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Sólo indiferencia ha encontrado la esposa de Longino Vicente en el gobierno y la Procuraduría

Zacarías Cervantes

Chilpancingo / Segunda y última parte

El 21 de julio, un mes después de la desaparición del indígena Longino Vicente Morales, Bladina Diéguez Castro, su esposa; sus padres y el director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Abel Barrera Hernández, se reunieron con el secretario de Gobierno, Humberto Salgado Gómez, y con la procuradora Martha Elva Garzón Bernal, pero sólo para comprobar que el primero carecía de información sobre el caso.
Las gestiones de Bladina Diéguez para pedir la intervención de funcionarios y políticos habían comenzado dos días después de la desaparición de su esposo.
El domingo 24 de junio, la señora se comunicó telefónicamente con el ex titular de la Secretaría de Asuntos Indígenas (SAI), Marcos Matías, quien comenzó a mandarle mensajes al secretario de Gobierno, Humberto Salgado, y a Everardo García Mondragón, secretario particular del gobernador Ángel Aguirre.
“Ellos se van a comunicar con usted”, le dijo Marcos Matías a la señora por teléfono; sin embargo, Everardo García solamente le dijo: “Ok. Enterado”.
Humberto Salgado fue menos seco: “Señora, estamos enterados del caso, tenemos interés en él y vamos a sacarlo adelante, confíe en nosotros”.
Por la intervención del secretario de Gobierno, la procuradora Garzón Bernal se puso en contacto con ella y la orientó para que pasara con el fiscal Francisco Javier Martínez, quien le tomó su declaración e integró la averiguación previa BRA/SC/061803/2012. También declaró Igor Sánchez, la última persona que vio a Longino Vicente.
“Después quedaron de darle seguimiento al caso pero he visto las semanas correr, sin que me den resultado alguno, muchas veces me he reunido con la procuradora y siempre que nos reunimos me sale con su típica frase: estamos trabajando, señora. Estamos trabajando aunque usted no lo crea”, se quejó Bladina Diéguez durante la entrevista.
Incluso denunció que Garzón Bernal se hace la ofendida cuando ella le contesta que, en los hechos, realmente no ve ese trabajo que tanto menciona, “pues me responde ‘no me ofenda, sí estamos trabajando, lamentablemente no le podemos dar los resultados que usted quiere escuchar’ ”.
El 21 de julio Bladina Diéguez se reunió con el secretario de Gobierno, Humberto Salgado, en Acapulco, acompañada por el director del Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan, Abel Barrera, y los papás de Longino. A la reunión también asistió la procuradora Garzón Bernal.
“Allí pude ver que el secretario no estaba enterado del caso, pues todo le preguntaba a la procuradora y ella a todo le contestaba afirmativamente”, recordó Bladina.
Dijo que en esa reunión propuso que se siguiera como dato importante el teléfono celular de su esposo. “Hay que verlo por ese lado”, le dijo Salgado Gómez a Garzón Bernal, y ésta le aseguró que ya estaba trabajando en eso.
Después el secretario le dio su palabra de que estaría llevando el caso de cerca y pidiendo informes constantes, “sólo le pido un voto de confianza”, le dijo.
A su vez, la procuradora le informó que había cambiado de fiscal y que en adelante estaría a cargo del caso Enrique Gil Mercado y un comandante de apellido Guillermo, “para que vean el interés que se tiene y si los otros no han dado resultados pues que se vayan haciendo un lado”, le dijo.

