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Jorge Camacho Peñaloza

Reforma laboral

Si se les desnuda de todo artificio, las explicaciones que da la izquierda y la derecha son el mero reflejo la una de la otra. Barak Obama.

El debate sobre la reforma laboral está en marcha, ya se votó a favor el dictamen en lo general y se están discutiendo las reservas que cada partido hizo a las propuestas de reforma y que serían resueltas el día de ayer en la Cámara de Diputados, si no tendría que ser el primer asunto a tratar y votar en la próxima sesión del pleno de la semana entrante como haya quedado el planteamiento de la misma, para después pasar a la Cámara de Senadores.
De acuerdo con las nuevas atribuciones de iniciativa preferente que tiene el Presidente de la República esta reforma para modernizar la Ley Federal del Trabajo debe de resolverse en un plazo de treinta días naturales a partir del pasado primero de septiembre cuando el presidente Felipe Calderón la envío a la Cámara de Diputados.
Es un debate que ya ha levantado lo que en política es lo normal en una sociedad política y democrática: posiciones a favor y en contra, la política es eso, un mecanismo para dirimir los disensos, las diferencias, los desacuerdos entre los diferentes grupos que integran la sociedad, en medio de un marco de reglas aceptadas por todos. En política lo raro sería que en la sociedad no hubiera diferencias, desacuerdos y debate, estaríamos ante un gobierno autoritario, totalitario, que prohibiría o trataría de impedir la existencia de voces deferentes a sus designios.
Bienvenido el debate, debatamos, sobre todo los que representamos la voluntad popular, discutamos apasionadamente, defendamos nuestros puntos de vista, argumentos, los cuales pueden ser irreconciliables en algunos puntos en particular pero no en todo lo que se plantea o propone reformar, es decir, no podemos caer en posiciones irreductibles, fundamentalistas, intransigentes o extremistas, que son las posiciones que en un momento u otro todos los partidos han caído en ellas haciendo mucho daño a la nación.
La reforma laboral forma parte de lo que se le ha dado llamar desde la década de los ochentas reformas estructurales, que no es más que la modificación de los arreglos o acuerdos fundamentales con los que funcionamos como sociedad o nación derivadas de la caducidad o inoperancia de los que se consensaron con anterioridad y que ya no corresponden a las nuevas condiciones que vivimos como sociedad.
La Ley Federal del Trabajo que rige actualmente la actividad laboral entre los trabajadores y sus empleadores sean del sector público o privado fue expedida en la década de los setentas del siglo pasado cuando la economía, el régimen político y las condiciones del mercado laboral eran muy diferentes a las actuales. Entonces vivíamos una economía todavía cerrada, semiestatizada y un sindicalismo más estrechamente ligado a los intereses políticos del gobierno y su partido que a los de sus representados.
Los argumentos centrales de la iniciativa del presidente Calderón se sintetizan en que el marco jurídico laboral ha quedado rebasado ante las nuevas circunstancias demográficas, económicas y sociales; la legislación actual no responde a la urgencia de incrementar la productividad de las empresas y la competitividad del país, ni tampoco a la urgencia de generación de empleos; subsisten condiciones que dificultan que en las relaciones de trabajo prevalezcan los principios de equidad, igualdad y no discriminación; el anacronismo de las disposiciones procesales constituye un factor que propicia rezagos e impide la modernización de la justicia laboral; es necesario avanzar hacia mejores prácticas en las organizaciones sindicales, que favorezcan la toma de decisiones y la normatividad laboral no prevé sanciones significativas a quienes incurren en prácticas desleales e informales contrarias a la ley.
Son 51 propuestas de la reforma que prevén modificar 347 artículos de los mil 10 que tiene la Ley Federal del Trabajo pero que tras la discusión en la Comisión del Trabajo que analizó la iniciativa se modificarían sólo 310 artículos, de los cuales 146 quedaron reservados al debate en el pleno de la Cámara.
Sin duda que es un tema lo suficientemente ventilado en el país desde hace varios años no solo en la esfera de la política sino de la academia, el sindicalismos, las empresas y la sociedad; se trata de cambiar, de flexibilizar el modelo político-corporativo de contratación, de hacer a las empresas y el trabajo más productivos en función de sus capacidades y no de sus ligas sindicales, de generar competencia y liberar los mercados laborales cautivos, basar la estabilidad laboral en la competencia y capacidad y no en la antigüedad y menos en la potestad hereditaria de la plaza.
Es cierto que el modelo histórico laboral en México ha beneficiado a los empresarios en contubernio con la clase política que gobernó a lo largo del siglo pasado, y hoy la reforma laboral significa modernización de la contratación, es decir liberarla de determinantes políticos, poner en el centro del valor de la mano de obra la capacidad y productividad más que los arreglos con corruptos dirigentes sindicales.
Aquí en el Congreso del estado ya hemos tenido el primer debate y aprobamos no un rechazo a la iniciativa presidencial sino un exhorto para que la Cámara de Diputados, en la ciudad de México, acuerde una moción suspensiva del dictamen y realice una consulta pública, lo que sin lugar a dudas no se puede hacer por la misma lógica del carácter preferente de la ley propuesta, pero que sin razón se votó a favor por la mayoría que implica una fuerza política.
El tema es enfrentar juntos los cambios que requiere nuestro país, no perdernos en el debate ideológico, que la ideología sirva para sustentar pero no para comparar quien tiene la mejor propuesta, las propuestas deben tener un tamiz ideológico y hasta partidista pero en primer lugar tienen que ser objetivas, desprendidas de un diagnóstico real y de lo que es necesario y urgente para el país, debatir con apasionamiento y argumentos ideológicos, técnicos, económicos, sociales y hasta políticos pero no centrarse en la confrontación e irreductibilidad partidista, oposicionista. No perdamos de vista los elementos comunes, coincidentes para no perder la cohesión nacional.
Vuela vuela palomita: Y ve y dile a todos los paisas que no le saquemos al debate, que se trata de hacer un buen chilate pero con más productividad, salarios realistas y mejor competitividad, y dejar atrás las empresas y sindicatos subsidiados, protegidos, clientelares y corporativos que sólo hacen que se enajene la mano obra de mis conciudadanos.

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