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Federico Vite

Calles de tiendas oscuras

La obra de Patrick Modiano se caracteriza por sombría. Pareciera que su personalísima búsqueda estética se amolda con escenarios repentinamente transformados en espacios ominosos, espectrales. Por ejemplo, La calle de las tiendas oscuras (originalmente publicada en 1978, pero recientemente traducida al castellano por Anagrama en 2010) da cuenta de la historia de Guy Roland, un hombre sin memoria. Ha trabajado durante ocho años en la agencia de detectives del barón Constantin von Hutte, quien acaba de jubilarse, y emprende ahora, en esta novela de misterio, un apasionante viaje al pasado tras la pista de su propia identidad. Roland va a reconstruir su historia incierta, cuyas piezas se dispersan por Bora Bora, Nueva York, Vichy o Roma, y cuyos testigos habitan un París que muestra las heridas del presente: migración, salarios bajos, corruptelas políticas y heridas de guerra. Este libro es la biografía de un fantasma, un documento sobre la reinvención de la memoria.
La novela se construye desde aparentes recuerdos de Roland; de pronto su mente proyecta imágenes de su infancia (o lo que cree como infancia), direcciones inexistentes, números telefónicos en desuso, donde nadie contesta. El protagonista transita por atmósferas oscuras, donde la niebla motiva las caminatas de Roland por las calles del París post-bélico. Y este detective de sí mismo se detiene ante los faroles de gas para ver si encuentra pistas de su pasado. Reflexiona constantemente en las sillas de mimbre de ciertas cafeterías. Cada paisaje, cree Roland, trata de decirle algo importante acerca de su historia, pero no logra decodificarlo.
La búsqueda no termina con el final del libro, pues este hombre no encuentra una certeza contundente de su yo real.
Roland encuentra con facilidad datos para replantear su investigación, pero no logra avances significativos. El lector tiene la impresión de presenciar a un gato persiguiendo su propia cola, alguien que al leer la dedicatoria de una foto cree haber llegado a una meta en su pesquisa, pero no es así, sólo se cuelga de apariencias, de personas que parecen reconocerlo, pero en cuanto las interrogada se da cuenta de la infructuosa empresa que inició.
El París de Modiano también aparece en otros libros como Villa Triste, Trilogía de la ocupación, Barrio perdido, es una ciudad convertida en personaje literario, pues cada parte de esa capital posee algo de los narradores (casi siempre en primera persona), un recuerdo de gloria o de fracaso. Este París, por la mano de Modiano, sufre constantemente. Otro aspecto que llama mi atención es que los protagonistas del también autor de Flores de ruina hablan como entre sueños: poco y despacio. Hacen que el lector entre a la trama de los libros poniendo mucha atención en los hechos de los personajes.
Por cierto, Modiano tiene una nouvelle llamada Perro de primavera en la cual narra la vida de un fotógrafo desaparecido en México. Jansen necesita expresar el silencio con sus fotos y el joven que ordena su archivo, alter ego del escritor, comprende que lo que él quiere es “crear el silencio con palabras”, hacer hablar a los puntos suspensivos, por decir algo. Y justamente esto es lo que Patrick Modiano busca con toda su obra: edificar un monumento al tenso silencio de quien piensa sobre su pasado. Varios reseñistas franceses señalan a este hombre como el escritor del desamparo, alguien empeñado en hacer que sus personajes encuentren el calor humano que el pasado les negó violentamente.

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