Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

José Gómez Sandoval

POZOLE VERDE

*Las Misses de Nochebuena

José Gómez Sandoval

Jamás imaginé que un concurso de la Flor de Nochebuena pudiera durar más de seis horas. Pero así fue. Según la convocatoria, debió iniciar a las seis de la tarde, pero empezó más de dos horas después. Fue la primera de una serie de impuntualidades que no terminaron sino hasta el final –lo que no quiere decir que al fin de cuentas el público, que abarrotó dos terceras partes de la Plaza de Toros Belisario Arteaga, no quedó contento. No tanto con el concurso, pero sí con la presentación de Reily y su grupo musical.
Frente al foro quedaba la mesa del jurado calificador. Atrás, el alcalde, la plana completa de funcionarios municipales e invitados especiales. Una valla metálica seguida de un amplio espacio caminero dividía a este público “selecto” de la sección donde me senté (al frente), que quedaba pegada al redondel de la plaza de toros custodiada por numerosos agentes de seguridad.
Arriba, en gradas, las porras. Los organizadores dividieron el graderío por barrios: cada barrio un color: playeras, gorras, globos tripludos, trompetillas y letreros azules, rojos, verde y anaranjados, asegún su sección. Por su ausencia brilló el antiguo barrio de San Francisco, que en esta ocasión prefirió no participar en la contienda. Las porras no eran espontáneas: se medio animaban cuando, por micrófono, su coordinador les preguntaba: ¡¿Dónde está la porra de San Antonio?!, por ejemplo, y la masa contestaba con un horrible coro de trompetillas y a veces con el nombre de la postulante barrial, pero hasta ahí. Como ya sugerí, sólo horas después comprendería que la verdadera estrella de este concurso no eran las Flores de Nochebuena sino Reily.
Los permanentes conductores de este concurso y de los barriales que los antecedieron, Diana Bello y Fredy, empezaron haciendo las mismas preguntas: ¡¿Dónde está la porra de San Mateo?!… ¡No escucho a los de Santa Cruz!…, dando inicio al programa: hubo aquí una banda de guerra y una coreografía como de bar de la calle Sullivan, y enseguida dos jóvenes cantantes –los desafinados y saltarines Jude y Albi– volvieron a preguntar lo mismo y cuando preguntaban en vez de voces humanas se escuchaba una porra de trompetillas desquiciantes, de esas que terminaron prohibiendo en los estadios durante el campeonato mundial de futbol de Sudáfrica.
La convocatoria especifica que la Gran Final del concurso constará de: Opennig (sic) Traje de baño –presentación individual (1 minuto máximo de discurso), Pasarela en Vestido Regional Estilizado (sic) y/o recreativo con elementos típicos de la región, así como la descripción del mismo, y Pasarela en Vestido de Noche “y Pregunta”.
Se intentó difundir que la tradición de la Flor se estaba perdiendo en San Francisco, cuando los de este barrio afirman que se abstuvieron de presentar candidata porque no estuvieron de acuerdo con la cláusula que establece que las postulantes deben de presentarse en semicueros. Quizá porque su negativa a participar equivale a una condena a la forma en que se estaba desvirtuando la tradición, las candidatas salieron con brassier y traje de baño pero entre juegos de velos y adornillos. Ahí escuchamos las primeras palabras de las concursantes (“veinte años de mi vida me he preparado para estar aquí”), y ninguna de ellas parecía contestar sencilla y naturalmente. Todas declamaban. La sospecha de que alguien (un mismo “poeta”) les había escrito las respuestas que daban se volvió convicción en cuanto advertimos su tendencia a hablar en rima, en rollos tan parecidos que si una hubiera dicho el de otra nadie se hubiera dado cuenta.
Entró al quite Juan Carlos, cantante talentoso pero quien sin vergüenza alguna se anuncia como La Voz Gemela de Alejandro Fernández (pero ¿cuál voz?) y quien de buenas a primeras le echó flores al alcalde Mario Moreno (“nos vemos dentro de cuatro años”) y de a tiro comprometió al Patronato de la Feria a darle chamba. Entonces, como si estuviéramos en la tele, en las dos pantallas gigantes dispuestas a los lados del foro, como número especial aparecieron videos de fachadas de establecimientos y logos de empresas que patrocinaron el Concurso. Ahí nos enteramos que uno de los patrocinadores, Alex García, también es el principal culpable de las coreografías del concurso que tanto recuerdan las de las películas de Tintán.
Un mariachi desentonado y afónico cantó México lindo y querido y las Flores decían cosas interesantes y sabrosas (“¡Por allá la histórica iglesia de La Asunción, por acá mi hermoso barrio de… y por allá La Avispa de Chilpancingo!)”, casi siempre rimadas, y salieron tlacololeros chicos y grandes, hasta llegar a la etapa de Vestido Regional…
