Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Víctor Cardona Galindo

PÁGINAS DE ATOYAC

* Los revolucionarios atoyaquenses (segunda parte)

De los ataques que sufrió Silvestre Mariscal en Acapulco, Wilfrido Fierro dice que las fuerzas de Manuel Centurión, Pantaleón Añorve, Tomás Gómez y Julián Blanco fueron azuzadas por la colonia española representada por Alzuyeta, Fernández, Quiroz y Cía., quienes odiaban a Mariscal por el saqueo de la fábrica del Ticuí y deseaban eliminarlo enviándole una de sus columnas a atacarlo a su cuartel. Los comerciantes del puerto también influyeron para que con rapidez fueran licenciadas las tropas mariscalistas.
En la tesis titulada La lucha agraria en la Costa  Grande de Guerrero. De la Revolución a la muerte de Juan R. Escudero (1911-1923) que Ignacio Martínez y Gabino Olea escribieron para titularse como profesores de historia en Escuela Normal Superior de UAG en 1980 asientan que: “En Acapulco se había concentrado Julián Blanco con Tomás Gómez y Manuel Villegas, los maderistas de B. Fernández y Cía. de los Arenales, quienes habían denunciado los ataques de Mariscal a su propiedad”.
Tal vez presintiendo más ataques de los españoles, Mariscal no quiso licenciarse en Acapulco y pidió que vinieran hasta Atoyac, donde entregaría las armas; por lo que hasta esta ciudad costeña llegaron Julián Blanco, Tomás Gómez y Martín Vicario, quienes fueron recibidos con ramilletes de flores por parte de muchas señoritas de este lugar. Se trataba de héroes de la toma de Chilpancingo y Vicario que había participado en la acción revolucionaria de Iguala.
“En el corredor de la escuela oficial, Mariscal presentó a su pueblo a los jefes Vicario, Blanco y Gómez que fueron recibidos con un estruendoso aplauso”, anota Fierro Armenta. La colonia española no únicamente influyó para el licenciamiento de las fuerzas mariscalistas, también maniobró para que los cuerpos rurales fueran habilitados de acuerdo a sus intereses. Era claro que Gómez y Julián Blanco estaban al servicio de los españoles, pues mientras Martín Vicario licenciaba las tropas de Mariscal, entregando dinero por armas, ellos atravesaron el río y se acuartelaron en las instalaciones de la fábrica de El Ticuí.
Custodio Valverde comenta en su libro: “En cuanto al general Blanco, no se le licenció y se le mantuvo con el carácter de jefe insurgente en servicio activo. Después fue nombrado Comandante de fuerzas rurales, habiéndosele dado el mando del Cuerpo número 33 que más tarde fue el 25”.
Mientras Julián Blanco se quedaba como jefe de los cuerpos de voluntarios en la Costa y Tomás Gómez era destacamentado en San Jerónimo el grande, Silvestre Mariscal era enviado con parte de su gente a combatir a los zapatistas en Morelos. Durante ese lapso los campesinos pobres de Atoyac encabezados por Epifanio Mariscal comenzaron a pedir que las tierras ociosas fueran repartidas y surgió el movimiento de los alambreros. Se le llamó así porque los labriegos se organizaron y comenzaron a romper alambres de algunos corrales para posesionarse de las tierras que estaban en unas pocas manos.
Ese es el otro acto que fue marcando el rumbo de los acontecimientos de la revolución y de los revolucionarios de Atoyac, pues Epifanio Mariscal encabezaba a más de cien campesinos que exigían el reparto de tierras, éste al que podríamos llamar el primer líder agrario de Atoyac murió peleando, paradójicamente, contra los zapatistas en Teloloapan el 27 de abril de 1912.
En respuesta al movimiento de los alambreros los terratenientes de Atoyac, ligados a la colonia española, pidieron al gobernador maderista Francisco Figueroa que enviara fuerzas militares suficientes para emprender una campaña de escarmiento contra el “populacho mariscalista”. Para esto fue designado el ilustre maderista, Perfecto Juárez y Reyes quien fue recibido espléndidamente por los capitalistas costeños y vino a reforzar al batallón que encabezaba Tomás Gómez.
Hay que recordar que a Juárez y Reyes le tocó levantar el movimiento revolucionario en el distrito de Montes de Oca a favor de Francisco I. Madero, y ya después como jefe de un cuerpo rural se quedó a resguardar el orden en el distrito de Galeana.
