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Federico Vite

Las damiselas los prefieren oscuros
(Primera de tres partes)

Federico Vite

La hora azul (68 páginas, editorial Océano), de Massimo Scotti expone la existencia de Tony Tanner, un grisáceo comerciante de estampillas, quien conoce la precariedad de la vida y ha aprendido a viajar con lo esencial: una maleta. Este libro evidencia la vocación de algunos narradores europeos por contar en breves páginas la esencia vital de un personaje. Hay varios ejemplos, pero a mi mente vienen dos títulos esenciales: Seda, de Alessandro Baricco y Sostiene Pereira, de Antonio Tabucchi. A estos italianos sumo el nombre de Massimo Scotti, quien sorprende al lector con las pequeñas y profundamente humanas intenciones de Tanner (un guiño literario a la novela Los hermanos Tanner, de Robert Walser). El narrador pues nos acerca a Tony. Hombre que debido a su oficio viaja constantemente en tren. Y en uno de esos viajes, antes de llegar a la estación y pasar por una tienda de antigüedades, encuentra un diario. Ese objeto es del siglo XVIII, pertenece a Hortensia, quien relata en ese documento su amor apasionado por el singular conde Sanit-Germain (conocido por ser una figura recurrente en varias historias de temática ocultista. Se desconocía el origen de su fortuna, su nacionalidad y si tenía esposa e hijos. Era un hombre muy educado, elegante y noble. Varios investigadores de la vida de este caballero aseveran que fue hijo del último rey de Transilvania). Evidentemente, Tony consume con avidez ese diario. Comienza a olvidar la premura de su próximo viaje y se enfrasca en la voz femenina de una historia protagonizada por un conde al que consideraron sus coetáneos como diabólico.
La trama va haciendo guiños entre el presente de Tony y el de Hortensia. Las comparaciones no son amables para el comerciante de estampillas, pero eso densifica la noveleta de Scotti, a quien sin duda le obsesiona la figura del conde de Sanit-Germain, pero en especial los sutiles motivos por los que una damisela está rendida a los pies de un personaje oscuro, de quien se dan referencias casi mitológicas. Por ejemplo, se cuenta que este tipo hablaba con soltura varios idiomas: francés, inglés, italiano, alemán, árabe, latín y sánscrito. Las primeras menciones históricas sobre este caballero se remontan
A 1740, cuando se convirtió en feligrés de las noches bohemias de Viena. El conde nunca habló de su pasado. Vestía elegantemente y usaba diamantes en vez de dinero. Lo consideraban un loco que tocaba excelsamente el violín y cantaba a la perfección. Como un pago por haber sanado al mariscal francés Belle Isle, llega a París, donde se vuelve un mito. Se instala en un laboratorio para consagrarse como alquimista. En el documento Chroniques De L’oeil-de-boeuf se relata una anécdota en la que el conde confiesa a una anciana condesa haberla conocido cuando era joven. El caballero dio a entender que tenía más de 100 años, pero sólo aparentaba 40. “Yo soy muy viejo”, dijo el conde sonriendo, era pues una leyenda urbana de la época, y empezaron a correr todo tipo de rumores sobre él. Lo seductor de La hora azul es la candidez de Hortensia. Chiquilla que cayó rendida a los pies de un hombre de mundo, pero con quien no logró consumar los arrebatos emocionales que ordenaba Eros. El conde de Saint-German fue odiado por el mismísimo Casanova.
Este libro es firmado por un brillante erudito literario, Massimo Scotti, pero la historia fue imaginada por el bien portado Antonio Marinoni. ¿Quiénes son estos tipos? Bueno, Massimo Scotti es un escritor italiano que trabaja entre Nápoles y Milán, su ciudad natal, para la industria editorial y varias universidades. Se ha enfocado, principalmente, en la escritura sobre mitología y las crónicas de viaje. Antonio Marinoni nació en Vigevano, en 1960. Es arquitecto de profesión, pero siempre prefirió el diseño y la pintura. Trabajó en la Galería Blanchaert de Milán, donde descubrió su vocación de ilustrador. Fue seleccionado en la Exposición de Ilustradores Bolonia 2004. Como pueden ver, se trata de un equipo de muchachones que conocen a la perfección su oficio. Si creen que la historia, esa niña longeva de las ciencias sociales es aburrida, sin duda les recomiendo este libro.

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