Otra vez en ceros

Días después, en el mismo mes de julio, la procuradora la volvió a alentar y vía telefónica le aseguró: “señora, estamos próximos a darle resultados”.
Sin embargo dijo que a principios de noviembre “todavía no veo esos resultados. Mi esposo sigue desaparecido”.
Dijo que en cuatro meses han pasado cinco comandantes por el caso de su esposo y tres fiscales, “al último que designaron no lo conozco y hasta ahorita nadie me ha dado una esperanza”.
“Me he reunido bastantes veces con el subprocurador Fernando Monreal, pero igual me dice que ‘estamos trabajando y vamos a sacar el caso’, e igual que la procuradora me pide un voto de confianza pero que el caso no es nada fácil”.
Hace dos semanas Bladina se entrevistó con el nuevo comandante que lleva la investigación y le confió: “Señora, no hay ningún avance en el caso de su esposo. Los compañeros anteriores no tienen nada”.
La esposa de Longino aseguró, asimismo, que el jefe policiaco reconoció, además, que no encontró documentos que indiquen que se haya investigado el registro de llamadas del teléfono celular.
Pero el sábado 27 de octubre, Bladina le mandó un nuevo mensaje a la procuradora y ésta le volvió a responder: “estamos trabajando, estamos próximos a darle resultados del caso”.
El lunes 29 de octubre Garzón Bernal se comunicó vía telefónica con la esposa de Longino y la citó en su oficina para este martes  6 de noviembre. “No sé ahora con qué me vaya a salir”, expresó.
Bladina Diéguez agregó que amigos, conocidos y dirigentes de organizaciones sociales le han pedido movilizarse: “Usted díganos qué vamos a hacer y estamos para apoyarla, conocemos a Longino y se merece que hagamos algo por él”, le han dicho.
Sin embargo, admite que tiene temor y que por eso no quería abrir a la opinión publica el caso.
“Yo no quería moverme mediante conferencias de prensa, marchas o protestas, como me lo sugerían. Tengo miedo. Para mí no hay ninguna garantía. Yo no sé qué personas tienen a mi esposo y qué puede pasar conmigo. No cuento con nadie, solamente estoy con mi hija y nadie me garantiza seguridad”, dijo.

Políticos malagradecidos

Durante su corta pero intensa carrera política, Longino Vicente conoció a muchos políticos y funcionarios, a quienes incluso sirvió en distintas tareas; de Marcos Matías fue su secretario particular en la SAI.
Asimismo, es seguidor sin condiciones del gobernador Aguirre Rivero, a quien como funcionario de la SAI lo representó el 12 de octubre del 2011 en el acto conmemorativo por el Día de la Raza.
También el 28 de diciembre del 2011 acudió en representación del gobernador al informe del presidente municipal de Ayutla, Armando García Rendón.
La última actividad que desempeñaba fue la de coordinador de campaña del ahora diputado federal Jorge Salgado Parra en el distrito 1 de Chilpancingo, a la que se metió de lleno y con mucho entusiasmo.
“Todo el día andaba fuera, casi no estaba con nosotros en la casa, hasta los domingos iba a visitar a los coordinadores de sección. Me decía: Blady, vamos a sacar adelante el trabajo, esto ya va a pasar, aguántame, tú sal con la niña, llévala a pasear, que se distraiga, pero yo no puedo, entiéndeme. Yo qué podía decirle, sabía que su ilusión era formar una carrera política”, detalla la mujer del indígena desaparecido.
También recuerda que Longino estimaba muchísimo al gobernador. “Me decía: el jefazo va trabajando bien, es un buen ejemplo a seguir, y se entusiasmaba cuando salía con él a entregar apoyos a cualquier lugar”.
Por eso dice que le “duele mucho” que ahora se hagan indiferentes y que digan que el asunto no es político. “No entiendo que siendo un colaborador del gobierno actual ahora no le muestren ni siquiera un poquito de interés a la familia”, señala.
Cita que, por ejemplo, no se esperaba la reacción de Jorge Salgado Parra cuando le pidió ayuda, pues “me dijo que él no tiene ninguna responsabilidad por la desaparición de Longino, que Longino no trabajaba para él, que trabajaba con Alejandro Peralta (subalterno de Jorge) y no para él y que por eso él no se siente comprometido para darle cobertura a su familia”.
Bladina expresa que ella solamente le pidió al ahora diputado federal del PRD que interviniera para que las autoridades agilizaran el caso, y me contestó: “estamos interviniendo pero no se han podido dar los resultados. No puedo hacer más, mi responsabilidad no lo es”.
Del gobernador Angel Aguirre dice que se ha negado a darle una audiencia, “lamentablemente nos han cerrado las puertas, no sé si no se ha enterado del caso, o simplemente no le interesa”.
Dice que ha buscado audiencia con su secretario particular, con su secretario privado, “y simplemente me dicen: señora, llámeme tal día, venga a verme tal día, pero no he tenido ninguna respuesta”.
Bladina explica que quiere que el gobernador escuche de viva voz, de ella y de los padres de Longino, “el dolor y la impotencia que sentimos ante el caso”.
También agrega que quieren escuchar del gobernador alguna esperanza de que sí se va a llevar a cabo la investigación. “Si el gobernador nos dice que no se puede hacer nada, entonces nosotros tomaremos otras medidas, pero hasta ahorita no nos ha podido recibir”, dice.
Recuerda que el primero de julio lamentó muchísimo escuchar decir al gobernador, cuando acudió a votar, que Guerrero estaba en calma, que no había nada por qué preocuparse, que los casos que le daban mayor preocupación ya se habían resuelto, entre ellos el del candidato a la alcaldía de Tixtla, Rubén Valenzo Cantor, pero que él ya estaba con su familia, y Guerrero estaba en calma.
“Yo me pregunté: ¿y Longino?”, recuerda con nostalgia Diéguez Castro.
Dice que cuando el gobernador cumplió 100 días de gobierno Longino andaba tan entusiasmado que le dijo: “Han sido un éxito estos 100 días de gobierno, Blady, vamos a rendir un informe nosotros de la Secretaría (la SAI) y, en general, de todo el gobierno del jefazo”.
Agrega que movida por ese recuerdo, ahora siente decepción por los funcionarios de este gobierno, que no han puesto el mismo entusiasmo para investigar el paradero de su esposo, un colaborador del gobierno de Aguirre.

