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Con Amores perros, la ciudad de México cambió en 10 años de cosmopolita a hiperviolenta: investigador

Aurélie Daly

Dentro de las actividades académicas que cuenta el Festival Internacional de Cine de Acapulco, Hugo Lara presentó una conferencia en Cinépolis sobre el tema Pequeños lugares, grandes historias en la cual abordó las implicaciones del cine para la generación de las identidades locales y el reflejo de la cultura. Con enfoque en la ciudad de México, escenario primordial para el cine mexicano como lo refleja su más reciente publicación, Ciudad de cine: 1970-2010, el conferencista desplazó la platica a Acapulco para interesarse a la imagen llevada por el cine.
Licenciado en Comunicación por la Universidad Iberoamericana, ha trabajado en el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), la Coordinación Nacional de Medios Audiovisuales del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), la Dirección General de Televisión Educativa, y en TV UNAM entre otras instituciones. Quiso presentar en exclusividad su más reciente trabajo, el capitulo uno, El espectador, de la serie de televisión documental producida por Correcamara, La calle, el aula y la pantalla que se estrenará hoy en el canal 30 del Organismo Promotor de Medios Audiovisuales (OPMA), pero en razón de problemas técnicos de formato “no imputables a Cinépolis” no se pudo ver. Fue una lástima porque era la pieza central de la conferencia.
Explicó el propósito de su libro Ciudad de cine: 1970-2010, subtitulado “una investigación a través de imágenes del cine mexicano contemporáneo” y editado por la Cineteca Nacional del Conaculta. “Se trata de ver a la ciudad de México como una parte fundamental de la creación cinematográfica nacional, cómo se transformó el paisaje urbano y cómo se refleja en la pantalla, echar una mirada a 40 años que han transformado al país, políticamente, arquitecturalmente, económicamente”, explicó.
Como antecedente a esta publicación se montó una exposición de fotos en las rejas de Chapultepec. “Se puede apreciar tanto lo que está frente a la cámara como lo que sucede atrás. Representa un material valioso para los investigadores. Con 270 fotos se pueden observar los cambios y la dinámica de los grupos sociales y buscar el retrato de la ciudad a través del cine, como un Leviathán del cual se podría ver un poco la extensión del cuerpo”, explicó. De los cambios drásticos como la construcción de vías rápidas, los ejes, el metro, que se realizaron en la capital, citó como ejemplo el giro completo de la carga simbólica de la unidad habitacional Tlatelolco 30 años después.
Acerca del tema de la violencia en la ciudad de México que calificó como “uno de los mitos de la ciudad” tomó el ejemplo de la película Amores perros y de cómo ésta cambió la visión de los espectadores. “De cosmopolita la ciudad se convirtió en hiperviolenta 10 años después con esta cinta”, observó.
Se interesó a la amplia filmografía de Acapulco con la cuestión de saber si se trataba de un retrato de la realidad o de un cliché. “Es un poco de todo; el cine usa los estereotipos porque facilitan la comunicación con el espectador, permiten contar más rápido una historia, ahorran tiempo. Por ejemplo, la imagen de Acapulco en el cine es la del balneario, del alemanismo, de Elvis Presley paseando en bicicleta en Fun in Acapulco, de Cantinflas en la Quebrada en El bolero de Raquel, de la película El inocente. Todas estas cintas no nos presentan el verdadero Acapulco sino una tarjeta postal”, contestó.
Antes de esta conferencia se presentó otra, El cine y las universidades, un encuentro de película pero el conferencista Armando Casas que no pudo llegar fue remplazado por Carlos Taibo.

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