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Denuncian la violencia e ironizan con los celos en obras presentadas en el teatro Domingo Soler

Aurélie Daly

 

El segundo día del Sexto Ciclo Teatral Ola Nueva ofreció ayer en el Teatro Domingo Soler dos representaciones, El ansia dirigida y actuada por jóvenes radicados en Monterrey y la última función de La forma exacta de percibir las cosas escrita y dirigida por José Dimayuga, pieza presentada varias veces en Acapulco, dentro del programa Vamos al teatro y también en el Bar del Puerto.

Cuento adaptado por Antonio Trejo y dirigido por Luis Alberto Rodríguez, el sobrino del escritor Gilberto Ramírez, El ansia levanta la cuestión de la discriminación y da a reflexionar al público al interactuar con él. La implicación del público en la actuación está dada por la disposición misma del espacio por lo que los espectadores están sentados en el escenario lo que crea un ambiente muy intimista.

Es la historia de dos hombres que se ven obligados a colaborar para lograr un robo y se encuentran con una mujer que estigmatiza todos sus desaciertos y se convierte en el objeto de la discordia entre ambos hasta destrozarse mutualmente. Adicto a la masturbación, uno de los dos personajes masculinos acaricia una fascinación por las mujeres desparecidas de las cuales recolecta las fotos para alcanzar al placer onanista. ¿Provocativa la obra? Hay que creerlo dado a que varias personas salieron de la sala al ver a los actores desnudarse. No había escenas impúdicas en realidad porque los juegos sutiles de luces revelaban todo sin dejar ver nada y la verdadera perversión siempre está en la mente de la persona que la interpreta como tal. Erotismo sí, pero nada de pornografía. Sensualidad también con una escena de baile a tres al ritmo de una música de Nat King Cole. Militantismo, definitivamente, por sus alusiones y comentarios inopinados acerca de la situación de violencia del país.

De la realidad a la ficción, los actores brincan constantemente de un mundo al otro, del interior al exterior en un juego que confunde al espectador que al final ya no sabe si ve y escucha a un personaje de teatro o a la persona real que está en frente de él.

Al acabar la pieza, se reunieron los tres actores, el adaptador del cuento en dramaturgia, el director de la obra y la crítica de teatro, Vera Milarka para platicar y permitir al público reaccionar. Un señor comentó que esta pieza fomentaba la violencia y que no se podría presentar en Monterrey por ser censurada. Los artistas se ofendieron un poco y explicaron que al contrario esta obra era una manera de denunciar la violencia y de entender sus causas profundas en la sicología educacional.

La impresión de improvisación sentida por el espectador fue aclarada por los actores que precisaron el proceso de la obra. “Tenemos un guión, una estructura, sabemos dónde vamos pero no sabemos exactamente cómo llegar, es un juego perpetuo entre nosotros y a veces robamos la réplica del otro sólo para provocarlo y ver cual será su reacción”.

De manera muy singular, se abrió la pieza con el comentario de lo que iba a suceder durante la obra. “No quiero mentir al público y me interesa revelar todo porque así los espectadores saben a donde los llevará la historia y de hecho tienen expectativas”, declaró el director.

Antes de presentar la segunda obra, la actriz Malena Steiner recitó el largo curriculum de José Dimayuga y dejó por fin el público disfrutar de la obra. La historia es de una pareja de dos hombres de una cincuentena de años que se van de vacaciones a la playa y se encuentran con un fantasma que desencadena disputas, celos y peleas hasta llegar a una ruptura violenta en forma de duelo a la usanza del siglo XIX. Se vuelven a encontrar tiempo después y el espectador se da cuenta de que no se mataron uno a otro.

“No se disparan, se truenan”, dijo el dramaturgo. Justificó la presencia del fantasma por su gusto por las historias de fantasmas de siglo XIX inglés. De las dudas que se inmiscuyen entre ambos, explicó que es una construcción de la pareja. “Los celos son siempre inventados y aquí están revelados por el fantasma. Con un tema bastante serio que aborda la sicología intrínseca a cada pareja y las neurosis que pueden nacer de los celos; la obra, sin embargo, por su escritura y su ritmo, se vuelve muy cómica. Los actores adoptan un tono melodramático y frente a ellos los espectadores se mueren de risa.

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