Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Humberto Musacchio

LA REPÚBLICA DE LAS LETRAS

En defensa del sinvergüenza

Con un fuerte tufo a campaña inducida por los padrinos de Alfredo Bryce Echenique, la semana pasada circuló una carta en defensa del fallo que otorgó el Premio FIL 2012 al pirata peruano. El documento reprueba lo que llama “La campaña de prensa que algunos órganos de comunicación han emprendido en su contra” (del plagiario), lo que tilda de “acto de fuerza (que) introduciría una peligrosa persecución moral en decisiones de tipo artístico, algo sin duda ajeno a los ciudadanos de la cultura”. Lamentablemente, entre los firmantes figuran algunos autores conocidos como los españoles Luis García Montero y Almudena Grandes o el colombiano William Ospina, así como los mexicanos Gerardo Klein-burg, Guadalupe Nettel, Alberto Paredes y Armando Pereira. Sin embargo, en el centenar de abajo firmantes hay numerosos académicos que seguramente recomendarán a sus jóvenes alumnos que copien en los exámenes, lo que será un excelente aprendizaje para que ya mayorcitos se dediquen al plagio, que para ellos merece ser premiado.

La propuesta de Villoro

Como es obvio, premiar a quien escribe con garfio y pata de palo acarrea un evidente desprestigio al Premio FIL. Como la decisión del jurado es inapelable, Juan Villoro sugería que se aplicara la cláusula décima de la Convocatoria al Premio, según la cual, “cualquier situación no prevista… será resuelta por la Comisión de Premiación”. Pero esta comisión desperdició la oportunidad y convalidó la decisión del jurado, aunque –gracias– dijo: “Comprendemos el malestar de quienes han protestado contra la decisión del jurado y respetamos las posturas críticas expresadas”, a lo que contestó Soledad Loaeza: “¿O sea que (la comisión) está de acuerdo con quienes protestamos, pero no puede hacer nada porque el jurado se empeña en dar el premio?” Pues sí, aunque la Comisión de Premiación maneja dinero de los contribuyentes y tendrá que rendir cuentas. Por eso ya se habla de presentar una demanda formal por malversación de fondos públicos, la que, de progresar, metería en apuros a los miembros de la comisión y a los jurados, pues éstos, a sabiendas, decidieron premiar a un hombre conocido como plagiario en todo el ámbito de habla española.

Ahora, el Premio Francis Drake

Las autoridades de la FIL ya decidieron entregar a Bryce Echenique los 150 mil dólares de nuestros impuestos, pero no se atrevieron a hacerlo en las instalaciones de la feria. Con ese criterio, en los años por venir habrá que premiar al osado que firme como suyos libros de Octavio Paz o de Gabriel García Márquez, obras de mérito indiscutible, porque si en el ámbito literario todo se vale, entonces cualquier filibustero puede y debe ser galardonado. Es más, parece llegado el momento de rebautizar de nuevo el Premio que nació como Juan Rulfo y luego fue llamado Premio FIL de Literatura en Lenguas Roman-ces. Ahora muy bien podría llamarse Francis Drake, John Hawkins, Henry Morgan, Fran-cis Leclerc, Thomas Cavendish, Jean Florin, Thomas Baskerville, Piet Heyn o Laurent de Graff, más conocido como Lorencillo. Sin embargo, como se trata de un premio que se otorga en México con dinero de los mexicanos, bien podría llamarse Premio FIL de Piratería Juan Venturate, nombre del campechano que ejercía su ahora ennoblecido oficio a las órdenes del británico William Parker. En fin, que es sólo una propuesta.

La colección Blaisten

En Laberinto, el excelente suplemento literario que dirige José Luis Martínez S., la coordinadora de Difusión Cultural de la UNAM, Teresa Uriarte, publica una carta en la que reconoce “la contribución” que ha hecho la colección Blaisten “a la difusión e investigación del arte mexicano”, señala que la coordinación a su cargo “lamenta no haber podido satisfacer las demandas” del coleccionista que hubieran permitido mantener la obra en cuestión en el Centro Cultural Tlatelolco y, “sin embargo”, informa que “la Universidad Nacional continúa procurando llegar a algún acuerdo para que la Colección Blaisten pueda permanecer en algún otro espacio de la UNAM”. ¿En algún otro espacio de la UNAM? ¿Y por qué no en el Centro Cultural Tlatelolco donde ha rendido un estupendo servicio al público? Si la UNAM puede pagar los cuatro millones anuales que se le solicitan, sería absurdo cambiar la ubicación de la obra plástica propiedad del señor Blaisten, que en el CCT ha ofrecido las más notables exposiciones de artes plásticas en el norte del Distrito Federal.

En mala hora, Dinora

Dinora Espericueta Andrade, la directora de la Casa de la Cultura de Rosamorada, Nayarit, es uno de esos especímenes que cobran un sueldo como funcionarios “culturales” sin que los ciudadanos sepan si tomó algún curso de alfabetización. Enojadita porque se publicó el libro Tierra de las clavelinas, obra de 44 niños de cinco escuelas primarias del citado municipio, se refirió en las redes sociales al citado libro diciendo que era “de quinta”, que no le interesaba “leer porque-rías” y concluyó con un comentario inexplicable y mal escrito: “Lástima que se utilize a los niños” (la faltota de ortografía es cortesía de la burócrata).  Pero ocurre que el libro citado se editó con el apoyo del Premio de Educación Artística 2011 del Instituto Nacional de Bellas Artes, para lo cual contó con la aprobación de un jurado de especialistas. El entripado de la señora Espericueta se deriva de que un proyecto que ella presentó, con el tema del bicentenario de Rosamorada, no fue seleccionado porque reflejaba la cultura y el coeficiente intelectual de Dinora, la pésima autora.

Antisemitismo en la UAM

Enrique Fernández Fassnacht, rector de la Universidad Autóno-ma Metropolitana, pide “sensibilidad” al próximo gobierno federal a la hora de asignarle presupuesto a esa casa de estudios, lo que está muy bien en tanto no sea, como ya anunció la UAM-Xochimilco, para crear una cátedra que llevaría el nombre del conocido antisemita Alfredo Jalife-Rahme, un individuo que de manera sistemática mezcla medias verdades, mentiras completas, tergiversaciones y toda clase de canalladas dirigidas a culpar a “los judíos”, así, en general, de todos los males de la humanidad. Si ése es el rigor que se exige en la UAM, bien pueden ponerle Joseph Mengele a un plantel o bautizar un aula como Rudolf Hess.

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