Esto nos remonta al concurso de Vestido Regional al que hace años convocó el Ayuntamiento de Chilpancingo. Como aquí no tenemos vestido regional, decidimos inventarlo. Y como las tradiciones no se inventan, del vestido triunfador ya ni las costureras se acuerdan. En la convocatoria dice Vestido Regional Estilizado, lo que dio pauta a que las Flores se presentaran con vestidos característicos de otra región y composiciones estilísticas fabulosas aunque muy fuera de lugar, como las que incluían penachos de plumas o “colas” brasileñas, o como el vestido de varios estilos y colores que de las rodillas para abajo incluía un cacho de falda de Acatlán y parecía una colcha de retazos. Poco importaba lo que dijeran las Flores. Todo lo llevaban memorizado y había sido escrito por el mismo “poeta historiador”.
Diana y Fredy anuncian que, después de la segunda tanda de comerciales “televisivos”, viene Reily, y la porra de los cuatro barrios se hace una y, por fin, logra una ovación gigantesca. Para esto, ya me cambié de lugar. Salí de la plaza a comprar un café y de regreso me encontré a Pancho Paletas. No traía paletas, sino conos de nieve con cubierta de chocolate. Me ofreció uno pero no aceptó que se lo pagara, ya que, dice, hace un año, en esta página verde pero pozolera, le eché un espaldarazo a él y a los tacos de cabeza que vende en la Feria de San Mateo. “¡Sin Pancho Paletas… no hay Feria de San Mateo!”, aseguró que dije… y hubiera sido una descortesía contradecirlo.
Vuelvo al cortijo y, como perdí mi silla, me quedo recargado en el redondel. Íbamos en la ovación general cuando por las escapadillas entra un amigo, al que llamaré R, y me dice: “¿Verdad que el tal Reily se come el concurso de la Flor?”. “Por completo”, respondo. “Y eso que todavía no sale Reily –advierte. Por eso –sigue– las preguntas que les hacen a las chicas son pocas, lo último que importa es lo que las chicas saben o entienden de las tradiciones, no importa ¡ni quién gane!…, la mayoría de los que están aquí vinieron a ver a Reily”.
–¿Tanto así?
–Tanto así.
–¿Y a quién se ocurrió hacer todo un concierto en pleno concurso?
–A los genios del Patronato, a los organizadores del concurso, a quién más.
Para mi espontáneo informador, la función le estaba saliendo al Ayuntamiento en unos 750 mil pesos, mínimo, “la mitad de lo que el año pasado costó el desfile de El Pendón” y poco más de la tercera parte de lo que este año costó el Fandango Guerrerense.
–¿Dos millones costó el Fandango?
–Poco más, pero déjalo ahí. Dos millones por dos horas de baile.
–¿El puro Reily cobra lo doble o triple que Tania Libertad o gente así?
–¡A güevito!… Componía para Elefante, cantó en Televisa. Él viene cobrando unos 450 mil, mínimo. Solito.
–En vez de presentar artistas guerrerenses o con alguna onda popular…
En eso estábamos cuando el escenario se iluminó y, tras un redoble de batería, apareció, por fin, Reily. Una ovación inigualable surgió en el graderío, repentinamente invadido por zigzagueantes rayos de luz. La gente estaba, como se dice, completamente loca por Reily. Confieso que logré ubicar al cantante sólo hasta que se echó esa de Así es la vida, de peligrosa…, antes y después sus canciones me decían poco y sus letras eran tan repetitivas como el archisincopado ritmo con que este cantante cuarentón y de tan serio carisma enloquece a las masas televisivas y radioescuchas.
–A eso vino la gente, a oír a Reily –insiste R, y al fin, después de una hora y veinticinco minutos, terminó Reily con sus letras disque románticas y desamorosas (recomienda: Pégale a una pared pero no le pegues a una mujer, le grita ¡Chingue su madre! a la que se fue) y la magnífica trompeta de su grupo. Todavía vi a las candidatas, entrecruzando los pasos y yendo de aquí pa’llá como si fueran modelos con botas nuevas o estuvieran cojitas de un pie, y declamando sus parlamentos (“¡Mi gente bravía!, ¡Mi barrio bullanguero!”) cual actrices en epopéyica situación.
–Hablando de actrices –pregunto a mi amigo dicharachero–, ¿es cierto que entre los miembros del jurado están dos representantes de Televisa?
–Sí. ¿Y sabes lo que eso significa? Qué aquí va a ganar la más bonita.
–¡Pero no es concurso de belleza, sino de simpatía! ¿O no?
–Así era, pero antes. Desde hace unos trece años –¡la Feria costaba 450 mil pesos!– estos concursos dieron un giro de 360 grados y ahorita la tradición ya no importa nada.
–¿Nada de nada?
–¡Tampoco jodas!…: casi nada.

