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Se lleva el mar ocho casas en Boca del Río y otras están en peligro por el alto oleaje desde octubre

Mariana Labastida

Boca del Río

Ocho familias de la comunidad Boca del Río municipio de Florencio Villareal (Cruz Grande) se quedaron sin vivienda luego de que éstas fueron arrasadas por el mar; un número similar se encuentra en riesgo ante el alto oleaje que se ve desde octubre, incluyendo la capilla del Santo Niño Manuelito, una imagen venerada por católicos.
Ahora viven “arrimados” con familiares y las autoridades solamente les dieron una colchoneta, una despensa y seis láminas como ayuda por la contingencia. Llamaron al gobernador, Ángel Aguirre Rivero a que los ayude para recuperar sus hogares.
En años anteriores las olas habían causado que viviendas en diferentes zonas de la comunidad se cayeran, incluso la casa de dola Irene se quedó sin patio trasero y la pared del corredor, “mi cocinita y mi pilota, parece que no hubo cocina para atrás, parece que no hubo casa para allá, enterró la casa”, recuerda la señora de 70 años.
Ella como pudo, construyó de nuevo la pared de su vivienda, sin embargo desde hace dos años sacó todas sus pertenencias, aunque sigue durmiendo en lo que le queda de casa; este año las olas pasaron a través de su vivienda a la calle, y vive con el temor de perder lo que le queda de su construcción de madera y block.
“Antes decíamos que era por efecto de la luna que subían las olas pero ahora parece que quiere vivir ahí donde están las casas”, dijo Irene refiriéndose a la zona más afectada por las marejadas de este año.
Los que no tuvieron esa suerte este año, fueron los miembros de la familia Olivar cuyas viviendas se encontraban una junto a la otra cerca de la capilla del Santo Niño, área donde actualmente sólo se puede ver arena y unos cuantos escombros; de la casa de don Praxedis sólo queda un muro con una ventana, el resto fue enterrado en la arena que arrastró el mar.
A un lado está la casa de su hermano Vicente,  quien duerme con su esposa Gloria y uno de sus hijos en el corredor que aún les queda de lo que fue su vivienda. Le queda solamente el baño, “fue una tristeza ver cómo se la estaba llevando, no tenemos donde irnos, por eso seguimos aquí”; la pareja de adultos mayores al igual que el resto de los afectados, teme no sólo por el mar que sigue socavando debajo de su casa, sino por los ladrones que se puedan llevar sus pocas pertenencias.
Ocho casas desaparecieron, otras ocho están a punto de hacerlo, mientras que el resto de las que se encuentran sobre la franja de arena están esperanzados en que el oleaje disminuya ya que empezó el mar a reconstruir el área de playa, alejándose por un lado de las construcciones. Aun se pueden ver restos de las casas sobre la arena, pedazos de muros, columnas y varillas que son cubiertas por las olas que a su vez arrastran más arena hacia ellas.
Los pobladores de Boca del Río recuerdan que hace cinco años empezaron a ver cómo se acercaba más y más el mar a sus viviendas, aunque no pensaban que llegaría, sin embargo poco a poco en los días de luna, cuando sube la marea, las olas alcanzaron corrales y enramadas y las destruyeron poco a poco; fueron consumiendo en área de playa que estaba a unos 400 metros de las casas.
María Elena Mejía Olivar recuerda que cuando empezaron a notar que el mar estaba más cerca, la esperanza era que no alcanzara las casas, esperanza que perdieron el día que llegaron las olas y se llevaron la casa de su madre, en donde ambas vivían, la rehicieron y este año hace apenas unas semanas “una ola salió y quebró las maderas de todas las paredes” recuerda la afectada, quien perdió no sólo su hogar sino también su trabajo, debido a que vendía abarrotes.
Los habitantes agradecen que la marea haya subido de día, aunque sus ojos se llenan de lágrimas al recordar que se quedaron sin casas, incluso la capilla perdió uno de los pasillos de los costados, las olas tumbaron dos paredes y comenzaron a entrar al templo, los feligreses decidieron por casi tres semanas albergar al Santo Niño, el Cristo y las otras imágenes en una casa cercana.
“Oramos mucho, pedíamos que si aquí nacimos aquí nos dejaran vivir”, recuerda Irene, quien también relata que mientras estaban en oración las olas entraban y pasaban a un lado de la capilla donde hicieron camino inundando parte de las calles de la pequeña localidad costera.
A una semana de los últimos desastres provocados por las marejadas, los pobladores han reconstruido la pared de la capilla; también los fue a visitar el presidente municipal, Osciel García Trujillo quien les prometió que les ayudarían y que verían la forma de que la federación o el gobierno del estado también lo hiciera, les prometió entrega de 10 láminas, de las cuales sólo llegaron seis a los afectados.
“Para qué nos sirven seis láminas”, se quejó don Praxedis, quien tiene sus pertenencias en casa de una sobrina, mientras él duerme en otra vivienda.
También acudió el pasado jueves a la comunidad la secretaria de Desarrollo Social (Sedesol) Beatriz Mojica Morga quien les propuso reubicar a las 16 familias afectadas por la marea alta, sin embargo no les dio detalles de lo que se haría y es lo que tiene inquietos a los afectados.
Protección Civil del municipio también los visitó, les regaló colchonetas, cobertores y una despensa, sin embargo los afectados pidieron que las autoridades les ayuden con la construcción de una nueva vivienda o el terreno para la misma, debido a que temen que la marea siga subiendo con más frecuencia como ha ocurrido en los últimos años, “para qué construimos de nuevo si va a venir una ola y se la va a llevar de nuevo”, dijo María Elena Mejía.
La explicación que los pobladores tienen de lo que ocurre con el mar, es que hace más de 30 años el cauce del río Nexpa fue modificado y antes de eso salía a unos 3 kilómetros de la zona afectada; consideran que  el río que ahora desemboca en la laguna de Chautengo, la está secando por el arrastre de tierra. Consideraron que la tierra que baja el río impedía que las olas llegaran a las construcciones como está ocurriendo.
Pidieron a las autoridades ambientales que hagan una revisión de los efectos, “más que ayuda para las viviendas si nos acomodan el río con eso ya no pasará esto” pidió otra de las vecinas que teme que en años siguientes las olas no solamente se lleven el resto de las viviendas que están junto a la playa, sino el resto del pueblo.
También convocaron a las autoridades municipales a ser imparciales en la entrega de materiales, debido a que se han dado cuenta que sólo benefician a los que tienen conocidos, y no ha llegado la ayuda de manera igualitaria para todos los que han sido afectados; criticaron que les hayan llevado láminas galvanizadas cuando ese tipo de material se daña rápidamente en la costa, “mandarnos una despensa sinceramente no sirve, queremos que vengan que nos ayuden”, dijo Gildardo Olivar, y solicitó que se preocupe el gobierno del estado por su situación.

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