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Con canciones, adornos de Halloween y juguetes celebran a niños difuntos en panteones

Yee Trujillo

Decenas de familias se reunieron ayer en los panteones municipales y privados del puerto para celebrar el día de Todos los Santos y visitar a aquellos niños difuntos que ya no se encuentran con ellos.
En el panteón privado de Valle de La Luz se observó a la señora Hilda Méndez de Vigueras mientras adornaba con las tradicionales flores de cempasúchil y algunos adornos de halloween el sepulcro de su nieto Jorge Michel, quien murió a tan solo un año y dos meses de su nacimiento porque padecía hidrocefalia.
“Ya tiene como ocho años más o menos que murió, venimos cada ocho días, a veces venimos cada 15 días y ahorita pues venimos a adornar para que él esté contento, le pongo su agua bendita, sus juguetitos que él jugaba y demás arreglos de flores que tenemos aquí en la capillita”, explicó con tristeza.
“Sentimos mucho gusto al venir y nostalgia al mismo tiempo porque pues se imagina ¿qué edad tendría ahorita? fue su primer hijo de mi hijo, estaba destrozado, muy triste porque había perdido a su primer bebé”, narró.
En otra parte del panteón se encontraba la señora Blanca Pineda y dos de sus sobrinas que la acompañaron a visitar, limpiar y adornar la tumba de su hija que tenía apenas 2 años de edad cuando falleció, hace ya más de 17 años.
Aunque en el panteón de Las Cruces la afluencia de visitantes no era tan grande como en años anteriores, en la entrada del mismo, a unos metros de la fuente, los administradores decoraron dos tumbas y colocaron ofrendas, una de ellas adornada especialmente para las almas de los niños, con juguetes, flores, papel de colores, dulces y muñecos con máscaras de calaveras que representaban a un niño y una niña.
En el recorrido por el panteón se observaron varios sepulcros de niños decorados con juguetes, flores de diferentes colores y globos, y de acuerdo con los músicos la mayoría de los padres o familiares de estos pequeños les dedican canciones como Las Mañanitas, Amor eterno, Osito de felpa y Mitad tú, mitad yo.
En el panteón de San Francisco, el más antiguo del municipio al fundarse cerca de 1825, se observaron apenas unas tres familias que adornaban las tumbas de niños y adultos que datan de las primeras décadas del siglo pasado.
En una de las tumbas se encontraban la señora María del Socorro Salinas y su nieta, quienes como parte de una tradición familiar acudieron a visitar a una tía que murió de dos años de edad hace varias décadas, “porque mi abuelita nos traía desde pequeñas con nuestra tía y así sucesivamente, y por eso yo ahorita inclusive traigo a mi nietecita para que sepa dónde están en caso de que cuando crezcan sigan festejando, porque es un festejo, un homenaje que se les hace en este día a los angelitos”.
Además, la señora destacó que aunque su abuelita murió hace unos 18 años, en casa la familia ya tenía preparada la ofrenda con flores, pan y comida para recibir a su tía y a su bisabuelo, y que más tarde también harían una oración por ellos.

Hace el niño Raulito milagro en Cuernavaca

Desde hace varios años, el sepulcro más concurrido del panteón de San Francisco es el del niño Raúl González, quien falleció en febrero de 1933 con apenas 10 meses de edad y es mejor conocido como “el santo Raulito”, porque, según dicen, ha concedido decenas de milagros a sus creyentes quienes año con año han logrado acumular una gran cantidad de juguetes e incluso han techado la tumba y colocado anaqueles para acomodar decenas de peluches, carritos, aviones, ropa, y pelotas.
En la misma tumba yace su hermano Elivier, quien nació cuatro meses después de la muerte de Raulito y murió el 19 de junio del mismo año.
Con música de chile frito, Deogracia Ayvar Serna y su familia bailaban afuera de la sepultura de Raulito para celebrar un milagro concedido.
En entrevista, la señora contó que ellos acudieron desde Cuernavaca, Morelos, porque hace un mes, en su última visita al puerto se enteró del “niño milagroso” y hace ocho días pidió que una de sus empleadas encontrara a su hija que se perdió hace más de seis años.
La señora Ayvar explicó que hace una semana unas personas le dijeron a la madre de la niña que la iban a llevar a verla al estado de México, pero únicamente fue engañada y las personas no se presentaron, pero ese mismo día ella pidió que Raulito interviniera y la niña apareció dos días después, cuando otra persona les avisó donde estaba.
“De corazón le pedí que hiciera el milagro de que Mati encontrara a su hija, ella se fue con mucha fe y la encontró: llegó, tocó la puerta y ahí estaba su hija. Es un milagro de Diosito y de Raulito”, expresó la señora con voz entrecortada.

La venta de flores, coronas, veladoras y globos

Afuera del panteón de Las Cruces se observaron 40 puestos de flores que vendían ramos de flores de cempasúchil, terciopelo o nube por solo 10 pesos, mientras que las cadenas de cempasúchil costaban 20 pesos.
Los arreglos florales se vendieron entre 100 y 220 pesos, según el tipo de flor, la variedad y el tamaño, mientras que los globos para las tumbas de los niños costaban entre 35 y 40 pesos.
En la misma banqueta, otros comerciantes vendían las tradicionales coronas con precios desde 20 hasta 70 pesos, y veladoras de diferentes costos, dependiendo de su tamaño, aunque la mayoría no rebasaba los 25 pesos.

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