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Total, el saqueo en el Palacio Municipal de Mochitlán; ni sillas hay

Rosendo Betancourt Radilla

Mochitlán

La sala de espera del Ayuntamiento de Mochitlán cuenta con un sillón que uno de los trabajadores donó para que la gente que acude por algún trámite tome asiento y espere su turno para que lo atiendan.
Ahí se observa un mosaico de fotografías de dos metros de alto por dos de ancho, en el que se lee “así recibimos el H. Ayuntamiento de Mochitlán”, y muestra imágenes de un aire acondicionado destrozado, de los baños cerrados con el anuncio “no hay agua”, de una motocicleta sin llantas y de un par de vehículos destrozados, uno del DIF y otro de servicios públicos.
Los trabajadores se piden prestadas las sillas para poder realizar los trámites a los que van los ciudadanos; “ya pasó tu media hora”, le dice un trabajador a una secretaria que le cede la silla y parada continúa con su trabajo en la computadora.
A primera vista las instalaciones parecen nuevas, por la falta de muebles y el amplio espacio para andar entre los pasillos, lo que no es común en un Ayuntamiento.
Pero una segunda mirada revela filtraciones de agua y hoyos de unos 10 centímetros de diámetro en el techo y las paredes, y en éstas se distinguen espacios con un tono diferente en la pintura, que da cuenta de que en el lugar había muebles que evitaron el desgaste de la misma, pero ya no están.
Junto a la sala de espera está la oficina del alcalde Cevero Espíritu Valenzo, con un escritorio y una silla a la que le resaltan algunos resortes y a su espalda cuelga un cuadro con la imagen del municipio en el que paradójicamente se lee “Mochitlán, lugar de abundancia”.
Al lado del escudo oficial, justo sobre la cabeza del alcalde se ve un boquete en la pared.
Más adentro, en un segundo cuarto están seis camas y un sillón con una almohada que hace las veces de cuartel de la policía municipal; ahí los agentes que no están patrullando la ciudad descansan, sentados en sus camas, y si les toca guardia toman una siesta.
En la misma área están varias direcciones municipales, en donde la gente entra, realiza sus trámites y sale del Ayuntamiento, siempre de pie porque ahí no hay dónde sentarse.
El municipio “está desfalcado”, comentan entre sí los policías que se encuentran en el lugar, y ante la pregunta denuncian que nunca recibieron aguinaldo, prestaciones sociales como el seguro médico y la opción de pedir préstamos.
De acuerdo al comandante, están dados de alta 33 elementos ante el gobierno del estado, pero sólo hay 16 que operan en todo el municipio, y en documentos se dice que operan tres patrullas, pero en la pasada administración sólo había una.
Esa patrulla ya no está, se la llevó el ex alcalde Oscar Alberto López Sánchez, pero los policías dicen que ellos la habían reconstruido para poder movilizarse en la cabecera municipal.
Junto a las camas acomodadas una al lado de otra, están un par de cubículos y más allá un espacio que tendría que ser usado como sala de espera, pero ahora parece un tiradero de chatarra.
Ahí se ven, amontonadas, piezas de computadoras, monitores, sillas, una motocicleta sin ruedas, una antena satelital, casilleros, estantes, cajas, tuberías de PVC y una lavadora de ropa, todo oxidado y en mal estado.
Para realizar los trámites, se escucha a los funcionarios que les piden a los ciudadanos que llenen hojas en blanco que luego firman las dos partes, pero no hay hojas membretadas, formatos para los trámites ni los sellos que hacen oficial el documento.
En total hay unas tres computadoras que de acuerdo a los trabajadores tuvieron que ser reparadas por un técnico, amigo de otro trabajador al que se le pagará por su trabajo cuando haya dinero.
Y es que el Ayuntamiento de Mochitlán, de acuerdo al alcalde, “es el municipio más saqueado del estado”.
La administración anterior del priista Óscar Alberto López Sánchez se llevó todo del Ayuntamiento: sellos, formatos, computadoras, sillas, sillones, escritorios, documentos oficiales, archivos, archiveros, llaves de las puertas de las oficinas y la camioneta de la policía municipal.
“Se llevó hasta el polvo”, dice el actual alcalde perredista.
Los policías se dicen agredidos y molestos con el ex alcalde, “porque todavía se anda paseando por aquí, como si nada, vive como a tres cuadras del Ayuntamiento y aquí nos lo encontramos”.
Su enojo es porque el salario que tienen, de 2 mil 700 a la quincena, se vio incrementado sólo en una ocasión por la pasada administración, que les subió a 2 mil 800 pesos y nunca les pagó aguinaldo.
Pero los policías aún están temerosos, porque el día en que decidieron exigirle sus derechos al alcalde, despidió a dos de ellos y lo que le pedían era que les pagara la quincena que les adeudaba.

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