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El cine de luchadores es una creación nacional, como la comedia ranchera: crítico

Aurélie Daly

El programa de conferencias dentro de las actividades académicas del Festival Internacional de Cine de Acapulco (FICA) cambió de manera tan inopinada que los conferencistas mismos no estuvieron avisados.
Al llegar a Cinépolis Galerías Diana y al ver la ausencia de público, los conferencistas Raúl Criollo y Rafael Aviña se enteraron de que los habían programado más tarde en el hotel Elcano. Este malentendido dio la oportunidad de platicar a solas con ellos sobre la obra colectiva que elaboraron en compañía de José Xavier Návar Quiero ver sangre, historia ilustrada del cine de luchadores, obra en la que recopilan fotos, cárteles, fotomontajes y material inédito que se presenta como una revisión de todas las películas de luchadores que se hicieron entre 1938 y 2011.
Comenta Juan Villoro que los autores del libro “han combinado las técnicas del enciclopedista, el notario y el investigador de homicidios para que las máscaras y los rostros del cine de luchadores tengan su registro civil. Su hazaña es, desde ahora, legendaria”.
En entrevista Raúl Criollo explicó que existía nada más un pequeño libro de la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sobre este tema y que, por esta razón, si querían escribir uno, “tenía que hacerlo todo”.
“Empezamos a analizar y revisar absolutamente todas las películas de luchadores. Es raro que la UNAM publique un libro de tal naturaleza porque se trata de un cine muy popular, ninguna película es una obra maestra pero todas son sumamente divertidas. El cine de luchadores es una creación nacional, como la comedia ranchera, es un hecho únicamente mexicano. De hecho Argentina copió mucho el estilo”, declaró.
“El impacto del libro es muy bueno ya que salieron a la venta hace un año 3 mil ejemplares, lo que es mucho para un libro de este formato, y ya están prácticamente agotados; tenemos programada una segunda edición en 2013 con apuntes adicionales”, precisó.
Se justificó sobre la idea de dar importancia a este tipo de películas, en calidad de crítico de cine. “El cine de luchadores es lo que rescató a la industria cinematográfica en los años 60 y 70, después de la caída de la Época de Oro. De hecho, muchos grandes cineastas posteriores eran fanáticos de estas películas, como Oscar Blancarte, Carlos García Agraz, José Buil y lo más representativo por su importancia Guillermo del Toro quién solía decir de sí mismo que no entendería su gusto por el cine sin las películas de El Santo”, explicó.
“La fama del cine de luchadores se extendió más allá de las fronteras nacionales. En Europa pensaban que era un personaje inventado y no creían que pudiera existir fuera de la pantalla; exactamente como si, al llegar a Nueva York, te dijeran ‘¡vamos a ver a Spiderman!’ Hace parte de lo mágico de la lucha libre el hecho de que reúna al público de la arena y a los cinéfilos. Hay gente que descubrió la lucha libre a través del cine y al contrario, gente que descubrió el cine gracias a la lucha libre”, contó.
Uno de los objetivos principales de los autores de este libro fue presentar una publicación muy completa, precisa y con muchos datos, pero de forma divertida y de fácil lectura.
En la introducción del libro, Raúl Criollo y José Xavier Návar escriben, con mucho humor, algo que deja imaginar el trabajo de investigación y de recopilación que realizaron los tres, en mismo tiempo que lo divertido que pueda procurar la lectura de éste.
“Este libro fue hecho con un espíritu guerrero e indomable y con paciencia zen para lograr una compilación total que venciera todas las imprecisiones, derrotándolas, buscando los títulos enterrados en cuevas de momias, científicos desquiciados que nos negaban el acceso a la información”.
La presentación pública del libro en presencia de dos de sus autores, Raúl Criollo y Rafael Aviña, se pospuso para las 2:45 de la tarde en el salón Timón del hotel Elcano.

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