Al momento que los campesinos comenzaron a cortar los alambres se dieron algunas escaramuzas con los rurales. Ante estos acontecimientos los terratenientes, entre los que se encontraban, Alberto González, Inés Mariscal Dionisio y Canuto Reyes interpusieron una queja ente el Juez de distrito que ordenó la captura de Epifanio Mariscal. Al ser capturado Mariscal los solicitantes de tierra se declararon en total rebeldía exigiendo la libertad de su líder. Se organizaron y el 31 de agosto de 1911 atacaron la casa del coronel Tomás Gómez en el Arenal Primero, Ahora Arenal de Gómez, donde los atacantes sufrieron dos muertos y varios heridos.
El Presidente Municipal Inés D. Mariscal el 30 de septiembre de 1911 informaba sobre estos acontecimientos lo siguiente: “Con motivo de la prisión del cabecilla ex revolucionario Epifanio Mariscal, el 29 de agosto último por las fuerzas del mayor Juárez, comenzó desde el 1º del presente mes la agitación y alteración del orden público, por la soldadesca del referido Mariscal, capitaneada por los cabecillas Chon Serafín, Silvestre Navarrete, Ambrosio Barrientos y Odilón Peralta, quienes llegaron a reunir un número de 200 a 300 hombres de este municipio, amagando al destacamento que se encuentra en esta plaza, los cuales merodeaban por los alrededores de esta población… El 12 del presente septiembre, los alzados intentaron entrar a la población por el lado norte, pero fueron rechazados por el destacamento que guarnece esta plaza; en el tiroteo habido, resultó muerto de parte de aquellos, Pascual García y herido Felipe Benítez”; este informe fue publicado en el Periódico Oficial Número 86, el sábado 23 de diciembre de 1911.
Como parte de una maniobra no muy clara, el general Ambrosio Figueroa ordenó a Silvestre Mariscal regresar a su tierra para investigar un posible desembarco de armamento a favor de Félix Díaz. Otros autores dicen que Mariscal hizo desertar a parte de la fuerza que lo acompañaba en Morelos y, con el pretexto de venir en su búsqueda, llegó a la ciudad de Atoyac, el 4 de enero de 1912, para vengar los agravios a los que había sido sometida su gente. Al pasar su tropa por la casa de Alberto González hubo un tiroteo. Por la noche se dio una escaramuza con las tropas de Perfecto Juárez y Reyes, en la que este jefe salió herido y el 11 de enero se entabló un combate en el que murió Florentino López, El Barbón; hecho que marcaría también el futuro de los mariscalistas, pues éste era hermano de Héctor F. López, quien después llegaría a ser gobernador del estado.
El prefecto político de Tecpan, Manuel Sáyago informaba el 10 de febrero de 1912, de estos acontecimientos: “El día 4, como a las cuatro de la tarde arribó a Atoyac el señor Silvestre G. Mariscal, con sesenta hombres de tropa, más todos los individuos que en la revolución lo acompañaron y que vivían en la sierra del mismo municipio de Atoyac. Una vez en Atoyac comenzaron los desórdenes y los atropellos con la orden de aprehensión dictada por Mariscal contra el comerciante señor don Alberto G. González; como éste sólo creyó, que dicha orden se debía a venganzas personales no la acató; siendo sitiado en su casa habitación por las fuerzas del referido jefe. A las seis de la tarde el cabo segundo Ignacio M. Ruiz, dio aviso a esta cabecera de lo que ocurría; poco más o menos a las ocho de la noche de ese mismo día, salió de aquí el mayor Perfecto Juárez y Reyes, jefe de las armas de esta zona, con toda la gente que era a sus órdenes, al llegar a Atoyac fue recibido a balazos, resultando herido de una pierna, dos caballos muertos, un herido por la parte contraria y dos soldados heridos…Del cinco al diez, estuvo todo en relativa tranquilidad, pero el once fueron sitiadas en su cuartel las fuerzas del mayor Juárez y Reyes, y durante el combate que se entabló resultaron muertos por parte del mayor, el capitán primero Florentino López y el de igual clase Mauricio Castañón que fue muerto en la casa donde tomaba sus alimentos, así como cuatro soldados. Por parte de Mariscal resultaron veinticuatro muertos, estos según datos muy privados, pues el citado Mariscal hizo parecer cuatro muertos; heridos por parte del mayor fueron cinco, y quince del tantas veces citado Mariscal”.
