Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Tomás Tenorio Galindo

OTRO PAIS

* Zeferino, Ríos Piter y el cinismo

No tiene ninguna posibilidad de ganar en las elecciones de julio, ni como candidato a alcalde ni como candidato a senador, pero en la fiebre electoral hasta el ex gobernador Zeferino Torreblanca quiere ser otra vez alcalde de Acapulco. Sin embargo, es obvio que sus negociaciones con el PAN para que este partido lo postule a uno de esos cargos tienen como fin estorbar a otros, no ganar, y de paso mostrar cuánto afecto lo une al partido en el poder y en virtud de ello con cuánta protección política cuenta. Tan terrible y desastrosa fue su gestión al frente de la administración estatal, que resulta difícil imaginar que la sociedad acceda a repetir esa experiencia. Si es candidato, lo será seguramente en Acapulco, donde su objetivo consistirá en favorecer al PRI y entorpecer el posible triunfo de Luis Walton Aburto, hoy el más viable precandidato de la coalición PRD-PT-Movimiento Ciudadano.
De ocurrir así, Zeferino Torreblanca alcanzaría a herir la votación mayoritaria prevista para los aliados. Alcanzaría ese fin con su sola presencia en las calles, en la propaganda y en las boletas electorales, aunque no promueva ningún voto contra la izquierda. Consciente del desprecio que su figura suscita entre la izquierda –firme y contundente entre la base, atenuada por los intereses entre los dirigentes–, sin duda impulsa al ex gobernador el mismo rencor que fue motor de su gobierno hacia cualquier reivindicación social, hacia todo acto de protesta o hacia el simple ejercicio de la ciudadanía frente a la autoridad. Porque como quedó de manifiesto en sus seis años de gobernador, en Zeferino Torreblanca late una creencia de clase que lo predestina a imponer y arrollar, y una ideología profundamente reaccionaria. El resultado de esa mezcla es explosivo y pernicioso en cualquier circunstancia, como también pudo comprobarse en su paso por el gobierno.
Es comprensible que nada de lo anterior le importe al PAN, un partido de derecha que en sus filas aloja una organización de ultraderecha tan temible como El Yunque. Pero para la sociedad de Guerrero, y para los acapulqueños, sí debe ser motivo de preocupación el regreso del contador Zeferino Torreblanca, no tanto al poder como a la política activa. Por los hechos descritos y por los resultados de su gobierno, que son de cero en aspectos principalísimos como reducción de la pobreza y la marginación social, inseguridad pública, respeto a los derechos humanos y aliento de las libertades, justicia y desigualdad social. Recordemos que al entrar al gobierno Torreblanca, el estado era el segundo más pobre y marginado del país; al salir hace un año, era el primero. Metlatónoc ya estaba mal al empezar el gobierno de Torreblanca, pero al terminar estaba peor, con el agravante de que su desprendimiento, el nuevo municipio de Cochoapa el Grande, está hoy clasificado por la ONU en el mismo nivel que el de algunos países de Africa por su nula calidad de vida. En 2005, el índice de asesinatos en el estado era de entre 600 y 900 al año; y en el 2010, último año de gestión de Zeferino Torreblanca, fue de mil 600, el doble. Igualmente fue durante el gobierno de Torreblanca cuando Acapulco entró a ese túnel de la violencia del que no puede salir.
Esos datos, y Zeferino Torreblanca y el PAN lo saben, no parecen ser los indicados para llevar a alguien a ninguna alcaldía. Tampoco lo es el hecho de que el ex gobernador esté públicamente señalado como el posible autor intelectual del asesinato de Armando Chavarría Barrera, el más aventajado precandidato al gobierno para las elecciones que en enero del 2011 ganó Ángel Aguirre. De manera que sólo mediante un ejercicio cínico de desmemoria podría creerse que el contador Torreblanca Galindo goza de fama pública como para ser postulado para el Congreso o para una alcaldía.
