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Con flores, música y comida celebran en panteones a familiares muertos y asesinados

Yee Trujillo

 

 

Con música, flores y comida, así como llantos y festejos cientos de personas acudieron a los panteones municipales y privados para visitar a sus seres queridos y lamentar el vacío que dejaron aquellos que murieron por la violencia que ha azotado al puerto en los últimos meses.

Con la voz entrecortada porque aún no encuentra la resignación, frente a la tumba de su hijo Héctor, en el cementerio Valle de la Luz, junto con su nuera y su nieta de apenas 7 años, la señora Elena Avendaño Pujula narró que su hijo de sólo 23 años fue asesinado a mediados de enero dentro de su casa ubicada en el fraccionamiento El Roble, cuando hombres desconocidos balearon el lugar porque “a mi hijo lo confundieron”.

“No sabemos porqué ha avanzado tanto la delincuencia, porqué matan a tanta gente inocente, porqué las autoridades no hacen nada para parar esto; él tenía 23 años, me dejó a mi nuera y a mi nieta y yo todavía no tengo resignación, te soy sincera, no, todavía no lleno el espacio, me hace mucha falta mi hijo, lo extraño, todos los días le lloro”, lamentó la señora de unos 40 años de edad, con lágrimas en los ojos mientras observaba a su nieta.

Además, la madre afirmó que desde el ataque, no sale a las calles del puerto y prefiere quedarse encerrada en casa por el temor que siente hacia la violencia: “de hecho no iba yo a venir, sino porque mi nuera fue por mí y me trajo, pero yo no salgo casi ya de mi casa, yo ya no quiero salir”.

De acuerdo con los reportes policiacos de la Secretaría de Seguridad Pública municipal, el 18 de enero, dos hombres armados atacaron la vivienda y además de asesinar a su hijo, la hirieron a ella y a otro adulto de 44 años, quienes tuvieron que ser trasladados a un hospital.

En el reporte ministerial se detalla que en el lugar se encontraron cinco casquillos percutidos de arma calibre 9 milímetros, y se informó que las autoridades desconocían el móvil del asesinato.

Mientras una banda de músicos tocaba las canciones de Bertín Gómez frente a otra tumba del panteón de Las Cruces, el vecino de la colonia Emiliano Zapata, Fernando Albarrán Martínez, contó que él, su esposa y su hija acudieron a este lugar a visitar a su cuñado Alberto, a quien “le tocó, pues una de malas” porque fue asesinado por una bala perdida durante un hecho de violencia ocurrido en marzo, mientras observaba un partido de futbol en una cancha situada en la parte alta de Costa Azul.

“La violencia es algo con lo que estamos lidiando, se podría decir, pero también tenemos fe de que en su momento se tranquilice esto y volvamos a estar mejor en este aspecto, porque pues la gente está con más temor hasta de salir a la calle. Entonces esperemos que esto cambie para que el puerto se vuelva a revivir y haya más posibilidades”, comentó en compañía de su esposa, quien prefirió no hablar de la muerte de su hermano.

Otras personas acudieron a los camposantos como parte de una tradición familiar para recordar a sus abuelitos, padres, hermanos, hijos o esposos, “que se nos adelantaron”, y en todos los panteones se pudieron observar familias numerosas de hasta 18 integrantes que llevan sombrillas, sillas y toallas para pasar todo el día cerca de los sepulcros o sentados en el pasto, limpiando o arreglando las tumbas, rezando plegarias, cantando las canciones favoritas de sus muertitos y comiendo sus platillos preferidos.

En una de las capillas más adornadas del panteón de Las Cruces, con enormes girasoles pintados en las paredes, la señora Emperatriz Orozco Ríos y su familia se reunieron para almorzar y recordar a su hija quien murió a los 23 años, además de visitar a su padre, su hermano y su suegro, porque esto los hace “sentirnos más cerca” de su pequeña, que un día, simplemente ya no despertó.

En otra de estas capillas, la señora Esther Castellanos Ocampo y sus hijos terminaban de decorar con calabazas, fruta, pan, comida, papeles de colores y flores el sepulcro en el que descansan su madre, su hermano, tres sobrinas y un sobrino, para que no se pierda la tradición mexicana.

Entre lágrimas, en una tumba en la que descansa su esposo, su cuñada, su suegro y la abuela de su esposo, la señora Silvia Beltrán, procedente de la ciudad de México, recordó a su esposo acapulqueño, quien falleció hace apenas tres meses tras ser diagnosticado con cáncer en el esófago, dijo que al acudir a su sepulcro “siento que él está aquí conmigo”.

En el panteón Valle de La Luz, la señora Alma Delia Molina Rodríguez suspiró al contar que ella, su mamá, sus hermanos y sobrinos acudieron a estar con su hermano mayor que murió de diabetes hace unos tres años; “este día significa mucha tristeza porque pues lo extrañamos mucho, él era todo para nosotros”, lamentó.

“Venimos a ver a mi hija que va a cumplir seis años que se nos fue y ahora sí que como costumbre venimos año con año; a ella me la atropellaron ahí en el bulevar, una moto me la atropelló, ella iba a cumplir 15 años, ella murió el 3 de febrero y el día 10, a los ocho días que murió iban a ser sus 15 años”, contó entre lágrimas la habitante de la colonia Ciudad Renacimiento, Ángela Camacho Piedra, en compañía de su esposo, su hermana, sus dos hijos y su yerno, quienes portaban playeras con la fotografía de su hija como recuerdo de su último aniversario luctuoso.

 

El tráfico en el bulevar Vicente Guerrero

 

Por la gran afluencia hacia los panteones de Las Cruces, Valle de la Luz y El Palmar, y la reducción de carriles por la obra vial del proyecto Acabús, cientos de automovilistas y turistas que llegaban o salían del puerto tuvieron que esperar hasta una hora para poder recorrer el bulevar Vicente Guerrero.

Las largas filas de autos que avanzaban a vuelta de rueda y que estuvieron detenidos hasta por periodos de diez minutos se observaron desde el panteón de Las Cruces hasta el retorno de la colonia Vacacional; y en dirección contraria, desde el cruce con el Eje Central Vicente Guerrero, hasta el punto conocido como el trébol de Las Cruces.

Sólo afuera del panteón de Las Cruces se observaron decenas de vehículos estacionados en carriles centrales y laterales de la vialidad.

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