“Como durante el combate se hizo uso de dinamita por ambas partes, la casa del cuartel, resultó con algunas averías; el cabo segundo Darío Acosta probablemente perderá la vista y una mano, pues al devolver una bomba hizo explosión y le fracturó la mano derecha quemándole la cara. El mismo día fueron incendiadas la casa del señor Alberto G. González, la de éste está fuera del sitio y las puertas de la de Santiago Nogueda, ésta está en radio del sitio. Por la noche a las ocho se rindieron las fuerzas del mayor Juárez y Reyes, siendo llevados los oficiales así como el señor Alberto G. González a la casa del precitado Mariscal y la tropa quedó detenida en el cuartel, tanto los oficiales como la tropa fueron desarmadas…El día catorce muy tarde, murió el mayor Perfecto Juárez y Reyes; dos o tres días después quedaron en libertad los oficiales y la tropa, pasando a esta cabecera a reorganizarse”. Este informe fue publicado en el Periódico Oficial del Estado de Guerrero, Número 12, miércoles 21 de febrero de 1912.
De estos acontecimientos Mariscal culpó a Alberto González, a quien acusó de predisponer en su contra al mayor Perfecto Juárez y Reyes. Pero el gobernador, para ese entonces,  José Inocente Lugo comisionó al administrador de Aduanas José Cíntora para que investigara los acontecimientos y éste llegó a Atoyac para hacer las indagatorias, después de eso marchó con Mariscal hacia la Ciudad de México donde el revolucionario atoyaquense fue detenido y encarcelado, para luego ser enviado vía Manzanillo al puerto de Acapulco donde estuvo recluido en el Fuerte de San Diego, mientras se le seguía la causa penal en Tecpan de Galeana.
Como se nota en los datos anteriormente citados, el protagonista principal fue Alberto González, quien armó a todos sus trabajadores y comenzó el tiroteo en contra de la tropa mariscalista. Después de estos acontecimientos Alberto González dejó el comercio y se dedicó a la milicia. Hace poco la casa que ocupó González en Atoyac fue derribada y bajo el piso se encontraron túneles que conectaban con las viviendas vecinas.
Mientras Mariscal estaba preso, el día 5 de marzo de 1912, Julián Radilla, uno de sus lugartenientes, fue asaltado en su rancho por unos desconocidos, recibió un balazo en el pecho, de este acontecimiento se culpó a Tomás Gómez, quien tenía su cuartel en San Jerónimo. Esto motivó que Julián Radilla se levantara en armas en contra de Francisco I. Madero, movimiento rebelde que fue combatido por la gente de Julián Blanco y por el 50 batallón que prácticamente fue exterminado por los rebeldes de Atoyac.
Desde el 26 de abril de 1911 a 1929 la ciudad de Atoyac fue atacada y sitiada cuando menos 16 veces. Algo que llama mucho la atención tanto de las fuerzas revolucionarias como por parte del gobierno es la manera cómo atacaban esta ciudad. Por ejemplo, Julián Radilla al atacar al 30 Batallón lo hizo con un escandaloso ulular de cuernos y colocaron señuelos en las palmeras que rodeaban la población para despistar al enemigo. De este episodio de nuestra historia quedó el recuerdo de la siguiente estrofa que es parte del corrido a Tomás Gómez: “Caballito Blanco/sácame de este arenal/que me vienen siguiendo/las tropas de Mariscal”.
Los combates se fueron dando a lo largo de la Costa Grande y en algunos municipios de la Tierra Caliente hasta lograr la liberación de Silvestre Mariscal, hecho que coincidió con el golpe de estado de Victoriano Huerta. Mariscal decidió junto con Martín Vicario y Juan Andrew Almazán apoyar a Huerta.
Al hablar del episodio huertista Wilfrido Fierro señala que: “El coronel Silvestre G. Mariscal, desorientado de pronto se quedó acorralado con sus fuerzas que ascendían a 5.000 hombres entre los pueblos de San Jerónimo, Atoyac, Tecpan y San Luis, en medio de sus dos enemigos Gertrudis Sánchez y Julián Blanco, que a toda costa querían tenerlo subalternado a su mando, cosa que nunca aceptó Mariscal, por el hecho de tener una amplia preparación educativa y cultural, por esas razones que en más de las ocasiones les manifestó de que sólo acataría órdenes del jefe de la revolución”.
Fue en este periodo cuando Mariscal se dedicó a exterminar al Constitucionalismo en la Costa Grande y en los alrededores de Acapulco. Pero al triunfo de Carranza se pasó de su lado y llegó a ser jefe de operaciones militares y gobernador de Guerrero, pasando primero sobre el cadáver del gobernador carrancista Julián Blanco.

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