“Eso es lo que a mí me duele mucho, ver tanta indiferencia por parte de estas personas”, expresa.
Pero dice que aún tiene una esperanza, en la entrevista de este martes con la procuradora Garzón Bernal.

Maniobras en la SAI

Bladina Diéguez a veces se emociona al hablar de Longino a lo largo de la entrevista, otras se entristece y a menudo se ve decepcionada e impotente por la falta de resultados de las investigaciones.
Cuando el reportero le pregunta por sus sospechas, pistas, líneas o indicios que pudieran llevar a saber qué pasó, quiénes son los responsables de la desaparición de su esposo y los motivos que pudieron haber tenido, se queda pensativa y responde: “pues no, él era muy tranquilo, no tenía enemigos, no tomaba ni fumaba. No lo vi preocupado, ni me habló de nada que temiera, por el contrario, yo lo veía contento y entusiasmado”.
Sin embargo, Diéguez Castro contó un problema que tuvo su esposo en la SAI, que motivó que, incluso, fuera demandado por algunas de sus compañeras de trabajo por el presunto delito de acoso sexual.
El caso es el siguiente: Longino Vicente trabajó en la SAI como asesor del secretario Marcos Matías Alonso hasta el 1 de enero del 2012, luego de que éste renunció en busca de la diputación federal, pero finalmente no fue considerado por su partido, el PRD.
Sin embargó, pidió  la intervención del gobernador Aguirre Rivero para que él permaneciera en el mismo cargo, pedimento que le fue concedido el 29 de febrero. El movimiento se lo autorizó el secretario particular del gobernador, Everardo García Mondragón, quien le adjuntó el nombramiento que fue expedido por el propio gobernador.
En la SAI lo reciben el 2 de marzo, y 2 o 3 días después se entera de manera extraoficial que tenía en su contra una denuncia por hostigamiento sexual, presuntamente en agravio de dos trabajadoras, la abogada Úrsula  Sánchez Bobadilla, de 35 años de edad, y de la maestra Alfreda Gasparillo Pineda, de 48 años.
Movido por el interés de aclarar el caso al sentirse inocente, Longino se presentó a declarar voluntariamente. Después, las presuntas agraviadas ya no le dieron seguimiento y, al parecer, hasta olvidaron el caso.
Bladina recordó que su esposo le comentó en esos días que su puesto era un espacio político, y que había funcionarios (de la SAI) que ya no querían que regresara, “por cuestiones de conveniencia de alguna gente que trabajaba allí”, y que logró saber que quienes “movieron” a las mujeres para interponer la denuncia en su contra por presunto hostigamiento sexual, fueron el delegado administrativo, Arquímedes Nabor Gil; el responsable del área jurídica, Pánfilo Sánchez Almazán; y la jefa de recursos financieros, Nadia Márquez Bautista, “personas a quienes durante su estancia en la Secretaría siempre les molestó su presencia, porque les exigía trabajo y quería que las cosas se hicieran bien y rápido”.
Diéguez Castro dijo que por eso cuando su esposo decidió regresar le cerraron el paso y ya no se lo permitieron, “moviendo” no solamente a las dos señoras que presentaron la denuncia, sino a otras cinco más que no quisieron presentarse a denunciarlo, a pesar de que así se los pidieron.
Bladina Diéguez no pretende que el incidente sea una línea de investigación, cree que se trata sólo de un episodio más en la vida de Longino, pero pidió al gobernador, a las instancias de justicia del gobierno federal, estatal y municipal, que pongan todo su esfuerzo y que hurguen todas las líneas para localizar con vida a su esposo.

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