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Vacunan en el kínder donde laboraba la maestra que murió por influenza

Rosendo Betancourt Radilla
Chilpancingo
Luego de la presión que durante 15 días ejercieron educadoras del jardín de niños Rosaura Zapata de la colonia Rufo Figueroa de esta ciudad, la Secretaría de Salud del estado (Ssa) envió per- sonal con 200 vacunas de influenza A H1N1.
La escuela cuenta con 199 niños inscritos y tiene registrados a 380 padres y madres de estos y un personal de 32 personas, tomando en cuenta a las practi- cantes. Aquí trabajaba la maestra que murió el 16 de enero por influenza, Blanca Azucena Ventura Rendón.
Luego del evento, las maes- tras se organizaron y cerraron la escuela durante toda la semana pasada porque nunca recibieron guantes, cloro ni cubrebocas de las autoridades sanitarias, ni siquiera se les dio capacitación respecto a cómo tratar con el virus, que de acuerdo a la Ssa ya es estacionario y hay que apren- der a convivir con él.
Por esta medida “de seguri- dad”, la directora María Elena Botello Calderón denunció que recibió regaños por la Secretaría de Educación Guerrero (SEG) y la amenazaron con amonestarla
por haber cerrado la escuela de manera unilateral. Aunque la decisión fue de la base trabajado- ra del plantel.
De acuerdo a la Ssa la medida no era necesaria pues en la enti- dad se dan cuatro casos de enfer- medades de vías respiratorias por cada mil consultas y de acuerdo al protocolo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se deben tomar medidas extraordi- narias cuando se dan 20 casos o más por cada mil consultas.
El lunes pasado el personal decidió reunir a los tutores de los niños para hacer limpieza en el inmueble y lograron comprome- ter al personal de salud a que acu-  diera a aplicar la vacuna ayer. La vacuna que aplicaron, de acuerdo al promotor de salud Fred Aníbal Maldonado Gatica, es trivalente, pues incluye a la gripe estacional, la A H1N1 y la H3N2. Las 200 dosis se aplicarán en el transcurso de ayer y hoy para los alumnos, el personal y
los padres de familia. La jornada de vacunación fue
veloz, comenzó a las 9 de la mañana y terminó una hora des- pués y hoy se repetirá, prometió. Cuando informó esto una madre preguntó si podría traer a otro niño de una escuela de la zona y le contestaron “tráelo pero no le digas a nadie más porque aquí van querer venirse todos y se nos acaba la vacuna”.
La mayoría de los niños llora- ron cuando los inyectaron, de las niñas sólo una lloró y para pre- miar a los que no lloraban los lle- naban de aplausos “por ser tan valientes”.

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