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Fernando Pineda Ochoa

El partido de Estado y Miguel Nazar Haro

El coronel Martínez, es uno de  los seudónimos utilizados por Miguel Nazar Haro, policía con patente de corso para matar, asesino y torturador por vocación. Estuve en sus manos durante un mes y conocí (en la práctica) la conducta de un sicópata, capaz de recurrir a cualquier método para inculpar a sus víctimas. Para eso fue entrenado en Estados Unidos. Cientos de jóvenes que fueron torturados por el esbirro del gobierno priista murieron víctimas de  la tortura o desaparecieron en el submundo de las mazmorras clandestinas. Por el carácter encubierto de las organizaciones armadas de los sesenta-setenta del siglo pasado no se tiene la certeza del número de secuestrados-desaparecidos; lo mismo sucede con la cifra de los daños colaterales que son difíciles de cuantificar.  Aproximadamente 25 mil mexicanos padecieron los embates de la represión. Muchos de ellos son guerrerenses.
Pavel Uranga (La Jornada,va sábado 28 de enero) hace un resumen de su currículum  policiaco. Nazar ingresa al Servicio Secreto en el año de 1949; al poco tiempo participa en un atentado contra el candidato independiente a la Presidencia de la República en 1952, Miguel Henríquez Guzmán; pronto irá vinculándose con personeros pertenecientes a los grupos policiacos de Estados Unidos, relaciones que le permiten inscribirse y graduarse en la Escuela Internacional de Policía; en 1960  la Dirección Federal de Seguridad (DFS) lo integra a sus filas y cuatro años después  su paisano (ambos son de Tuxpan, Veracruz) y compadre Fernando Gutiérrez Barrios lo nombra responsable del grupo C-047 destinado a infiltrar a grupos subversivos en los movimientos estudiantiles; participa el 2 de octubre en la masacre de Tlatelolco  y es uno de los fundadores del grupo represivo conocido como los Halcones, que actúa en la matanza del 10 de junio de 1971; desde los años 70 se le vincula con Don Neto y Rafael Caro Quintero conocidos capos del narcotráfico desde entonces y quienes por instrucciones de la CIA ayudan a financiar  “la guerra sucia”; el año de 1970 fue nombrado subdirector de la DFS  (de la cual también será director);  fue fundador y jefe máximo de la Brigada Blanca (1974) un verdadero escuadrón de la muerte al servicio del régimen del partido único.
Exhibir su página de vida y exponer su expediente criminal de un tipo como Nazar, es importante pero no suficiente. Para entender la esencia de su conducta, es necesario incursionar en  la estructura política que permitió su impunidad, su actuar violento y represivo. Los hombres y su historia son producto de sociedades concretas. Corresponden a una organización social determinada. La existencia de un Nazar, de Acosta Chaparro, Sahagún Baca y varios más, es resultado de una estrategia represiva elaborada por un Estado autoritario, donde gobierna un partido único, carente de legitimidad.
Miguel Nazar Haro inicia su recorrido criminal en 1949, en el gobierno de Miguel Alemán. Cuando la “la contrarrevolución se hizo gobierno” dejando de lado los postulados más avanzados de la revolución mexicana e inician los grandes negocios al amparo del poder público. El polizonte fue un sabueso fiel de todos los sexenios del régimen priista, a partir de la presidencia de Alemán, Ruiz Cortines, López Mateos, Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, hasta De la Madrid, quien lo separó del servicio activo. Y lo protegieron Salinas de Gortari y Zedillo quienes hicieron caso omiso de  las peticiones de organismos internacionales y nacionales integrados por luchadores y luchadoras sociales como Rosario Ibarra de Piedra, Tita Radilla y Andrés Nájera entre otros que exigían que Nazar fuera juzgado   por los delitos de desaparición-forzada y tortura aplicadas a los opositores en la época de la llamada guerra sucia.