Pero por lo visto es temporada, porque Zeferino Torreblanca no es el único farsante. Armando Ríos Piter, el acérrimo zeferinista a quien el ex gobernador priísta Rubén Figueroa Alcocer le regaló la diputación federal que disfruta con las siglas del PRD, se despertó hace unas semanas con la conciencia purificada y ha formulado desde entonces recias críticas a Zeferino Torreblanca, de quien dijo que hizo un “mal” gobierno. Llegó incluso a censurar que su ex jefe pretenda ser candidato del PAN luego de haber sido gobernador por el PRD. Él, de principios partidistas e ideología tan sólidos que en menos de diez años se ha cambiado del PRI al PAN y del PAN al PRD. Para quien lo haya olvidado y para contextualizar, recordemos que Ríos Piter fue secretario de Desarrollo Rural del gobierno de Zeferino Torreblanca, posición a la que llegó en 2005 después de haber sido subsecretario de la Reforma Agraria con Florencio Salazar como secretario en el tramo final del gobierno panista de Vicente Fox. Que desde Desarrollo Rural, quién sabe a través de qué métodos, Ríos Piter se convirtió en uno de los favoritos de Torreblanca, quien le permitió medrar políticamente con los recursos oficiales. Y que Ríos Piter se afilió al PRD a finales de 2007 por órdenes de Zeferino Torreblanca al abrigo de aquella corriente que se llamó Izquierda Renovadora, creada por el gobernador con todo el peso del gobierno para adquirir el control de ese partido. Desde entonces Ríos Piter fue perfilado por Zeferino Torreblanca para sucederlo en la gubernatura, en menoscabo del otro zeferinista que pujaba por la sucesión, Carlos Álvarez. Con esos antecedentes, en 2009 Ríos Piter fue empujado por Zeferino Torreblanca hacia la diputación federal, de manera tan exitosa que fue el único de los nueve candidatos del PRD que ganó. Claro, luego se sabría que ganó porque hubo una negociación con Figueroa Alcocer, que sacrificó a uno de los suyos e hizo volcar a la militancia del PRI en la zona de Costa Grande a favor de Ríos Piter. Todavía más: una vez convertido en diputado federal de “izquierda”, Ríos Piter fue de inmediato habilitado por Zeferino Torreblanca como precandidato a gobernador. Pero estorbaba sus planes Armando Chavarría, quien tenía el control del Congreso, la mayor fuerza en el PRD y contaba con el apoyo de Marcelo Ebrard y con el respeto de las cúpulas nacionales. El asesinato de Chavarría el 20 de agosto de 2009 despejó la vía para los planes de Torreblanca y Ríos Piter, quien sólo quince días después del crimen apareció como precandidato a gobernador en una reunión del entonces presidente nacional de ese partido, Jesús Ortega, que a su vez secundó las pretensiones del gobernador. Ríos Piter carecía entonces, como carece ahora, de todo mérito para ostentar una representación, cualquiera que fuera y menos en nombre de la izquierda guerrerense, pero eso no fue un obstáculo para Torreblanca. Es una incógnita qué prendas agitó después a los ojos de Marcelo Ebrard para que con su mediocridad y la pobreza moral y ética con la que practica el negocio de la política, éste lo convirtiera en coordinador de los diputados federales del PRD. Pero ahí está, sin liderazgo, fingiendo que coordina y que es alguien. No lo es, y por eso sorprende que en la gira de Andrés Manuel López Obrador la semana pasada, Ríos Piter –quien para más señas en la disputa presidencial de 2006 apoyó a Felipe Calderón– haya figurado en numerosas fotografías junto al candidato presidencial de la izquierda, aun cuando existía la advertencia de los organizadores, y debemos suponer que del propio López Obrador, para que los precandidatos del estado no capitalizaran la gira. Esa es la especialidad de Ríos Piter, como en su momento lo fue de Zeferino: ampararse en padrinazgos ante la ausencia de trayectoria. Han sido padrinos suyos René Juárez, Florencio Salazar, Zeferino Torreblanca, Rubén Figueroa, Marcelo Ebrard y ahora busca el de López Obrador para que lo haga candidato al Senado. La sola pretensión de un político mercenario como Ríos Piter debiera mover las conciencias lúcidas del PRD y del lopezobradorismo para impedir que semejante despropósito prospere, pues eso equivaldría a repetir en otra escala la experiencia que con Zeferino tuvo consecuencias catastróficas desde todo punto de vista. Uno de los temas pendientes vinculados al homicidio de Chavarría es precisamente el que se relaciona con Ríos Piter, el único al que benefició la eliminación física del entonces líder del Congreso local.
En el paroxismo electoral y en la confusión de los fines y los medios, suele olvidarse la historia y tener presente sólo aquello que parece ofrecer algún dividendo en las urnas (ahora en las encuestas), pero hasta en esa atrofia es preciso imponer límites. Alguien debió haberse atrevido a informar a López Obrador quién es quién.

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