Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Conquista a Guanajuato músico alemán con pieza dedicada a La Guadalupana

Staff / Agencia Reforma

 

Guanajuato

 

 

Por fin, allí estaba Arvo Pärt, en el primer nivel de palcos, silencioso, como escondido detrás de sus barbas. Era centro de un homenaje insólito en el Teatro Juárez; el Festival Internacional Cervantino había concretado traerlo de Alemania, donde vive y que raramente abandona. Tocaban para él el Coro de Cámara Filarmónico de Estonia, su patria, y la Orquesta de Tallín, en un concierto que incluso contempló el estreno mundial de una pieza que el compositor creó a partir de la figura de la Virgen de Guadalupe, tan lejana, al menos en apariencia, a toda esa iconografía sacra de la Europa del Este a la que él pertenece.

En medio de todo eso, pues, estaba Pärt, de quien hasta entonces poco se sabía de su visita.

En la sala de prensa del festival se decía que hasta el nombre del hotel en que se hospedaba era casi un “secreto de Estado”, aunque se aseguraba que dormía en León. Los medios pedían solicitudes para entrevistarlo, pero la respuesta siempre era “No”, o en el mejor de los casos, “Lo seguimos intentando”.

Pero por fin allí estaba en el Juárez y era un hombre de esencia tímida. Porque era timidez su renuencia a los medios, no soberbia ni otra cosa. Esto de un homenaje en un lugar tan lejano a su Estonia era incluso demasiado para él, o al menos eso parecía desprenderse de la prudencia que emanaba; ésa que suelen proyectar quienes sienten que no merecen algo así, aunque lo merezca.

La directora del festival, Lidia Camacho, hasta lo condecoraría con la Presea FIC Internacional, la segunda que se entrega en esta edición; la primera había recaído en Ricardo Mutti.

Pärt es considerado uno de los compositores vivos más relevantes del orbe, un vanguardista que partía de la música antigua y de autores como Shostakóvich, Prokófiev y Bártok.

Kaljusto, compatriota de Pärt, había fundido durante el viaje prácticamente como su portavoz, y explicó las razones de la distancia que tomaba el compositor ante la prensa. “Él habla a través de la música, que es su lenguaje más importante… Considero que puede no tener el debido lenguaje hablado para explicar su música”, señaló.

La pieza cantada a capella dedicada a La Guadalupana, que ese maestro del “minimalismo sacro” había titulado Virgencita, con ese diminutivo tan dado en México, fue la que generó más expectación. “La feliz expectativa de que pronto estaré en México y el evocador nombre de Guadalupe me tienen emocionado. Ambas experiencias me inspiraron para componer una pieza coral que llevaré conmigo como un regalo al pueblo mexicano”, había dicho el propio Pärt antes de viajar.

Se trata de una pieza íntima y cálida, añadió Kaljuste, quien ha estado cercano a la música del compositor desde hace más de 20 años.

Pero el programa también había incluido composiciones que despegaron de sus asientos a la audiencia del Juárez para aplaudir: Fratres(1991), Cantus a la memoria de Benjamin Britten (1980), Adam’s Lament (2009), Salve Regina (2011) y Te Deum (1992), que fue la obra con la que el concierto cerró.

468 ad