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Jorge G. Castañeda

Polarización ¿AMLO o JVM?

Existen varias explicaciones posibles del resultado de la interna del PAN del domingo pasado, y en particular de los motivos del desplome de la votación de los adeptos de Santiago Creel. Puede haberse tratado de una “movilización” o trabajo de tierra del equipo de Ernesto Cordero; de un fenómeno clásico de voto útil; o de pactos locales o generales de muchos actores por diversas razones. Pero una constante de las elecciones en México desde 1994 parece haber sido confirmada nuevamente: las contiendas rara vez son entre tres, los tres tercios en México no existen, y siempre se da un fenómeno de dos vueltas, una en las encuestas y otra en las urnas.
Me explico. En algunos países, en algunas épocas, un sistema de tres partidos genera resultados relativamente parejos, con una pequeña ventaja de uno sobre los otros dos, y un margen estrecho entre todos. El mejor ejemplo, por supuesto, son los famosos tres tercios chilenos antes de 1973. Algo por el estilo sucedió en la Cuarta República francesa, en los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra.
En México esto no ha sucedido. Después del debate en 1994 entre los tres candidatos y las subsiguientes encuestas la elección se polarizó entre Ernesto Zedillo y Diego Fernández de Cevallos. Al grado de que de haberse mantenido las tendencias detectadas justo después de dicho debate, Fernández de Cevallos hubiera rebasado a Zedillo en los sondeos. En el 2000, la polarización se dio entre Fox y Francisco Labastida, Cuauhtémoc Cárdenas quedando relegado a un lejano tercer lugar, produciéndose el famoso “voto útil” que le aportó entre 2 y  3 millones de votos potencialmente cardenistas al candidato del PAN. En el 2006, en de la primera vuelta en las encuestas se produjo una caída vertiginosa de Roberto Madrazo. La elección se polarizó a tal grado entre Calderón y AMLO que el primero ganó por apenas 0.56%. Y en la interna del PAN, a 2012, como vimos, la amplia ventaja de Vázquez Mota y el virtual empate entre Creel y Cordero no correspondió al resultado final: una polarización entre Vázquez Mota y Cordero y una debacle para Creel. La pregunta que se desprende de todo esto es ¿entre quién y quién se van a polarizar los comicios del 1 de julio?
A menos de que suceda algo completamente inesperado, en la “segunda vuelta” en las urnas, figurará Peña Nieto. Su ventaja hoy es demasiado amplia para que se antoje verosímil una caída muy por debajo de AMLO como de JVM; pasará a la segunda vuelta. Muchos consideran que la inmovilidad de AMLO en las encuestas desde noviembre, el fracaso de su república amorosa, y la cantidad de barbaridades que dice, casi garantizan que no rebasará el tope de los 20%; quedará fuera de la segunda vuelta. Muchos también piensan que gracias a las virtudes intrínsecas de una primaria como la del PAN, al premio de género a una candidata mujer, y a sus atributos como candidata, JVM rápidamente subirá en las encuestas para imponer una polarización PRI-PAN, con el PRD relegado al tercer lugar. Otros –creo que los menos– consideran que la mayor experiencia de AMLO, la fuerza del PRD en el DistritoFederal, y las desventajas de una aspirante mujer en condiciones “de guerra” o en todo caso de violencia y de inseguridad en el país, vuelven más factible una polarización entre el PRI-PRD, quedando fuera de la ronda final el PAN y su contendiente.
Es probable que esta incógnita empiece a despejarse, si no con las encuestas de los próximos días, sí por las de finales de febrero o principios de marzo. Algunos encuestadores ya han buscado detectar las segundas preferencias de los votantes, pero quizás eran demasiado hipotéticos los escenarios todavía.
En cualquier caso, muy pronto sabremos si se confirma que en México no hay dos tercios; si hay segundas vueltas; y si le tocará a AMLO o a JVM tratar de bloquear el regreso del PRI a Los Pinos. Más adelante sabremos, suponiendo que dicho intento no prospere, qué es mejor para el país: la polarización con AMLO, o con JVM.

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