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Entregó la PGJE a sus familiares el cadáver de Jaime Galván, el testigo protegido del caso Ayotzinapa asesinado en septiembre

La Procuraduría General de Justicia de Guerrero  (PJGE) entregó a sus familiares el cadáver de Jaime Galván Rodríguez, alias “El Diablo”, testigo protegido del caso Ayotzinapa y asesinado en septiembre pasado.

Las personas que se encargaron de la identidad cadavérica son Eusebia Dionisio Muñoz y Gabriela, de los mismos apellidos, quienes comentaron ser sobrinas del occiso y que vienen del estado de Oaxaca, de donde era originario su pariente, a donde trasladarían los restos para sepultarlos.

Las familiares de Galván Rodríguez se quejaron de que con esta vez ya eran cuatro las veces que venían a reclamar el cuerpo, pero que las autoridades de la PGJE les comentaban que no se los podían entregar ya que tenían que hacer varios estudios para no cometer una equivocación, pero ahora, ya con todo comprobado, se lo llevaron.

El cadáver fue encontrado sin vida y en estado de putrefacción el pasado 8 de septiembre a un costado de la carretera estatal  Chilpancingo-Amojileca, a la altura del kilómetro 2+100 y a unos metros del punto conocido como “La Curva de la Virgen”.

El finado, se dijo, estaba completamente desnudo y en los ojos tenía enredada cinta adhesiva de color gris y ya estaba siendo devorado por los animales, por lo que tenía las vísceras expuestas.

Según las autoridades, al cadáver se le observaban huellas de tortura y cerca de donde estaba había una colchoneta de color rojo con azul, donde se deduce lo aventaron envuelto y los animales de rapiña lo sacaron para semi devorarlo.

Fueron campesinos que caminaban por ahí quienes reportaron el hallazgo a las autoridades municipales y éstas a su vez pidieron la intervención de las ministeriales.

El hallazgo ocurrió la tarde del 8 de septiembre alrededor de las 12:20 horas, como a unos cinco metros al lado derecho de la arteria vial ya mencionada. Se le apreciaban huellas de tortura y ningún balazo.

Según el médico legista, al realizar la necropsia el cadáver presentaba un impacto de bala en la cabeza y efectivamente tenía huellas de haber sido torturado antes de ser privado de la vida.

Las dos mujeres que lo reclamaron sólo comentaron que su familiar vivía en un taller mecánico ubicado cerca del Hotel Parador del Marqués y que lo llevarían a su natal Oaxaca para sepultarlo.

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