen las capacidades personales. Por otra parte, el sentido de los derechos ciudadanos queda perturbado, provocando actitudes de desconfianza y de apatía social.
Las víctimas necesitan ser ayudadas a recuperarse como personas y como ciudadanos, a superar el dolor para abrirse a espacios de solidaridad social en los cuales puedan encontrar un sentido a la vida exigiendo justicia para sus propios casos y vinculándose en organizaciones ciudadanas para construir la paz. También necesitan ser apoyadas en sus legítimas exigencias de justicia, ya sea de manera individual o ya sea de manera colectiva.

¿Qué implica la propuesta?

El gobierno federal debe canalizar recursos humanos, institucionales y económicos para atender de manera puntual e integral las necesidades sicosociales y jurídicas de las víctimas de la violencia. Una primera exigencia sería la creación de una ley de víctimas que recoja sus necesidades fundamentales y establezca las formas institucionales de reparación de los daños que puedan hacerse. Esta ley, que debe contar con la participación de las víctimas mediante las consultas necesarias, distribuiría obligaciones en los ámbitos federal, estatal y municipal y regularía la participación de la sociedad civil en el cumplimiento de esta tarea.
Entre otras cosas, esta ley tendría que obligar el sector salud para que establezca un programa específico orientado a la recuperación de la salud de manera integral. También tiene que establecer un protocolo para el esclarecimiento de cada crimen y para llevar ante la justicia a los criminales. En los casos de desaparecidos, el Estado se obligará a la búsqueda disponiendo de todos los recursos institucionales y en los casos de los desplazados por causa de la violencia se contemplará el resarcimiento de los bienes y la disposición de los apoyos necesarios para su retorno a la normalidad.
Por otra parte, esta ley contemplará la participación de la sociedad civil abriéndole espacios para coadyuvar en esta tarea, contando con los apoyos gubernamentales necesarios. En cuanto hubiera organizaciones civiles debidamente capacitadas para este apoyo a las víctimas, deberán contar con los recursos suficientes para colaborar en esta tarea de rehabilitación social, que es imprescindible para la restauración del tejido social tan desgarrado por la violencia.
Tienen que aplicarse los recursos necesarios para apoyar a las víctimas en los aspectos sicosocial y jurídico. Pero además, se necesitan recursos para resarcir daños a comunidades y familias mediante proyectos de educación, de desarrollo, de servicios comunitarios. ¿De dónde pueden venir estos recursos? De los bienes confiscados al crimen organizado que deberán regresar a la sociedad a través de servicios gestionados por las organizaciones civiles debidamente acreditadas y capacitadas.

* Ponencia leída durante los Diálogos por la Paz y la Convivencia el sábado 28 de enero.

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