Qué es ser Flor

¿Qué es la Flor de Nochebuena? La Flor de Xochimilco, la Flor de mil y un ejidos de México? Quizá representan a la mujer campirana, sugieren su presencia en el hogar y en la producción económica. Los hombres que idearon esta arrinconada condecoración terminaron idealizándola como bella, con esa belleza natural de la juventud o –incluso– la niñez, tal vez ingenua y de pocas palabras pero conocedora de las principales costumbres y vivencias de su comunidad. Es la hija de todos, por eso sabe cómo somos, de qué vivimos, qué comemos y festejamos. Es, ya, tan esencial e importante como la madre que le dio vida. Más, si admitimos que en su juventud conlleva el pasado, el presente y el futuro de un pueblo, en uno de esos giros en que el machismo estructural combina su egocentrismo jefatural con la designación de una Reina, o Princesa, o Flor, que “engalane” las fiestas y reavive la presencia femenina en el rollote social. Así que, de ser el colmo joven de la familia y el quehacer social, a representar la pureza absoluta, no hay más que un paso. Para no hablar de las referencias religiosas y la simbología de paz y concordia universal que trae consigo ser una Flor de Nochebuena.
–Entonces, ¿al negarse a que las candidatas se presentaran en traje de baño, los de San Francisco tuvieron razón?
–¡Creen en la tradición, son tradicionalistas!… ¿Para qué enseñar curvas, para qué, incluso, el vestido de noche, si sólo son sencillas Flores de Nochebuena?
–Chale. ¿Se perdió la tradición de la Flor de Nochebuena?
–Se ha perdido (si es que existió), desde que los empresarios se adueñaron del Patronato de la Feria de San Mateo y, con la ayuda de unos disque coreógrafos, decidieron que “la tradición da para más” y de los concursos empezaron a hacer una especie bastante grotesca de los programas de Televisa (incluyendo los comerciales –en video). ¿Y qué vemos? A cuatro chavas que no conocen nada de historia, costumbres y tradiciones de su pueblo pero saben caminar en pasarela y declamar como posesas los parlamentos que les hicieron memorizarse.
–Se acabaron las Flores de Nochebuena…
–Los de San Francisco dicen que no, pero quién sabe.
Dijo R que políticos y empresarios se han aliado a Televisa lambisconamente, como hace unos años, cuando intentaron que una lisa cubana, apellidada Vega, encabezara el desfile de El Pendón.
–Hasta lo de los comerciales de los patrocinadores copiaron, para eso sirven las dos pantallas gigantes. Son para anunciar, como en la tele, a los patrocinadores.
–¡Déjate de eso! –rezonga R–. El formato general es el de Televisa.
