Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Arturo Solís Heredia

Canal Privado

* El que se enoja gana

“No pasa nada”. “El que se enoja pierde”. Y uno lee las frases atento y con ganas de entenderlas y aceptarlas, bajo el contexto y en las circunstancias en que fueron dichas por el diputado local Rubén Figueroa Smutny… y na’ más no.
¿De verdad no pasa nada? ¿Es en serio, diputado Figueroa Smutny?
Al menos a mí me cuesta mucho trabajo entender por qué no pasa nada ¿O es que lo dijo con sarcasmo? ¿O fina ironía, una tan fina que mi vulgar intelecto no alcanzó a descifrar?
Si fue así, con sarcasmo o ironía, quizá lo entiendo. Lo que pasó es que cuando leí la frase no andaba de esos humores.
Pero si al contrario, lo dijo de verdad y en serio, na’ más no estoy de acuerdo con el diputado. ¿Pos qué sus dichos no provocaron la renuncia de Héctor Astudillo Flores, nada más pero nada menos, el coordinador de la fracción priísta en el Congreso local, la mismísima fracción del hijo y nieto de los don Rubén? ¿Tons no es cierto lo que dijo de Astudillo, o es cierto pero ya no le parecen tan graves los pecados de los que lo acusaba?
En cualquiera de los casos anteriores, peor tantito para mí, porque en lugar de aclarar mis dudas, me surgen más: ¿le parece nada calumniar y difamar a alguien, particularmente a su coordinador legislativo, colega diputado y compañero de partido? ¿Le parece nada lo que denunció, como para no hacer nada más que borrar y contar de nuevo?
¿Es verdad que el que se enoja pierde? ¿Es en serio, diputado Figueroa Smutny?
Al menos a mí, me cuesta mucho trabajo aceptarlo. ¿O es que acaso lo dijo en broma, pero es tan capulinescamente blanco mi sentido del humor, que no aprecio un humor así de negro?
Si fue así su dicho, usted dispense. No acepté quizá porque me hicho achí, me hicho achí, parafraseando al rey del humorismo blanco, antes compañero patiño de Viruta.
Por el contrario, si lo dijo de verdad y en serio, asumo y presumo que Figueroa Smutny cree o sabe que Héctor Astudillo perdió algo al enojarse; luego entonces, supongo y propongo que alguien debió haber ganado algo con su enojo.
De ser los casos, peor tantito para mí, porque en lugar de ofrecerme respuestas, me surgen puras preguntas, a partir de una principal: ¿quién y qué ganó con el enojo de Héctor Astudillo?
¿Ganó Rubén Figueroa III? Si con sus dichos quería protagonismo y atención mediática, sin duda lo consiguió. Pero dudo que haya ganado en respeto, credibilidad y simpatía políticas y ciudadanas.
¿Ganó el ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer? Si quería apoderarse y controlar la dirección y decisiones del PRI estatal, sin duda lo logró. Pero dudo que gane algo con un partido fracturado, dividido y debilitado.
¿Ganó Enrique Peña Nieto? Si el próximo presidente de México quería negociar y acordar los asuntos del priísmo guerrerense con el figueroísmo, sin duda tendrá que hacerlo. Pero dudo que gane liderazgo en el estado, representado por una clara representación del viejo PRI.
¿Ganó el gobernador Ángel Aguirre Rivero? Si quería perjudicar a sus más afines ex compañeros de partido y beneficiar a sus menos coincidentes, sin duda lo habría hecho; pero no dejó duda, aclarando el contenido de su reunión con Astudillo, de que eso no le interesaba.
¿Ganamos los guerrerenses? Si queríamos olvidarnos un rato de los problemas colectivos, distrayéndonos con los problemas particulares, entretenidos fuimos y estamos, pero no hay duda de que perdemos mucho tiempo y esfuerzo que debiéramos invertir en mejores menesteres.
En síntesis, al menos para mí, nadie ganó nada con el enojo de Héctor Astudillo.
Aunque, pensándolo bien, me parece que él fue el único que sí ganó algo: respeto y simpatía. Lo dijo Tomás Tenorio, el lunes aquí, en su columna Otro País, y dijo bien: “La renuncia de Astudillo a la coordinación de la fracción priísta fue un acto de valor”, con el que, agregó, “no sólo le hizo un servicio al PRI y a los priístas, sino a la sociedad, víctima histórica de ese grupo”.
Vaya paradoja la de este caso: a veces, el que se enoja, gana.

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