No estamos hablando de una cosa menor. En el transcurso de varias décadas el esbirro jugó un papel preponderante en ese tinglado autoritario y represivo donde se eliminaba a  quienes pensaban diferente o se oponían al manejo político de los gobiernos emanados del PRI. En México luego del año 1929 en que se instituyó el  Partido Nacional Revolucionario, imperó  la voluntad política de este  aparato partidario. El sistema basado en los lineamientos de un partido de Estado condujo al país al autoritarismo, pues solamente el PRI tenía el privilegio de gobernar a los mexicanos. El saldo está a la vista: corrupción (los gobernantes amasaron grandes fortunas protegidos por el poder); patrimonialismo (formaron élites familiares y cacicazgos  locales y Guerrero es un ejemplo); y crearon un paternalismo perverso que alejó a los ciudadanos de la posibilidad de adquirir una cultura política democrática. Este régimen imperó durante 72 años  y a partir del sexenio de Miguel de la Madrid  en 1982 aplicó un modelo económico, el neoliberalismo, que recortó los presupuestos sociales al campo, salud, educación, y es el responsable de que más de 40 millones de mexicanos sobrevivan en la pobreza. Este prototipo de capitalismo salvaje continúa  vigente, con la diferencia de que ahora son los presidentes del PAN quienes  lo aplican. El fracaso está  a la vista.
Miguel Nazar Haro murió exonerado por sus antiguos “jefes” y la complicidad de los mandatarios panistas Fox y Calderón que no tuvieron la voluntad para que fuera castigado por sus abusos. Finalmente fue una decisión de Estado, pues pesan más los intereses privados que el interés social. El verdugo se llevó a la tumba muchos secretos de Estado, en los que incuestionablemente estaban involucrados varios protagonistas antiguos y actuales del régimen priista. Sin embargo, su estatus de personaje excepcional e intocable le permitía comentar uno que otro “pecadillo” de sus antiguos amos, como lo muestra la entrevista que Nazar concedió a La Jornada: habla de las “tranzas” de los políticos del PRI, que se tapan unos a otros;  señala las alianzas del PRI con grupos de derecha como el Movimiento Universitario de Renovación Orientadora (MURO) y la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG); de la misma manera evidencia las relaciones de los altos mandos del gobierno mexicano con la CIA; también asevera que en 1968 el secretario de la Defensa, Marcelino García Barragan “no quiso dar el golpe de Estado ordenado por EU”. (La Jornada, 28 y 29  de enero del 2012).
Los artífices y herederos de tal desastre, pretenden volver a Los Pinos tras ñas eñecciones presidenciales de julio. No lo permitamos. Si exploramos la historia reciente entenderemos con mayor claridad el presente. La crisis de valores, la inseguridad y la pobreza extrema en la que subsisten millones de familias mexicanas, impiden transitar hacia la democracia  y están vinculadas directamente con nuestro pasado reciente y no podemos dejarlo de lado. Sería trágico votar por nuestros verdugos.
PD. El 16 de febrero de 1971 es una fecha imborrable en mi vida. Ese día fui detenido  por elementos de la Dirección Federal de Seguridad en una casa de Jalapa, Veracruz. En ese tiempo era miembro del Movimiento de Acción Revolu-cionaria (MAR) organización armada que actuó en los años sesenta y setenta del siglo pasado. De la capital veracruzana me trasladaron a la ciudad de México a una estancia perteneciente al organismo policiaco   (presumiblemente eran las oficinas  de la DFS). Luego de permanecer una semana  en  este lugar donde conocí al Coronel Martínez y fui torturado por él me trasladaron con otros compañeros a una cárcel clandestina, donde  continuó el interrogatorio y la tortura. El 16 de marzo de 1971 fuimos presentados, 19 acusados en el Juzgado penal federal número 1 de la cárcel preventiva de Lecumberri, acusados de los delitos de conspiración, asociación delictuosa, incitación a la rebelión, acopio de armas y robo con violencia.

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