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En los hechos de sangre, el periodista debe desviar la atención hacia la víctima: Juan Villoro

Redacción

El escritor mexicano Juan Villoro abordó la mañana de este sábado temas literarios y políticos en la ciberentrevista colectiva De crónicas y ornitorrincos, hospedada por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), de Gabriel García Márquez, que ofreció a periodistas de Iberoamérica la oportunidad de preguntar a Villoro sobre los aspectos a considerar al escribir una crónica periodística.
Entre las preguntas de los asistentes fue inevitable tocar los sucesos de violencia que sufre México y su tratamiento periodístico, sobre lo que el entrevistado dijo que cuando se relatan estos hechos, “lo más significativo es desviar la atención a la víctima. Si nosotros entendemos que una noticia de sangre es importante no por la sangre derramada ni por la forma en que se derramó, sino por las vidas que se perdieron, si entendemos que en cada muerte hay un destino podemos mantener la dignidad de la crónica, de la información”, reflexionó.
Con frecuencia –lamentó –, hay un desmedido interés por el “morbo escabroso” del suceso o por datos sueltos como “hay 10 decapitados” o de qué manera fueron torturados o atados, se apela a un morbo que “para mí no es información”, “la información requiere de contexto, requiere de sentido, de causalidad”: En los casos de muertes violentas se requiere “de que honremos a las víctimas que recuperemos la vida que se perdió con su muerte”.
Ya entrado en el aspecto mediático de la guerra contra la delincuencia, Villoro aludió entonces a las actuales condiciones de terrorismo psicológico que vive México, subrayó el carácter político de esta guerra “en la que llevamos 50 mil muertos” y la calificó de “mal conducida”; no obstante, dijo esperanzado que estaba llegando el fin de un gobierno en que “el PAN ha dejado una mala imagen de 12 años de ineptitud”.
Sin embargo, advirtió de otro peligro, pues la gente extraña la “tranquilidad” del sistema que gobernó el país por 71 años: “Es una nostalgia del ogro filantrópico”, como lo llamaba Octavio Paz, indicó. “Es una manera un tanto cínica de extrañar la seguridad que antes teníamos y que era una seguridad a medias, basada en la impunidad”, y recordó un grafiti callejero que en su opinión resumía esta expectativa: “Que se vayan  los ineptos y que vuelvan los corruptos”.
“Yo espero que no regrese el PRI, el candidato es muy endeble y ha tenido varios tropiezos que hacen pensar que posiblemente no regresará”, acotó sobre el mismo tenor.
Frente a la web cam que transmitía nítidamente desde la Cinemateca del Caribe del FNPI, en la ciudad colombiana de Barranquilla, Villoro respondía a las inquietudes de los asistentes vía Twitter y al preguntarle sobre las similitudes entre la vida y el drama, dijo que en el teatro de la realidad, el destino –que es el guionista–, es un “dramaturgo incompetente” que nunca sabe con certeza cómo terminará la historia, por lo que corresponde al periodista o cronista hacer esta historia comprensible para los lectores.
La subjetividad a veces nos lleva a excesos –apuntó–, “cuando nos conmovemos mucho con un suceso es difícil mantener la ecuanimidad y registrar el hecho de manera objetiva”, el trabajo del periodista es conseguir que “la emoción que sentimos se convierta en información”.
La charla cibernética que empezó a las 10 de la mañana de México (11 de Colombia), inició con una explicación del porqué se refería a la crónica como un ornitorrinco. Villoro recordó que fue a partir de una reflexión de Alfonso Reyes –quien decía que “el ensayo era el centauro de los géneros”–, que él decidió colocarle a la crónica el icono del ornitorrinco “porque incorpora elementos de muchos géneros con la condición de no ser ninguno de ellos”, el ornitorrinco es un animal único y una crónica también, concluyó.
El autor, quien colabora regularmente en la revista literaria Letras Libres, en los periódicos La Jornada y El País de España y en publicaciones como Proceso, Nexos y Reforma, explicó que desde su punto de vista la sutil diferencia que hace una crónica es que el reportaje tiene más que ver con la información fáctica, mientras que la crónica recrea los mismos datos básicos pero con la emoción de quienes participaron en ese suceso. Incorpora un elemento emocional, explicó.
Entonces, preguntó uno de los asistentes, ¿el periodista debe convertirse en ornitorrinco? El periodista debe tener muchas curiosidades distintas, “de ornitorrinco”. Uno de los problemas del periodismo de fuentes –continuó –, es que con frecuencia sabe todo de su tema, pero nada de ningún otro y “yo pienso que un periodista que sólo sabe mucho de una cosa ni siquiera sabe de esa cosa”, mientras más curiosidades tengas, mejor podrás comprender la realidad.” “La realidad ocurre de manera defectuosa; la crónica ayuda en gran medida a comprender este mundo.”
–¿Qué se debe evitar en una crónica? –, fue una de las preguntas obligadas.
–“Aburrir, la mentira, la mala prosa, la falta de claridad, esas cosas que se deben evitar en una crónica”.
–¿Cómo evitar la cotidianidad de los hechos públicos?
–“Lo importante es la vida secreta de los hechos públicos. Las razones ocultas para esta conexión es lo que se debe investigar”, dijo el también profesor de literatura en la UNAM e invitado en las universidades de Yale, Boston y Pompeu i Fabra de Barcelona, ciudad donde reside en la actualidad.
La ciberentrevista concluyó unos minutos después de las 11 de la mañana, pero para los interesados en todo lo que dijo el maestro, el documento completo con imagen y todo puede ser consultado en la página de la Fundación de Gabriel García Márquez (fnpi.org) o en la de la Red Cultural de la misma. Esta cálida charla contó también con el patrocinio del Canal de las Artes y de la Fundación La Cueva.

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