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Visitan el panteón los pobladores de Tulimán para recordar a sus difuntos

Luis Daniel Nava

Huitzuco

Ayer pobladores de Tulimán celebraron a sus difuntos con visitas al panteón, ofrendando y pidiendo que sus almas dejen de penar en el purgatorio mientras los niños recorren casa por casa pidiendo tallo, que es la versión de pedir la calaverita en las zonas urbanas.
En este lugar de cerca de 4 mil habitantes, con una alta temperatura que se mezcla con las calles llenas de piedra, de polvo, de concreto, todos los habitantes y visitantes oriundos se prepararon para recibir a los muertos.
Las ofrendas son montadas con las comidas y las bebidas preferidas de los difuntos, el mole, los tamales, el chocolate, el mezcal, los refrescos y el pan salado en formas de muñecos y hojaldras de canela.
Al medio día, los vivos se preparan para ir a dejar sus veladoras y flores de cempasúchitl al pequeño panteón que ya no da cabida a los fallecidos ni a sus cruces artesanales de madera que llegan a ser hasta 10 en un sólo lugar.
Se celebra una misa para luego salir en procesión encabezados por la música de viento y una pesada imagen de las almas benditas del purgatorio. El sofocante calor no impide que ancianos, señoras, jóvenes, niños, bebés, ricos, pobres, con su velas y un ramo de flores en la mano marchen de nuevo hacia el templo católico principal pidiendo porque las almas de sus difuntos ya no sufran más en el purgatorio.
Por las calles, unas empedradas y muchas más pavimentadas, los niños y niñas con una bolsa en la mano van de casa exclamando ¡tallo!
El tallo se usa para pedir a los caseros algo de las ofrendas, una jícama, una mandarina, un muñeco de pan, un tamal y un pedazo de calabaza. Según pobladores, la palabra tallo es la derivación de la palabra original que se escuchaba tayau que significaba mi calabaza. En el pasado, los niños recorrían las casas del pueblo donde les ofrecían pedazos de calabaza hervida.
Hoy en la iglesia continuarán las plegarias y en los hogares los rezos para que los difuntos descansen en paz.
Para el sábado, las ánimas del purgatorio y los habitantes recorrerán las principales calles de la comunidad para recoger y llevarse las almas que aún siguen penando en ese lugar.

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