Y me recuerda que hasta en el concurso de Niña Flor de Nochebuena, hay una Niña Elegancia, una Niña Simpatía y otra Fotogenia, como en los concursos de Miss México o Miss Universo. Tal como ocurrió con el concurso organizado por el Instituto Guerrerense para la Atención Integral de las Personas Adultas Mayores (Gatipam), el DIF Guerrero y el Patronato de la Feria, con el titulo de Belleza en Plenitud, donde según La Crónica (28-nov-2012), ganó una pariente del diputado Alejandro Arcos Castro y del alcalde Mario Moreno Arcos, con un jurado supuestamente manipulado por una ex Señorita Chilpancingo que también salió pariente de la ganadora, doña Mariana o Martina Arcos, quien, según La Crónica, trabaja en palacio de Gobierno y ni siquiera tenía derecho a concursar pues aún no cumple los 65 años requeridos.
–Entons, ¿para qué tanta farsa y chacota artística? Si las tradiciones ya no funcionan, que se extingan solas, ¡pero que no las ayuden a morir!…
–Cuéntale las velitas al pastel y saca cuentas.
–Sobre todo políticas… ¿no?
–Sí, pero como quien no quiere la cosa.
–Mario Moreno se mantuvo a la altura. Ni cuando el imitador de Fernández lo candidateó se paró de su asiento a recibir ovación alguna. Muy sereno, el Moreno.
–Bastaba con la presentación del imitador de La Voz Sin Voz, que lo proyectó a la gubernatura de Guerrero.
–¿Veremos al falso Fernández en el Teatro del Pueblo?…
–¡Lo veremos!…
En las gradas, a eso de las doce veinticinco, aunque mañana fuera sábado, quedaba poco público. Diana y Fredy anunciaron a las ganadoras de Señorita (sic) Simpatía, Señorita Elegancia y Señorita Fotogenia. Tercer lugar: Andrea Aguilera, de Santa Cruz. Segundo, de San Antonio, Roxana Ornelas. La Flor de Nochebuena era Blanca Alarcón, representante del barrio de San Mateo.
–¿Ves –pregunta R– cómo ganó la más bonita?
–Pero… ¿no es por puntos?…
–Cualquiera –menos la de Tequicorral, que se quedó como estatua cuando se le olvidó el guión– pudo haber ganado…, pero pos ganó la más bonita…
–¡No puede ser! ¡Quedamos en que este concurso es de conocimientos comunitarios y simpatía!…
–O la que tiene mejor figura…, la más carita… Para eso invitaron de jurado a dos de Televisa. El Ayuntamiento y el patronato empresarial han hecho todo lo posible para que en vez de ver en la Flor de Nochebuena la juventud y simpatía de un barrio y un pueblo, busquemos en las candidatas a jovencitas altas, delgadas y que sepan caminar y recitar dictados costumbristas y disque poéticos como si fueran Barbis tercermundistas.
El ejército de funcionarios, organizadores, Reinas y Flores bajaron del foro y, cuando las ganadoras del primer y segundo lugar pasaron frente a mí, le di la razón a R: cualquiera pudo haber ganado: las dos eran jóvenes y bellas, a ninguna se le había olvidado su parlamento, y, entre lágrimas y sonrisas, casi sin poder distinguirlas, creí comprender que la ganadora era la que tenía sobre la cara menos capas de maquillaje.
Vendrá la Feria de luz y alegría y tendrá tus ojos, como pudo haber dicho Rubén Mora. Antes, el desfile de El Pendón, que resultó “el peor de todos”, según me cuentan, porque hace una semana que en esta verde pozolería salimos de vacaciones. Nos volveremos a leer en la cuesta de enero.

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